Todos nos hemos quedado con la imagen de los disturbios en Barcelona durante jueves. No es de extrañar: el fuego salta más a la vista. Madrid últimamente está siendo algo más “tímido” en cuestiones de protesta y pitotes callejeros. Menos cosas rotas, menos contenedores ardiendo, menos lunas destrozadas, menos policías con tobillos torcidos y agujetas en los brazos…
Aún así, quise documentar una parte de la huelga en Madrid. Una nueva respuesta social a la reforma laboral, con nuevos discursos acerca de las políticas impuestas desde Europa: El piquete juvenil precario. Este grupo está compuesto por varios colectivos ya conocidos desde el 15-M, como Juventud Sin Futuro, y otros anteriores a él como Toma la Fakultad. Congrega a estudiantes, titulados en paro, becarios, trabajadores sin contrato… gente familiarizada con el término precariedad, que es lo que ahora más abunda. Muchos hablan del trabajador precario como una nueva clase social.
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Se esperaban disturbios pero, de repente, la policía apareció a caballo, los sindicatos mayoritarios les dieron la espalda y acabaron de “paseo” perseguidos por policía tanto a pié como en “lecheras” y, algo desconocido hasta ahora, en moto, de dos en dos y porra en mano. A los miembros de este piquete (eran unos 100 en ese momento), no les quedó otra que volver a casa en metro y pagando el billete, por cortesía de la policía, que les acompañó hasta el mismísimo andén.
Estas imágenes intentan recoger el periplo de este piquete desde las doce de la noche del jueves hasta la tarde del viernes. Durante la jornada hubo pintadas en bancos, piquetes en cocheras de la EMT, detenidos, alguna hoguera, un Porsche empapelado, policía equina y cierre momentáneo de alguna tienda del centro… lo normal de una huelga, pero con menos violencia y aparatosidad que en Barna. Eso sí, los medios de derechas igualmente hablaron de “terrorismo antisistema”.