Después te vas a reír, pero por ahora no puede ser más serio. ¿Qué pasó exactamente, cómo llegaste a donde estás? Es difícil saberlo, sólo recuerdas que la noche avanzaba en medio de esa nube de humo tan familiar. Pero ahora estás aquí, unas 15 horas más tarde, todavía dando vueltas al ritmo del DJ y tratando de alejarte del antro caminando lo más normal posible. Estás empezando a enfocar la realidad y también está despertando tu apetito. En estos momentos difíciles, ¿qué podrá servirte más?
Bueno, mi cansada y salvaje criatura, no estás solo. Aquí tienes un vistazo a la vida de otros visitantes frecuentes de los antros y la comida que prefieren para acompañar su largo viaje de regreso a la normalidad.
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Henning Müller-Lüdenscheidt
Edad: 27
Nacionalidad: alemán, “100%”.
Ocupación: estudiante de biotecnología
El joven Henning comenzó en serio su carrera fiestera a la tierna edad de 13 o 14 años, como es común para la juventud en el campo alemán. Pero su aguda perspicacia realmente se disparó cuando se mudó a Berlín —cosa que también es bastante común allá— hace dos años. No salgas de antro por más de 24 horas, por ejemplo; y cuando se trata de comida, “prefiere la conveniencia sobre la calidad”; son dos excelentes consejos del joven alemán
Y entonces, surgió un patrón muy claro: Big Mac y malteada de vainilla.
“Lo que sucede es que el ánimo autodestructivo sigue activo”, explica. “Anhelo esa sensación cuando recojo mi chaqueta para salir”.
El combo infame resulta ser para Henning no sólo pecaminosamente delicioso, sino también una forma de rebelión.
“Debido a las Big Macs fue que dejé de ser vegetariano hace un año”, dice con un toque de satisfacción divertida. “Solo pensé que debía escoger la peor opción. Pienso que si vas a romper una regla, deberías hacerlo bien y por completo”.
Y en cuanto a la malteada, bueno, es intolerante a la lactosa. Pero al notar la falta de saliva después de una fiesta, toma una para “pasar la comida” y “evitar masticar demasiado”. (Y realmente, si somos honestos, tampoco es que necesites dientes para comer una Big Mac).
Leo Thwic
Edad: 29
Nacionalidad: noruego
Ocupación: ingeniero de software
Científico como siempre, Leo hizo su tarea de investigación sobre snacks en 2003 y se convirtió en uno de los primeros fundadores de Soylent.
“Ellos manejan sus productos alimenticios casi como si fueran una aplicación de software”, dice sobre la amalgama nutritiva. “Hacen nuevas versiones y mejoras reiteradas veces, e incluso tienen notas de lanzamiento como las aplicaciones de software, donde especifican qué cambió entre las versiones”.
Ahora, con 15 años de pedas en su haber, está usando la ciencia para trabajar de su lado. Después de algunos problemas para conseguir Soylent en Alemania, encontró un buen equivalente en Mana, que suele guardar en su mochila para el after y a mitad de la peda también, escondiéndose entre la multitud para tomarse un bote.
“Salir a los antros en Berlín involucra tantos excesos que es agradable tener algo calmante y casi insípido para terminar la noche”, dice. “De alguna manera sabe como la mezcla para hotcakes, además si vomitas no será nada sólido”.
Robert Wimmeroth
Edad: 26
Nacionalidad: alemán
Ocupación: estudiante de moda
“No soy la clase de persona que coma kebabs en la cama”, explica Robert, un residente de Neukölln con una inclinación por vestirse de manera llamativa y cenar en restaurantes coreanos. Para él, las fiestas semanales suelen terminar los lunes por la mañana, cuando sus sitios favoritos —Herrensauna y Berghain— finalmente sacan a todos a la acera.
Después de una pequeña siesta, se desliza hacia la cocina para hacer algo especial: un disco de kimchi coreano que ocupa toda la sartén. Picante, amargo y apenas lo justo de grasoso, la combinación es suficiente para rechazar un kebab en cualquier momento. Sólo requiere de pocos ingredientes, pero la paciencia es uno de ellos. El simple olor cuando chisporrotea es suficiente redención como para sentirte humano otra vez.
Julia Grip
Edad: 24
Nacionalidad: sueca
Ocupación: vivir
Hace seis años, Julia estaba a punto de vomitar y desmayarse cuando se tambaleaba hacia la salida del antro en busca de una salvación. Lo que encontró fue algo pequeño, portátil y que requería un mínimo de masticación e interacción con el mundo exterior (aparentemente ambos son desafíos comunes, con los que incluso su versión perezosa y sobria puede identificarse): una barra de Snickers y un plátano. Y el bonus por estos interesantes hallazgos es que venían dentro de su propia chaqueta.
“Si sales a un restaurante, es como si no debieras estar allí porque te ves peor que los demás”, dice ella. “Pero con un Snickers y un plátano, yo diría que son opciones seguras, porque no puedes ofender a nadie. El único inconveniente es que quizá puedas ensuciar tu bolsillo”. Esta chica tiene razón.
La doctora Lisa Young, nutrióloga y profesora adjunta de nutrición en la Universidad de Nueva York, le daría un aplauso por esa dosis de magnesio y potasio que se encuentra en la fruta amarilla. (Aunque lo más seguro es que no esté de su parte respecto a los cigarros).
Young tiene otros consejos dietéticos que podríamos masticar. Además del antídoto evidente —el agua—, ella recomienda comer naranjas y verduras de hoja verde que restauran el potasio que el alcohol elimina.
“¡El caldo de pollo también es genial! Restituye líquidos y sodio”, explica Young. También contiene cisteína, que es buena para el hígado, y junto con otras carnes magras, ayuda a disminuir la presión arterial. “¿Tienes dolor de estómago? Opta por galletas o pan tostado para tener algo en el estómago”. Masticar es opcional, pero requieres algo de saliva.