Salud

¿Por qué algunas personas simplemente no pueden recordar las caras?

Prosopagnosia, ceguera facial: equipo en blanco y negro ilustración de un rostro humano hecho de malla de alambre

Te encuentras con alguien que te mira de modo insistente y quiere saludarte. Sabes que debes conocerle de alguna parte, pero simplemente no recuerdas su rostro. Empieza a hablar contigo y tú esperas desesperadamente que mencione alguna información contextual, cualquier pista que pueda ayudarte a recordar quién es esa persona. No te preocupes, a algunas personas les resulta más difícil que a otras reconocer y recordar rostros, ya se trate de celebridades o de personas que conocen.

Según Roberta Daini, profesora de neuropsicología en la Universidad de Milano-Bicocca, las personas regularmente subestiman lo difícil que es para nuestros cerebros percibir un objeto, animal o persona debido a que es un mecanismo que ocurre de manera ininterrumpida. “Se podría pensar que, dado que en cuanto abrimos los ojos reconocemos cosas, la percepción es un proceso simple, pero en realidad es muy complejo”, dijo.

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Esto es especialmente cierto cuando hablamos de distinguir rostros, debido a que comparten muchas características y, por lo tanto, para nuestros cerebros son más difíciles de distinguir que los objetos. De hecho, los estudios han demostrado que reconocemos rostros a través de lo que Daini define como un proceso “holístico, global y configuracional”. En otras palabras, los rostros son tan similares que solo podemos distinguirlos analizando sus diferencias, como el color de ojos o la forma de los labios. Mientras que podemos reconocer otros objetos solo con mirar alguna parte más pequeña de ellos, como la pata de una mesa o el patrón de un suéter, el simple hecho de ver un ojo rara vez será suficiente para reconocer una cara completa.

Por complicado que sea, en gran medida nos hemos acostumbrado a realizar este proceso de forma espontánea y casi automática desde el nacimiento. Pero los resultados pueden variar mucho de una persona a otra. “Cualquier habilidad [cognitiva] se encuentra en diferentes niveles en diferentes personas”, dijo Daini. “Algunas personas son mejores para hacer alguna cosa, otras menos, y la mayoría de las personas son más o menos promedio”.

En neuropsicología, a las personas que casi nunca olvidan un rostro se les denomina ‘súper reconocedores’. Sin embargo, en el extremo opuesto del espectro existe una condición llamada prosopagnosia, también conocida como ceguera facial. Aunque no existen estimaciones generales de la prevalencia de la ceguera facial, algunos estudios sugieren que entre el 2 y el 2,5 por ciento de la población nació con prosopagnosia congénita. Luego, hay un número desconocido adicional de personas que han adquirido la ceguera facial después de una lesión cerebral, por ejemplo.

Para ser claros, que no puedas memorizar rostros fácilmente no significa automáticamente que tengas prosopagnosia. Es razonable pensar en esto como un espectro, en el cual algunas personas tienen dificultades menores y otras dificultades mayores. Uno de los problemas más comunes que reportan las personas con ceguera facial es tener dificultades para identificar a alguien a quien no ven a menudo o que se encuentra en un entorno diferente del acostumbrado. Sin embargo, cuando el problema se vuelve significativamente notorio, las personas tienen dificultades para reconocer a sus seres queridos o incluso a sí mismas en un espejo. Es posible que no puedan ver una película, dado que pierden rápidamente la noción de quiénes son los personajes.

Desafortunadamente, tampoco es una cuestión de práctica. Todos vemos, una y otra vez, muchas caras en la vida real y representaciones de esa caras, pero en general, esta no es una habilidad en la que puedas mejorar, como cuando aprendes a jugar ajedrez o un videojuego. Según Daini, eso se debe a que, de acuerdo con los científicos actuales, la capacidad o incapacidad de reconocer rostros básicamente está codificada en nuestros genes.

Sin embargo, para compensar cualquier tipo de déficit, algunas personas han encontrado estrategias alternativas para intentar distinguir a quienes conocen, como memorizar sus peinados, voces o posturas, por ejemplo. “Conozco a alguien que definitivamente tiene prosopagnosia congénita, pero es muy buena compensándolo”, dijo Daini. “Entonces, para ella, nunca ha sido un gran problema”.

Una de sus pacientes, una maestra, siempre recordaba quiénes eran sus alumnos según el lugar en el que se sentaban en el aula. Pero luego la asignaron a una escuela donde, para mejorar la socialización, se animaba a los estudiantes a cambiar de lugar cada semana. “Esta maestra lo pasó muy mal con eso, y la administración de la escuela no lo entendió”, dijo Daini. “Tuvo que renunciar al poco tiempo”.

Si te das cuenta de que tienes problemas similares y recurrentes, Daini dice que probablemente no se deba solo a que eres retraído o estás distraído. Puedes realizar una prueba para medir qué tan malo eres para reconocer rostros y recibir un diagnóstico de ceguera facial si excedes cierto puntaje. “En algunos casos, puede ser útil que estas dificultades sean reconocidas oficialmente y que así encontremos herramientas [de apoyo]l”, dijo Daini. Pero si no crees que esto sea un problema para ti, no es necesario que te hagan una prueba y te den un diagnóstico si no lo deseas.

Desarrollar e implementar estrategias autodirigidas para el reconocimiento no es la única forma de manejar el trastorno de ceguera facial. Según algunos estudios experimentales recientes, el fármaco oxitocina podría mejorar el reconocimiento facial en personas afectadas por este trastorno, pero la investigación aún se encuentra en sus primeras etapas.

Daini llegó a la conclusión de que lo más importante que se puede hacer con respecto a la ceguera facial es crear conciencia, ya que los niños pequeños afectados por este problema por lo regular son diagnosticados erróneamente como autistas. “Quizás el niño simplemente no mira a las personas a los ojos porque eso no le resulta informativo”, dijo. “Quizás mira otros aspectos en la cara, no porque tenga un problema social, sino porque le resulta difícil usar esa información para entender quién es la otra persona. Ese niño podría recibir un diagnóstico incorrecto y vivir con él durante toda su vida”.