En enero, el tribunal en Dusseldorf, Alemania, determinó que los hombres tienen derecho a orinar parados. Se llegó a esta conclusión durante una disputa menor en una propiedad porque el dueño de una casa quiso quedarse con el depósito de renta de su inquilino cuando se dio cuenta que había manchas de orina en el piso de mármol del baño. Es interesante que el propietario se haya escandalizado al saber que su inquilino orina parado y que lo haya considerado un acto bárbaro, y que el juez haya dicho que antes los hombre preferían orinar parados.
Desde hace unos años, en Alemania y en otros países se ha ido adoptando la costumbre de orinar sentado. Aún hay muchos debates en torno a esta nueva práctica que incluyen argumentos de todo tipo, desde el ámbito feminista hasta el de salud pública. Sin embargo, a pesar de la grandilocuencia y la respuesta negativa ante esta gran transición, el origen de este nuevo movimiento y la historia de la necesidad masculina de orinar parados sigue siendo un misterio para muchos.
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Todos sabemos que en 2004 una empresa alemana creó un producto llamado “WC Ghost” (“Fantasma del WC”), una cosita que se engancha al asiento de la taza y cuando alguien la levanta (un hombre, por lo general), lo regaña y le dice que se siente. Ese mismo año, el “Fantasma” salió a la venta en cadenas de supermercados que tienen presencia en todo el mundo. En 2006, en Noruega se hizo famoso un caso en el que una maestra de primaria pidió a los padres que educaran a sus hijos para que orinaran de forma civilizada, es decir, sentados. Desde entonces, la práctica es cada vez más común en Alemania y en los países nórdicos, al igual que en Francia y en Holanda. El fenómeno europeo alcanzó su máxima visibilidad en 2012, cuando el Partido de la Izquierda en Södermanland, Suecia, trató de obligar a los hombres del consejo a orinar sentados cuando estuvieran dentro de las instalaciones del gobierno.
No obstante, esta tendencia no se quedó en Europa. En 2007, una encuesta que se hizo a los matrimonios en Japón reveló que 49 por ciento de los hombres casados orinan sentados, un gran aumento considerando que en 1999 era solo el 15 por ciento. También los funcionarios taiwaneses decidieron promover la práctica en 2012. Incluso en EU se vio un aumento pequeño pero visible de esta práctica cuando se corrió el rumor de que Ryan Gosling orina sentado.
Muchos han tratado de justificar este cambio diciendo que es una medida sanitaria de prevención, que es bueno para la próstata de los hombres, que mejora la vida sexual y que es una postura más natural para la musculatura. Sin embargo, un gran número de ensayos científicos aseguran que nada de esto es cierto, claro, excepto en el caso de los hombres con hipertrofia prostática.
De acuerdo con el doctor Stephen Soifer, director de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Maryland y experto en paruresis (trastorno de la vejiga tímida) que pasa mucho tiempo observando diseños y hábitos en el sanitario, el factor común del movimiento (el cual llegó a su máxima expresión hace seis años) es la falta de limpieza de los hombres.
“Todo empezó en Alemania”, explicó Soifer. “Las mujeres se movilizaron para lograr que los hombres orinaran sentados para que ya no mancharan el asiento”.
(Tiene sentido, aunque Soifer insiste en que la afirmación está mal fundamentada. Además señaló que en 1980 se hizo una investigación en Reino Unido con la cual se demostró que 96 por ciento de las mujeres prefieren no tocar el asiento al orinar y que, por lo tanto, también ensucian el baño.)
Desde hace unos años, en Alemania y en otros países se ha ido adoptando la costumbre de orinar sentado.
Dejando a Europa de lado, Soifer cree que el origen de la práctica en países como Japón y Taiwán se debe a la preponderancia regional de las asociaciones de sanitarios.
“Las asociaciones de sanitarios son muy activas en esos países, sobre todo en Singapur y Corea del Sur”, explicó. “Estas organizaciones se dedican a resolver una amplia gama de asuntos relacionados con la higiene en los baños públicos”.
Sin embargo, el hecho de que el movimiento haya surgido en esta época no significa que los hombres de pronto se hayan vuelto más sucios en el baño. Soifer tiene unas cuantas teorías que explican su origen tanto en Europa como en Asia.
“Era el momento correcto”, dijo. “Según yo, antes, las mujeres [y las asociaciones de sanitarios en Asia] tenían asuntos mucho más importantes que resolver. No estoy seguro de quién fue y cuándo empezó, sólo sé que fue en el momento correcto y que la gente les dio su apoyo”.
Cualquiera podría creer que esta tendencia que adoptaron algunos hombres de orinar sentados para mejorar la higiene, como norma cultural y no como excentricidad personal, es un fenómeno completamente nuevo. Sin embargo, algunas culturas siempre han fomentado la costumbre de orinar sentados (o en cuclillas cuando no hay inodoros). Por ejemplo, en el islam, algunos creen que el jadiz (los lineamientos de vida basados en los dichos y las acciones del profeta Mahoma y de sus acompañantes) sugería a los hombres orinar en cuclillas para que no les cayera orina sucia. Pero eso no quiere decir que la costumbre sea obligatoria y universal en el mundo musulmán, o que los musulmanes fueron los que difundieron la práctica en todo el mundo. Sólo demuestra que la tanto las sociedades como los individuos difieren tanto en sus ideas como en sus prácticas con respecto a la forma en que deben orinar los hombres.
Es probable que el hábito de orinar parados siga reinando en los países donde hacer pipí en un árbol es indispensable.
“Hay muchas diferencias culturales”, dijo Soifer como reflexión sobre en que nuestra etiqueta en el baño se basa en lo que es más práctico para la gente dependiendo de dónde y cómo vive.
“En la época victoriana, las mujeres orinaban al caminar. Su vestimenta era tan compleja que no podían quitársela con facilidad y por eso tenía que orinar mientras caminaban”, explicó.
En algunas comunidades musulmanas, además de que existen las facilidades, el ímpetu de ser limpio es tal que los hombres prefieren orinar en cuclillas. Al parecer, en Occidente y en algunas partes de Asia ya se resolvieron asuntos más importantes y, por lo tanto, la gente que está harta de oler ácido úrico y ver manchas de pipí ya se puede enfocar en mejorar los hábitos en el sanitario. Aunque es probable que el hábito de orinar parados siga reinando en los países donde hacer pipí en un árbol es indispensable simplemente porque es una opción fácil y rápida para el hombre promedio que tiene una vida ajetreada.
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