Al igual que el hermanito sintético de la cocaína, el crack, los alimentos procesados como los azúcares refinados y grasas añadidas son capaces de crear una oleada en el sistema de recompensa de nuestro cerebro, diferente a todo lo que el mundo natural puede crear. Y como con el crack, muchas personas comienzan a desear estos alimentos con el celo de un drogadicto.
En el fondo, todo el mundo sabe que existe una especie de vínculo un poco aterrador, pero muy agradable, entre la comida y la adicción, especialmente cuando se trata de platillos y productos que están llenos de azúcar, grasa y sal.
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Los chefs hace mucho que lo saben, y la ciencia está confirmando lentamente que el azúcar y la grasa son realmente adictivos. Psicólogos de la University of Michigan han corroborado este vínculo en un nuevo estudio titulado “Which foods may be addictive? The roles of processing, fat content, and glycemic load”. Y sus autores incluso han encontrado que los alimentos como “chocolate, pizza y papas a la francesa” son los culpables.
“Las personas con síntomas de adicción a la comida o con índices de masa corporal más altos reportaron mayores problemas con los alimentos altamente procesados, lo que sugiere que algunas personas pueden ser particularmente sensibles a las posibles propiedades” gratificantes “de estos alimentos”, dijo Erica Schulte, una estudiante de doctorado de psicología en la University of Michigan y autora principal del estudio, en un comunicado de prensa.
Por el contrario, no se encontró en los alimentos no procesados “sin agregado de grasa o carbohidratos refinados como arroz integral y salmón” una correlación con lo que el equipo de investigación llamó “conducta alimenticia similar a una adicción”.
El estudio también concluyó que la comida parece utilizar los mismos mecanismos biológicos que las drogas. “No todos los alimentos están igualmente implicados en la conducta alimenticia similar a una adicción y los alimentos altamente procesados”, según el artículo, “que pueden compartir características con las drogas de abuso (por ejemplo, dosis altas, rápida tasa de absorción), parecen estar especialmente asociados con la ‘adicción a la comida’”.
Pero a diferencia del crack de cocaína, necesitas comida para sobrevivir. Esta realidad hace que sea complicado para los auto-diagnosticados como adictos a la comida saber si su deseo es simplemente hambre, antojo o adicción, por lo que el equipo de la University of Michigan dice que los datos neurológicos son la próxima frontera en el estudio de la adicción a los alimentos y su relación con la obesidad.
“Éste es un primer paso para identificar determinados alimentos, y propiedades de alimentos, que pueden desencadenar esta respuesta adictiva”, dijo. “Esto podría ayudar a cambiar la forma en la que nos acercamos al tratamiento de la obesidad. Puede que no sea una simple cuestión de “reducir el consumo” de ciertos alimentos, sino más bien adoptar métodos que se utilizan para reducir el tabaquismo, el alcoholismo y el consumo de drogas”.
Así pues, si bien deseas compartimentar tus alimentos, tu consumo de alcohol y tus hábitos de fumar, para tu cerebro todo eso es básicamente lo mismo.