Digamos que el hardcore melódico (o punk pop o lo que sea) siempre ha sido un subgénero denostado, repudiado por los puristas del hardcore y humillado tanto desde fuera como desde su propio seno, pues es un subgénero que muy a menudo ha pisado terrenos vergonzosos, tanto a nivel compositivo como comercial. Durante los años noventa fue un estilo de música relativamente popular y los adolescentes nacidos entre finales de los setenta e inicios de los ochenta empezaron a forrar sus carpetas con frases como “kill all the white man” o con el logo ese de Bad Religion, cosas que, en esa época, parecían profundamente radicales.
Es cierto que nos gustaría decir que el primer disco de hardcore que escuchamos fue el Damaged de Black Flag o el Anti todo de Eskorbuto pero la realidad es que fueron grupos como Blink-182 o Pennywise los que nos abrieron la puerta hacia la música rápida e incómoda. Desde siempre ha existido cierto miedo a la hora de dirigirnos hacia este material, pues con el tiempo y el conocimiento tendimos a olvidar todas estas canciones que ahora relacionamos con una época muy concreta de nuestras vidas, una época en la que nuestro criterio musical no estaba del todo desarrollado y cuya pureza e inocencia eran tales que podían hacer que nos obsesionásemos con temas que ahora mismo nos harían vomitar. No era nada difícil enamorarse de esos estribillos épicos y esa caja constante pues esas canciones tenían todo lo que necesitábamos: urgencia, pasión y esperanza.
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Es por esto que en esta lista intentaré ignorar bandas míticas como los Descendents, Jawbreaker o Dag Nasty, por citar algunos ejemplos, porque pretendo centrarme en el hardcore melódico más barato y comestible, en todos esos grupos que empezaron a sacar discos durante los años noventa y que nunca saldrán citados en un libro sobre la historia del hardcore. Lamentablemente era una escena muy masculinizada y las formaciones femeninas se contaban con los dedos de una mano. De todas formas es una lista hecha desde el corazón y no el cerebro, sin ningún tipo de filtro ni vergüenza. Aquí encontraréis todos esos temas que hicimos sonar tantas veces en nuestros walkmans y los que de vez en cuando pinchamos a las 4 de la madrugada cuando estamos borrachos en casa de un colega y nos sentimos miserables y queremos cubrirnos con el cómodo manto de la melancolía y recordar esos días en los que llevábamos los pantalones bajados hasta las rodillas y todo era mucho más sencillo y divertido.
Sí, en la mayoría de los casos el género ha envejecido mal y es probable que sea bastante jodido reescuchar algunos temas que aún considerábamos “absolutamente brillantes” pero, qué coño, en su momento esas canciones nos la ponían durísima y esto se merece un respeto.
NOFX – Linoleum
Bueno, esto es el clásico indiscutible, la canción que si la pones a las 6 de la mañana en una fiesta en tu casa la gente se va a volver completamente loca. Lo tiene todo: velocidad, melodía, coros celestiales y cambios de ritmo épicos. Es escuchar esto y recordar esos momentos en los que ibas hacia la escuela con el walkman en el bolsillo, el sol brillando con fuerza ahí arriba y te sentías el tipo más indestructible del planeta tierra. Es algo fuera de lo racional. Esta canción genera una fuerza indiscutible y crea comunidad allí donde suena.
Millencolin – Bullion
Otro clásico. Si olvidamos los temas en los que flirteaban con el ska, podríamos decir que Millencolin fueron uno de los grandes grupos del subgénero, con esos dibujos de mierda en sus portadas y ese bigote extraño del cantante. Mucha gente considera el Pennybridge Pioneers como uno de sus mejores discos pero justamente ahí fue cuando dejaron de ser interesantes y empezaron a bajar las revoluciones. Sus discos anteriores, repletos de urgencia e inocencia, reflejaban perfectamente lo que este género debería ser. Pese a que en su momento no entendíamos nada de la letra, esa parte de la canción en la que el cantante decía eso de “I’m gonna change my life” se convirtió en un referente generacional para los jóvenes adolescentes decepcionados con la vida y el amor. Puede que las letras fueran inocentes y sencillas, sin ningún tipo de valor literario, pero este tipo de cánticos se quedaban incrustadas en nuestro cerebelo y no podíamos evitar alzar el puño cada vez que las escuchábamos.
