Aunque tengan distintas ideologías políticas, el presidente catalán Puigdemont, el rapero mallorquín Valtònyc y los separatistas vascos Luis Moreno y Raquel García tienen algunas cosas en común: todos ellos se consideran enemigos del Estado español y volaron a Bélgica huyendo de la justicia, e incluso han tenido los mismos abogados. Para averiguar por qué Bélgica es un buen refugio para todos ellos, hablamos con la pareja de abogados encargados de los casos, Paul y Simon Bekaert, padre e hijo.
Los Bekaerts representan una autoridad en materia de derechos humanos y extradición. En los 90, Paul Bekaert defendió a diversas personas vinculadas con la banda terrorista ETA, entre ellos, Moreno y García, quienes volaron a Bélgica desde España cuando se les acusó de dar alojamiento a miembros de la banda. La pareja ha vivido en Bélgica durante 26 años, mientras esperaban pacientemente que su caso prescribiera. En dos ocasiones, Paul impidió que la solicitud de extradición directa desde España fuese efectiva.
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Por ese motivo, no resulta sorprendente que el expresidente catalán Carles Puigdemont apareciese de repente en la oficina de los hermanos cuando no habían pasado ni dos días de su llegada desde Barcelona después del referéndum por la independencia de Cataluña. “Me encontraba fuera por una reunión cuando, de repente, me llegó un mensaje que decía ‘Carles Puigdemont está en la oficina’”, recuerda Paul. “Se fue de Cataluña un lunes por la tarde y en menos de 24 horas ya estaba en mi oficina”.
El rapero Valtònyc, cuyo nombre real es Josep Miquel Arenas Beltrán, también se encontraba bajo la protección de los Bekaert después de volar a Bélgica en mayo de 2018 para evitar de una condena de 3 años de prisión. Los tribunales españoles lo acusaban de ofender a la familia real, hacier apología del terrorismo, y también de enviar amenazas de muerte en las letras de sus canciones. Un tribunal de Gante, en Bélgica, discrepó y contradijo la sentencia de la justicia española. Por el momento, no se extraditará al rapero, aunque el recurso está pendiente.
“Creemos que el tribunal belga terminará aceptando la extradición de Valtònyc porque les da miedo que España empiece a complicar las extradiciones de los criminales relacionados con delitos de drogas y trata de personas en Bélgica, entre otros casos”, explica Paul. “[Los belgas], por supuesto, tienen que trabajar duro con sus compañeros de España. Si un juez [belga] dice ‘no lo extraditamos’, los oficiales de la fiscalía belga pueden informar a sus compañeros españoles: “Lo hemos intentado, pero la decisión del juez ha ido en otro sentido”.
Las canciones de Valtònyc en YouTube incluyen una advertencia que solicita la confirmación por parte de los usuarios de que tienen más de 18 años. “El hip hop es muy directo: se trata de un tipo de música que llama la atención”, me explica. “Todas las acusaciones están fundamentadas en hipérboles. Por ejemplo, amenazar a un político con tirarle una bomba atómica en la cabeza. Es absurdo pensar que haría eso de verdad: tengo 24 años, trabajo en una frutería y en Mallorca no hay plutonio”.
“Todas las acusaciones están fundamentadas en hipérboles. Por ejemplo, amenazar a un político con tirarle una bomba atómica en la cabeza. Es absurdo pensar que haría eso de verdad: tengo 24 años, trabajo en una frutería y en Mallorca no hay plutonio”
Ese fue el argumento que utilizó Simon Bekaert frente a un juez belga. “En el tribunal, leí las letras de cantantes que han dicho cosas peores y han actuado en festivales [belgas] como el Rock Werchter, el Graspop y el [festival neerlandés] Pinkpop”, según explica Simon. “Puse como ejemplo una canción de The Offspring que, hacia el final, dice ‘Kill the president’ (mata al presidente) cinco veces. Bob Marley disparó al sheriff, y cuando escuchas los temas sobre los que rapea Eminem…”
Seguridad desde 1830
“Desde su fundación, Bélgica ha sido un refugio seguro para quien que se sale de lo normativo”, dice Paul. “La tradición de dar asilo a los disidentes políticos empezó en el siglo XIX. Karl Marx y Victor Hugo vivieron su exilio en Bruselas”. Simon Bekaert añade: “A menos que los exiliados fuesen por ahí predicando constantemente la causa, se les permitía quedarse”.
“Siempre hemos tenido muy en cuenta la libertad de expresión, desde el nacimiento de nuestra nación”, añade Paul. “El emperador Napoleón III orquestó un golpe de estado en Francia a mediados del siglo XIX y presionó a Bélgica para extraditar a los disidentes franceses que estaban luchando contra él desde Bruselas, pero la respuesta de Bélgica siempre fue negarse. Aquí, la negativa a la extradición es una tradición”.
¿Resulta raro que un miembro de la Unión Europea contradiga la orden de extradición de otro? “Eso dice mucho de España”, me cuenta Simon. “Después del 11S, entró en vigor la orden europea de detención y entrega, una ley que permite la extradición más rápida de los terroristas a otro país europeo, pero España abusa de ella encarcelando y extraditando a sus propios adversarios políticos, como Puigdemont y Valtònyc. El tribunal belga instruyó el caso de Valtònyc y dictaminó que no se trataba de terrorismo. Puigdemont fue acusado de rebelión y, tras su arresto en Alemania facilitado por la euroorden de detención y entrega, los tribunales alemanes también mostraron su desacuerdo con esa acusación”.
