¿Por qué solo bajaron de precio algunos anticonceptivos en Colombia?

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Artículo publicado por VICE Colombia.


Una de las cosas buenas que trajo el 2019, entre tanta cosa triste, absurda y deprimente en Colombia últimamente, fue el bajón abismal de precios que tuvieron varias marcas de pastillas anticonceptivas en Colombia. El primero de enero fue el primer día en el que entró en funcionamiento un documento aprobado en agosto por el Ministerio de Salud que, entre otras cosas, regulaba el precio de algunos de los anticonceptivos orales distribuidos en el país.

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Una excelente noticia para las que nos gastamos entre 50.000 y 100.000 pesos al mes evitando quedar embarazadas.

En mi caso, la alegría por la noticia duró hasta mi siguiente visita a la droguería. Cuando pedí una caja nueva de las pastillas anticonceptivas que uso, el cobro fue el mismo: 57.000 pesos. La mitad de lo que me gasto en el mercado del mes.

Son muchas las notas de prensa que anunciaron el cambio en los precios de los anticonceptivos y que leí para saber si me estaban tumbando en la droguería. Ninguno de los artículos aclaraba si la marca de pastillas que uso estaba incluida o no en la lista. De hecho, ninguna decía cuáles eran las marcas a las que se les había bajado el precio, solo hablaban de un par de marcas como por ejemplo: Yasmín, Bellaface y Yasminiq.

Así que me senté con las 70 páginas de la Circular 07 de 2018 y esta es la lista que pude armar de los medicamentos anticonceptivos orales que encontré que bajaron de precio:

  • Acotol
  • Bellaface
  • Femelle
  • Yasmin
  • Angeliq
  • Clinomat
  • Yasminiq Flex
  • Yax
  • Yaxibelle
  • Harmonet
  • Minesse
  • Minulet
  • Activa 21 Suave
  • Microgynon
  • Minipil
  • Neogynon
  • Norvetal

También se abarataron un par de anticonceptivos de emergencia, de pastillas del día después:

  • Emergyn
  • Evinet
  • Postday
  • Postday Plus

Y un dispositivo intrauterino, el Mirena

Si el anticonceptivo que usan normalmente no está en la lista, hay varias razones por las que no clasificó.

Según Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional, hay una metodología que el Ministerio aplica para seleccionar cuáles medicamentos, independientemente de su función, tienen que bajar de precio. Vaca, quien hizo parte de la dependencia de medicamentos del Ministerio de Salud en el gobierno anterior, me explicó que esa metodología consiste en varios pasos:

Primero se debe ver cuáles son los medicamentos que representan el mayor gasto para los usuarios; luego priorizar la regulación de medicamentos que tienen menos de tres proveedores (marcas del mismo medicamento) y que, por eso, pueden ser más caros al no tener quién les compita en el mercado; después tener en cuenta los “poderes del monopolio” que hacen que a pesar de que un medicamento tenga competencia no baje su precio, es decir los medicamentos que se han mantenido caros por las estrategias de mercado de las farmacéuticas que son capaces de concentrar varias marcas.

Una vez hecho ese análisis, se comparan los precios de los medicamentos con su precio en otros 17 países con el fin de que el precio colombiano esté entre los cuatro más baratos dentro de esos países, esa es la metodología que el Ministerio utiliza actualmente.

Bajo esos criterios se escogió cuáles serían los anticonceptivos orales que bajarían de precio y cuáles se quedarían por fuera de la lista.

La discusión no sucedió sin un par de tropiezos. En julio del año pasado El Espectador publicó una nota en la que aseguraba que Profamilia —una de las instituciones que más ha trabajado por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el país— parecía estar en contra de bajarle los precios a los anticonceptivos. Así parecía insinuarlo, decía el artículo, el hecho de que a una reunión con el Ministerio de Salud, solicitada por Bayer, esa farmacéutica llegara acompañada de algunos representantes de Profamilia.

“Nosotros, que trabajamos en estos temas, descubrimos algo que no teníamos tan claro, y es que hay unos acuerdos de Profamilia con los principales distribuidores de medicamentos”, afirmó Vaca. “Creo que tenían un conflicto de intereses pero también creo que pecaron de ingenuos, porque cuando los laboratorios intentaron incidir en la decisión fueron acompañados de la directora y de algunos técnicos médicos de Profamilia”. Vaca cuenta que al final la directora fue clara y dijo que sí le interesaba que bajaran los precios, pero que querían hacer ‘algunas anotaciones técnicas’. “Eso se tuvo en cuenta en las recomendaciones”, me aseguró Vaca sobre la polémica que se produjo por la mencionada reunión.

Pero ese no parece ser el fin de la presión de las farmacéuticas. A pesar de que finalmente varios anticonceptivos tuvieron que bajar de precio, Claudia Vaca asegura que el gobierno nacional actual está recibiendo presiones —que, según ellas, el gobierno debería hacer públicas— para no ampliar esa lista. “Ese ha sido el plan desde el principio”, me aseguró Vaca: incluir más anticonceptivos a la lista, pero ha habido dos laboratorios farmacéuticos que están haciendo lo posible por que eso no sea así: Lafrancol y Abbott.

“En el caso de los anticonceptivos la presión al gobierno nacional ha sido brutal. Por el cambio de gobierno, Abbott y Lafrancol han hecho una estrategia brutal sobre Presidencia de la República y sobre el ministro de salud. En particular su interés está en que la regulación no se amplíe y se dilate el proceso”, me aseguró Vaca.

Varias veces contacté al Ministerio de Salud para entrevistarlos sobre la metodología de selección de los anticonceptivos y la presunta presión de los laboratorios, pero a la fecha no fue posible obtener respuesta de esa dependencia.

Una batalla que en titulares parecía ganada —¡le bajaron el precio a los anticonceptivos!— llega con su oscura contraparte: fueron apenas unos específicos y las farmacéuticas están haciendo lo posible porque no sea ni uno más.

Frente a esa guerra de intereses y poderes económicos, entre gobiernos y farmacéuticas, ¿cuáles son las opciones que nos quedan? ¿Qué podemos hacer las que igual tenemos que seguir usando anticonceptivos?

La solución obvia es cambiar de anticonceptivo para no seguir pagando los mismos precios: están los implantes, la T u optar por alguno de los anticonceptivos abaratados en la lista.

En mi caso, los implantes y la T por ahora no son una opción: durante unos meses que dejé las pastillas tuve una crisis de acné como nunca en mi vida y ahora tengo mucho miedo de usar un método que no me ayude con la piel. Así que la opción que me quedaba era usar alguno de los de la lista.

Malas noticias, después de una cita de ginecología la instrucción fue: si ese método ya le sirvió durante varios años sin problemas ——como dolor de cabeza, náuseas o irregularidades en la menstruación— es mejor quedarse con él. Esa es la prioridad médica, me dijo la ginecóloga, optar por el que ya funcionó, en lugar de probar con uno nuevo que pueda ocasionar problemas. “Además porque cualquier anticonceptivo puede dar trombosis, ¿no?”, dijo la ginecóloga ante mi cara de frustración.

¿De verdad esto es lo que nos toca? ¿Hasta cuándo?