Satanic Surfers – Better off Today
Hablando de letras, recuerdo que cuando estaba haciéndome la típica rondeta del disco, acompañada de la lectura del librito del CD, me di cuenta de que había algo distinto en los Satanic Surfers. De todos esos grupos de hardcore melódico que nos pasábamos en cintas estos tenían una sensibilidad especial, eran críticos a nivel político, se preocupaban por el machismo y no tenían miedo a la hora de expresar sus sentimientos en las letras, rompiendo completamente con el tópico de que en el hardcore melódico solamente se hablaba de sacarse la polla o meterse grandes cantidades de cerveza por el esófago. Sin duda eran los mejores.
No Use for a Name – Justified Black Eye
Los reyes de las portadas horribles y del peor nombre y el peor logo del hardcore melódico también fueron los abanderados de las mejores melodías y las canciones perfectas. Lo que distinguía a No Use For a Name del resto de bandas era la inherente tristeza que contenían todas sus canciones. Había algo ahí que no estaba del todo claro, como la teoría del iceberg de Hemingway. Puede que este comentario haya sido un poco exagerado pero viendo la evolución del grupo está claro que jugaban en la liga de los “chicos borrachos tristes que lloraban viendo Beautiful Girls”.
The Ataris – San Dimas High School Football Rules
The Ataris manejaban perfectamente esta imagen de melancolía que estuvo tan presente en este tipo de grupos. Esta canción es una oda a la juventud perdida, a los sueños rotos, al despecho amoroso y a los buenos redobles de caja.
Pennywise – Bro Hymn
Esto debe haber sucedido miles de veces: un grupo de colegas forman un grupo y antes de empezar a componer temas deciden aprenderse unas cuantas versiones. Es muy probable que una de las primeras sea “Bro Hymn”, con esa inmortal línea de bajo.
Recuerdo que la historia de la muerte de su bajista fue una de las primeras leyendas míticas del hardcore melódico que conocí, me parecía una historia tan cruda que cada vez que escuchaba este tema o el de la versión del Full Circle algo extraño recorría mi columna vertebral. Épica y amistad en estado puro.
Blink-182 – Dammit
Es innegable que Blink-182 era un grupo bastante jodido, incluso dentro de los circuitos del hardcore melódico era un poco incómodo declarar que te gustaban. De todos modos sus tres primeros discos eran cojonudos y es donde encontraremos este tema hecho con cuatro notas repetidas todo el rato y que resultó ser un hit indiscutible. Ha envejecido mal pero ese riff inicial siempre me tocará la fibra.
Bad Religion – You
Juntamente con Descendents y otro buen puñado de grupos formaban parte de la liga de grupos de hardcore melódico socialmente aceptados, respetados, referenciables y tatuables. Bad Religion tienen como 200 canciones brillantes pero los coros angelicales, la velocidad y una melodía de voz impresionante en constante ascensión hacen de “You” una de sus mejores pistas. Es imposible que las cosas vayan mal si este tema está sonando de fondo.
Lagwagon – May 16
Cuando me grabaron en cassette el Double Plaidinum me sorprendió la extraña melancolía que impregnaba todas las canciones. Esa misma Navidad les pedí a mis padres que me regalaran el Duh y canciones como “Mr. Coffee” hicieron que esta banda escalase hasta el top 3 de mejores grupos de melódico en mi irrelevante lista mental. Con el tiempo me la empezaron a sudar y ahora mismo no significan nada para mí pero “May 16” siempre suena una vez al año como mínimo.
The Offspring – All I want
Sí, lo siento. Siento mucho meter a estos tipos (y al pelo del cantante) aquí pero es que es innegable que fueron uno de los grandes grupos de hardcore melódico, no los mejores pero sí de los más populares y referenciados. Pese a que durante sus inicios pincelaban sus temas con un poco de grunge siempre se han considerado un grupo de hardcore. “All I Want” es probablemente la canción que resume todo lo que hemos dicho arriba, coge toda esa felicidad, energía, desesperación, desesperanza y esperanza y lo empaqueta en un tema de menos de dos minutos. Y eso es todo lo que necesitábamos cuando teníamos 15 años.