“Además, en Gante, la ciudad donde se presentó el caso de Valtònyc, se abordaron otros dos casos históricos relacionados con ofensas al rey”, según dice Simon. “El emperador Carlos V, rey de España en aquel entonces, en una ocasión atacó Gante porque los habitantes le habían ofendido y no habían pagado los impuestos pertinentes. Más recientemente, el líder socialista Edward Anseele, durante una huelga de trabajadores, culpó al rey Leopoldo II por el genocidio del Congo; una acusación que, por supuesto, era cierta. Lo siguiente que se supo fue que Anseele fue procesado por difamar contra el rey: lo sentenciaron, pero terminó siendo el alcalde de Gante y, más tarde, ministro de Estado. Teniendo todo esto en cuenta, la respuesta del tribunal de Gante volvió a ser la siguiente: “No extraditamos por ofensas a la familia real”.
La ayuda de la Nueva Alianza Flamenca
El hecho de que Puigdemont fuese visto con miembros del partido conservador y nacionalista de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) cuando fue por primera vez a Bélgica no es algo fortuito. Aunque Puigdemont profesa una ideología mucho más progresista que la N-VA, los dos quieren la autonomía de sus territorios: Puigdemont la de Cataluña y la N-VA la de Flandes. “No hubo ninguna invitación por parte de la N-VA, pero propiciaron un buen ambiente para Puigdemont”, dice Paul. “Theo Francken, que era el ministro de Asilo y Migración cuando se celebró el referéndum, ya había informado a Puigdemont de que podía solicitar el asilo político aquí. El ministro del Interior, Jan Jambon, expresó asimismo su solidaridad”.
La N-VA también se puso en contacto con Valtònyc. “Creo que mi caso puede vincularse con el de la independencia de Cataluña, pero a nivel personal me veo más ligado a los partidos progresistas y tengo que destacar la falta de apoyo por parte de los partidos belgas de izquierdas. Aunque sigo al PVDA (el Partido del Trabajo en Bélgica), todavía no han mostrado interés en mi caso”.
Bruselas como megáfono
Según Simon, “es habitual ver a Puigdemont en la calle Westraat”, que es una calle del noreste de Bruselas donde se encuentran muchos edificios gubernamentales de Bélgica y de la Unión Europea. Aquí, en el corazón de la Unión Europea, el presidente catalán sigue ejerciendo su poder; quizá sea otra de las razones que lo llevaron a Bélgica. “En Bruselas puedes hacer contactos, la ciudad es como un megáfono”, afirma Paul. “Otra parlamentaria catalana [Marta Rovira] decidió ir a Suiza en lugar de Bélgica. “Suiza no participa en la orden europea de detención y entrega, así que es un buen lugar para evitar la extradición, aunque no lo es a nivel político, porque allí no puedes difundir tu mensaje. Te encuentras literalmente rodeado de montañas, y a menos que seas banquero, no tienes nada que hacer; puedes comprar el Financial Times y poco más”.
“La parte positiva de haber estado en Bélgica todos estos años es que hemos podido conocer bien el país; lo hemos visto todo. En invierno íbamos a comer carne de caza en Ardenas y en verano íbamos a la costa”
¿Empezará Bélgica a atraer presos refugiados de todo el mundo? “Por supuesto que no”, dice Paul. “En su momento, trabajé con militantes de ETA, y casi todos han sido extraditados. La orden europea de detención y entrega no tiene mucho margen de maniobra. El caso de Luis Moreno y Raquel García es una excepción porque no hicieron uso de ningún tipo de violencia; lo mismo ocurre con Puigdemont y Valtònyc: el factor decisivo en la extradición termina siendo la violencia o la ausencia de ella”.
Bélgica para siempre
Los vascos Luis Moreno y Raquel García llegaron a Bélgica en 1992 y no se les permitió irse hasta pasados 25 años. ¿Cómo lo han llevado todo este tiempo? “Bien”, dice Luis por Skype. “Hay mejores países, pero también los hay mucho peores. Nuestras familias han podido venir a visitarnos durante los últimos 26 años. Por otro lado, podemos volver fácilmente. Ya tenemos cincuenta y tantos y vamos a seguir trabajando en Bélgica hasta que nos jubilemos, porque en el País Vasco tendríamos que buscar trabajo y vivienda de nuevo. Estamos asentados en Bélgica y el año pasado nuestro hijo decidió, justo en el momento en el que nos permitieron volver, mudarse a Bélgica con su mujer y nuestro nieto”.
¿Cómo fue volver a visitar el País Vasco el año pasado? “Emotivo”, dice García. “Por un lado, te alegras de poder hacerlo, pero, por el otro, el miedo de que te arresten está ahí, aunque tengas los papeles”.
Moreno comenta que “la parte positiva de haber estado en Bélgica todos estos años es que hemos podido conocer bien el país; lo hemos visto todo. En invierno íbamos a comer carne de caza en Ardenas y en verano íbamos a la costa”.
A diferencia de los vascos, Valtònyc no puede volver a Mallorca todavía: le arrestarían inmediatamente. “Pero, aunque me lo permitieran, no volvería nunca. No confío en un país que encarcela a un rapero, ni tampoco en un estado que mete en la cárcel a la gente por organizar un referéndum”.
Este artículo fue publicado originalmente en VICE UK.