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¿Por qué los millennials están borrando sus redes sociales?


Recientemente Lena Dunham decidió retirarse de Twitter. Hace un mes, la polémica feminista le dijo a la presentadora de los podcasts de Re/code Decode que había dejado la plataforma porque era un lugar inseguro que la estaba afectando de forma «cancerígena». Básicamente, se cansó de tener que lidiar con los trolls.

Dunham sigue escribiendo tweets, pero su cuenta la gestiona un equipo de personas que contrató: ellos son quienes publican e interactúan con los otros usuarios. A medida que más famosos le confían a otra gente la responsabilidad de esos 140 caracteres (así como sus fotos de Instagram o sus mensajes de Facebook), muchos jóvenes de todo el mundo están empezando a borrar sus cuentas en todas las plataformas.

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Después de diez años de una abrumadora socialización de nuestras vidas, ¿por qué los millennials están huyendo del universo de las redes sociales?

Fotograma de la serie ‘Girls’

Mientras que algunas personas pueden disfrutar de las redes sociales de manera recreativa y sin que les genere problemas, otras desarrollan dependencias enfermizas. Tal vez la relación amor-odio que muchos tienen con estas plataformas no se debe a la tecnología en sí, sino al uso (y al abuso) que se hace de ella. Así como florecen nuestras vidas en las redes sociales, pueden hacerlo la obsesión con husmear la vida de otros, la dependencia y los ataques de celos.

Imagen vía @joannakuctha

Tomemos, por ejemplo, a Ali Segel —alias Online Alison—, una escritora de 29 años que cerró Facebook hace un tiempo, pero que poco después creó un perfil nuevo. «Lo borré cuando caí en cuenta de que ya me estaba pasando de stalker, pero uno siempre termina reactivándolo», admitió. ¿Qué la mantiene tan enganchada?

Para muchos, es una herramienta muy útil para la autopromoción profesional. «En términos profesionales, siento que tengo que mantenerme activa. Conocí a mi manager porque le llamó la atención un estado que puse en Facebook». Pero no todo se trata de negocios. «También soy consciente de que tengo una adicción: a penas siento algo, tengo que publicarlo en Facebook, Instagram o Twitter. Busco interactuar con extraños en lugar de permitirme sentir lo que se supone que estoy sintiendo. Es una forma maravillosa de permanecer completamente no-presente, de alimentar mi ego, de autosabotearme y de ser masoquista».

Imagen vía @alibaby90

En Reddit algunos jóvenes comparten su experiencia de renunciar a las redes sociales en un foro llamado People who deleted their social media accounts, how did that work out for you? (Gente que ha eliminado sus redes sociales, ¿les ha funcionado?). Una usuaria escribió: «Es agradable no tener que navegar entre una tonelada de idioteces y artículos en busca de ‘clics’, noticias sensacionalistas, o propaganda descarada de ambos lados del espectro político/religioso. Te libras de que te hagan un meme condescendiente de Willy Wonka o de que te respondan con un ‘chao, Felicia’ cuando intentas tener una discusión inteligente».

Otro usuario que usa su cuenta de Facebook para gestionar eventos pero que trata de no involucrarse más allá de eso, compartió: «Definitivamente soy mucho más feliz cuando no estoy navegando entre los perfiles de mis amigos o leyendo los últimos mensajes que escribieron en mi muro».

Imagen vía @jarlos420

Este usuario en particular profundiza en la cultura de los celos y la envidia que se genera en estos sitios web: «Lo que comenzó como una forma de mantenerse en contacto, se convirtió poco a poco en una forma de mostrar lo más destacado de las vidas aparentemente perfectas que tiene la gente. Mi Facebook estaba lleno de fotos de anillos de compromiso, bebés recién nacidos, viajes exóticos y salidas nocturnas. Sin pensarlo, empiezas a comparar tu vida con la de los otros y a preguntarte en qué te equivocaste, pues todos los demás están viviendo sus sueños. Facebook termina convirtiéndose en un pozo de desesperación y de odio hacia uno mismo. Y entre más te sumerges, más difícil te resulta salir».

Imagen vía @lydialeedeeyah

Es un hecho que las redes sociales (especialmente Instagram) les permiten a las personas mostrar una versión segmentada, editada e idealizada de sí mismas. Una vida siempre glamourosa que oculta mucho de la cotidianidad. Incluso los momentos «honestos» son artificiales. Vemos, por ejemplo, a mujeres impecables que posan con tarros de crema para los granos y acompañan la imagen con un texto de autodesprecio. El año pasado, una mujer fingió una excursión de cinco semanas al Sudeste Asiático como experimento para mostrar la capacidad de las redes sociales de manipular la realidad.

Hice una encuesta rápida en Twitter y me di cuenta de que hay un sentimiento extendido de fatiga mediática. Liz, una diseñadora de modas, me dijo que borró Facebook hace cuatro años y que cree que pronto se saldrá de Instagram. Jazz, quien antes escribía en su blog constantemente, dijo que hace setenta semanas no se metía a Instagram y que la respuesta a mi pregunta era el primer tweet que escribía desde 2014. Aunque no ha cerrado ni Instagram ni Twitter, no interactúa con otros usuarios y se refiere a sí misma como una observadora casual. Stacy, una relacionista pública, borró Facebook hace tres años cuando «este abusó y publicó en su muro sus mensajes privados». No se arrepiente de la decisión. Y Kate, escritora, se salió de Twitter por tres años, cuando se dio cuenta de que «casi el 90% de [sus] tweets eran sobre sus guayabos».

Imagen vía @christiaingrey

Cuando Jaden Smith borró su cuenta de Twitter en mayo de este año, todo el mundo se escandalizó. Su repentina partida inspiró innumerables artículos de opinión sobre un mundo sin sus tweets. Hace poco volvió a abrir su cuenta, y sigue sólo a cinco personas. El público sufrió otra angustia cuando se pensó que Lily Rose Depp había borrado todas las fotos de su Instagram (sólo la habían hackeado).

Entonces ¿por qué tantas personas están abandonando las redes sociales? Para la Generación Z, una razón de peso es el deseo de privacidad. De acuerdo con The New York Times, los pertenecientes a las nuevas generaciones son más conscientes de su huella digital y no quieren ser fotografiados en posiciones comprometedoras sin su conocimiento o permiso. Pero no son los únicos que quieren un poco de anonimato en la era de la sobreexposición. La diseñadora de Céline Phoebe Philo aseguró: «Lo más elegante es no existir en Google». ¡Me encantaría ser esa persona!».

Fotografía Tyrone Lebon. Céline Resort 2015

Creo que todos lo veíamos venir. La satisfacción y la emoción asociada a las redes sociales se ha ido desvanecido sustancialmente por la cantidad de imágenes y voces que están compitiendo por atención, provocando lo que parecen ser miles de jóvenes hambrientos hablando los unos sobre los otros y diciendo todo y nada al mismo tiempo.

Sin duda, muchos de nosotros todavía nos desplazamos por nuestros muros en piloto automático, pero, en general, nos estamos retirando de las redes sociales para limpiar el desorden y despejar la cabeza. Buscamos conexiones significativas y auténticas y rechazamos las opiniones de los demás en favor de los expertos. Se acabó lo de: «Si no lo publicas, no existe».

Este artículo fue publicado originalmente en i-D, nuestra plataforma de moda.