Si creías que el jurado de la Cannabis Cup que organiza la revista High Times en Ámsterdam está compuesto por unos cuantos entendidos que pasan varios días fumando la mejor maría del mundo, estás en lo cierto. Su juicio no deja de ser subjetivo, ya que los criterios de la competición se basan en las experiencias que estas superpotentes cepas ofrecen a los usuarios. Por ejemplo, está genial que tu cepa de maría tenga un 4,3 por ciento de contenido de CBD, pero todo eso no significa nada para el fumeta de a pie.
Cuando llevas una tasa de alcohol en sangre del 10 por ciento, sabes que no vas a dar ni una al volante y que a la mañana siguiente tendrás un resacón. ¿No sería útil, también, conocer algo mejor de qué está compuesta la hierba que te pasan antes de fumártela?
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En los laboratorios Steep Hill, en Oakland, creen que sí sería útil, por lo que se han propuesto darnos más información sobre la hierba que fumamos, ya sea con fines terapéuticos o recreativos. Han integrado la ciencia pura y dura en la cultura del cannabis, con la esperanza de cerrar el abismo que separa ambas disciplinas en la actualidad. Los análisis científicos del cannabis son costosos y lentos, pero Steep Hill pretende cambiar eso.
Este año, los laboratorios están analizando todas las variedades presentadas a la Cannabis Cup de Ámsterdam mediante un sistema con el que se tarda menos de un minuto por muestra. Los resultados son posteriormente entregados a los miembros del jurado, quienes deberán tenerlos en cuenta para la valoración final. Este año, por tanto, el premio se lo llevarán las cepas que sean realmente destacables.
Los chicos de Steep Hill me invitaron a su laboratorio improvisado para que probara las muestras oficiales de la competición de este año, así que una mañana llamé al timbre del edificio decimonónico del centro de Ámsterdam donde tienen sus instalaciones. Dentro me esperaban tres empleados que habían llegado desde los EUA para hacer una prueba a ciegas de las muestras, lo que quiere decir que las muestras estaban numeradas pero no tenían nombres, no que les hubieran tapado los ojos con una venda. El laboratorio procesaba unas sesenta muestras al día y la noche antes habían estado trabajando hasta las 5 de la madrugada para analizar todas las cepas.
Mientras los dos empleados continuaban con las pruebas, el Vicepresidente de desarrollo del producto, Mateo Hernández, me explicó en qué consistía el proceso de análisis. “Pese a que esta nueva tecnología es muy rápida y fácil de usar, hay que asegurarse de que todo se haga de forma precisa. Nuestros compañeros de Oakland comprueban todos los resultados. Lo que más tiempo lleva es la preparación de las muestras y el procesado de los resultados”.
Utilizan una máquina llamada QuantaCann2 para medir los principales valores del cannabis. Solo existen unos pocos de esos aparatos en todo el mundo, ya que son de creación reciente y Steep Hill tiene ciertas dificultades para satisfacer la demanda.
“La tecnología que usamos está basada en la tecnología agrícola más avanzada”, asegura Hernández. “Los agricultores necesitan saber si sus cosechas tienen suficientes nutrientes para poder venderlas a un precio razonable. Lo que hemos hecho ha sido adaptar esa tecnología al cannabis. Colocamos la semilla en un recipiente fabricado con un cristal especial, la irradiamos con luz y, en función de cómo la refleje, obtenemos información sobre sus propiedades básicas.”
Pero los grandes avances científicos en el mundo de la maría no solo quedan demostrados con estos análisis. Toda la información recopilada por la empresa se almacena en una de las mayores bases de datos del mundo. “La máquina está conectada a internet y coteja los datos del análisis con resultados obtenidos en análisis anteriores. Si en la base de datos hay información sobre la variedad OG Kush, podrás comparar las propiedades de tu variedad de OG Kush con el promedio, tanto si eres usuario como comprador o cultivador”.
Sin embargo, la Cannabis Cup no es el único ejemplo de combinación entre datos fehacientes y la experiencia de los usuarios. Hace poco, Steep Hill se asoció con Leafly, la empresa responsable del software que alberga la mayor base de datos sobre el cannabis creada por usuarios.
Actualmente, en los Países Bajos se está debatiendo una propuesta de ley mediante la cual cualquier variedad de cannabis con un contenido de THC superior al 15 por ciento se consideraría ilegal. A día de hoy sería imposible implementar semejante legislación, ya que los análisis solo pueden realizarlos científicos cualificados. Le pregunté a Mateo si el desarrollo de tecnologías más fáciles de usar, como la utilizada en la WuantaCann2, permitiría a las autoridades neerlandesas implantar su ley del 15 por ciento.
“Ese porcentaje parece un poco aleatorio. Además, el contenido de THC no dice mucho sobre la calidad ni nada. Es mucho más complejo, porque los cannabinoides como el THC y el CBD se potencian mutuamente. El uso de esta tecnología para implantar una ley represiva es justo lo opuesto a lo que queremos. Nunca cooperaríamos en algo así.”
Es como la información nutricional de una lata de refresco o de cualquier alimento”, afirma Ben, uno de los empleados llegados de EUA. “En algún momento, las asociaciones de consumidores obligaron a los fabricantes a enumerar los ingredientes de sus productos en el envase, lo que obligó a estos a prestar más atención al proceso de producción. No puedes añadir la basura que quieras porque aparecería reflejado en los datos que nos has seguido la normativa. De esta forma, el consumidor puede tomar decisiones fundamentadas. Fue un paso muy importante ,y ahora estamos intentando que eso también se aplique a la industria del cannabis. Es una pérdida de tiempo esperar que alguna asociación oficial dé el primer paso, sobre todo cuando el sector está empezando a arrancar.”
Los chicos de Steep Hill me dejaron preparar y analizar una muestra. Hasta aquel momento, mi mayor incursión en la ciencia fue cuando puse un paquete de Mentos en una botella de refresco de cola. Mientras preparaba la “muestra H-8”, ya sabía que aquella noche iba a disfrutar más que nunca de mi rato de sofá y televisión. También pensé: el conocimiento es poder, y si ese conocimiento se maneja de la forma apropiada, su poder aumenta, quizá tanto como para que los poderes fácticos se replanteen sus obsoletas políticas.
Quizá solo sean las reflexiones de un fumeta. Si os estáis preguntando qué pasó con las muestras después de los análisis, os diré que fueron destruidas de una forma totalmente recreativa.