Este artículo se publicó originalmente en VICE Alpes.
Sarah (21 años) y Stefan (25) son dos estudiantes de la ciudad austriaca de Graz que decidieron esperar a estar casados para consumar el matrimonio y lo consiguieron. Se conocieron en 2013 y no practicaron el sexo hasta el verano de 2015, después de casarse. Quedé con ellos para hablar del amor, los límites de la intimidad y los momentos de debilidad.
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VICE: ¿Cómo os conocisteis?
Sarah: Pues prácticamente nos conocemos de toda la vida.
Stefan: Hemos ido coincidiendo en actividades de la iglesia desde que éramos pequeños. Estuvimos un año y medio juntos antes de casarnos.
Sarah: Pero antes de empezar a salir, los dos teníamos una relación. Al final todo pareció encajar la última vez que nos quedamos solteros.
¿Por qué decidisteis esperar a casaros para acostaros?
Stefan: Nuestra visión del amor y las relaciones está muy influenciada por nuestras creencias religiosas. Naturalmente, no hablamos de matrimonio desde el primer momento, pero sí teníamos muy claro que, si lo nuestro funcionaba, ese sería el siguiente paso.
Sarah: Al principio, el matrimonio no era tan importante para mí, pero ya antes de empezar a salir juntos habíamos hablado de ello y de lo que pensábamos sobre el amor físico, y ambos coincidíamos en que esperaríamos hasta el matrimonio para practicar sexo.
Stefan: Generalmente, para las decisiones importantes de mi vida me dejo guiar por la Biblia y mis creencias. Estoy convencido de que el sexo debería darse dentro del matrimonio; de esta forma es más especial. El sexo es algo muy íntimo que compartimos.
Sarah: Por otro lado, esperar me parece razonable, porque así te centras más en la relación, en trabajar el aspecto de la confianza y en conocer mejor a tu pareja.
¿Habíais practicado sexo con otras personas antes de empezar a salir?
Sarah: No. Nuestras exparejas también preferían esperar a después del matrimonio. Perdimos la virginidad la una con el otro.
¿Alguna vez os quedasteis a dormir en casa del otro antes de casaros?
Stefan: Sarah se quedó en la mía varias veces, pero siempre dormíamos en habitaciones separadas. Al principio de nuestra relación, dejamos claros cuáles iban a ser nuestros límites y decidimos evitar besarnos, también. Nos dábamos besitos en la frente o en la mejilla, pero nunca en la boca.
¿Por qué?
Stefan: Decidimos esperar también con lo de los besos porque pensamos que podría dar lugar a confusiones. Un beso tiene mucho poder y una cosa puede llevar a la otra, y nosotros queríamos evitar eso.
¿En qué se diferenciaba vuestra relación antes del matrimonio de una amistad?
Stefan: Yo diría que la única diferencia es que nosotros nunca llegábamos a ese grado de cercanía física al que llegan otras parejas. Aparte de eso, nuestra relación era como cualquier otra: estábamos enamorados, pasábamos mucho tiempo juntos y hablábamos de todo. A Sarah le cuento cosas que nadie sabe. Nadie me conoce mejor que ella. Pero también expresábamos nuestro amor físicamente.
¿Cómo expresabais físicamente vuestro amor antes del matrimonio?
Sarah: Como cualquier otra pareja: con abrazos, cogiéndonos de la mano, pasándonos el brazo por la espalda… cosas así.
Stefan: Simplemente no nos besábamos ni dormíamos juntos. Aparte de eso, éramos como cualquier pareja de enamorados.
¿Teníais momentos de debilidad?
Stefan: Muy pocos, pero porque dormíamos en habitaciones separadas. De lo contrario, habría sido muy complicado.
Sarah: Había momentos en los que nos entraban muchas ganas de besarnos.
Stefan: (Risas) Supongo que es verdad, aunque ahora mismo no me acuerdo. Lo cierto es que no tuvimos momentos de verdadera debilidad.
¿Cómo fue la primera vez? ¿Lo hicisteis la noche de vuestra boda?
Stefan: Todo ocurrió por etapas. Nuestro primer beso fue en el registro civil, dos días antes de la ceremonia religiosa.
Sarah: Sí. Aquellos dos días fueron muy emocionantes.
Stefan: La noche de boda estábamos demasiado cansados y no pasó nada, pero al día siguiente, sí. Ambos lo vivimos como un aprendizaje, porque teníamos que averiguar qué le gustaba al otro.
Sarah: Pero creo que nos lo supimos montar muy bien. Habíamos hablado mucho e intercambiado ideas sobre sexo. Mucha gente también te cuenta que la primera vez no siempre es maravillosa. Todo eso nos hizo rebajar nuestras expectativas, por lo que estábamos más relajados. Sabíamos que, al margen de lo que pasara la primera vez, juntos haríamos que fuera una buena experiencia. Y no nos arrepentimos de haber esperado. Si tuviera que elegir otra vez, no cambiaría nada.
¿Por qué os casasteis tan jóvenes? ¿Fue porque queríais practicar sexo lo antes posible?
Sarah: Cuando vimos que nuestra relación funcionaba muy bien, el siguiente paso lógico era casarnos.
Stefan: Somos conscientes de que nos casamos antes que la media, pero fue porque creímos que era el momento. No había razón para esperar más.
Sigue a Sabrina en Twitter: @Sprinert.
Traducción por Mario Abad.