Este artículo fue consultado con un especialista de Doctoranytime
“Sentí que me caía dentro de un hoyo negro, mi cuerpo empezó a temblar y no tenía control sobre él. Cuando menos lo imaginé, ya estaba abrazándome a mí misma mientras un nudo en la garganta no me dejaba pedir ayuda, mis manos y pies comenzaron a sudar”, me cuenta Eduardo vía llamada telefónica, mientras recuerda sus sensaciones en aquel momento. “Había un pequeño zumbido en mi oído y mi cuerpo no dejaba de sentir frío. Jamás pensé que fuera a sentir cómo se avecinaba mi muerte siendo tan joven. Mientras mi cerebro repetía esas palabras, yo solo intentaba relajarme recordando que la psicóloga me había advertido sobre esto; ‘relájate, respira hondo, recuerda dónde estás… hazte consciente de tu alrededor’”, continúa relatando su experiencia mientras inhala profundamente. “Por más que quería que esas palabras se pasearán por mi mente, no lo lograba. ¿Realmente así se podría sentir la muerte?, ¿cómo podía pedir ayuda?, ¿cuándo terminará esta sensación?. No puedo despistarme en ningún momento, pues una vez que termina, solo sé que puede regresar en cualquier momento”.
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Así es como algunos de mis pacientes describen las sensaciones de un ataque de pánico. Los ataques suelen aparecer sin aviso alguno, cuando un paciente se da cuenta, por lo general, lo que está experimentando son pensamientos de muerte o catastróficos. Pero realmente es solo una sensación de peligro que pudo ser desencadenada por una desregulación de ansiedad, activando el sistema de alerta del cerebro y preparando al cuerpo para huir o defenderse, modificando la neuroquímica del cerebro y la sintomatología física.
¿Qué son los ataques de pánico?
Generalmente muchas personas no suelen darle la importancia que se merece un trastorno de ansiedad o de depresión hasta que se dan cuenta de que los paraliza en diversas esferas de sus vidas y observan lo grave que esto puede llegar a ser por la falta de control a la sintomatología. Entre más dejamos que avance un trastorno de ansiedad, es más probable que comencemos a padecer síntomas de un trastorno de pánico.
“Cuando comencé a notar que mis ataques eran muy constantes, pedí ayuda a mi psicóloga. No tenía el control de nada en mi vida, cada día era más difícil para mí, podía sentir que estaba a punto de morirme, literalmente” me relata Cynthia.
Un ataque de pánico se manifiesta debido a que un conjunto de neuronas conocidas como la amígdala cerebral, reaccionan a un estímulo que puede ser positivo o negativo, y manda a otras áreas del cerebro señales de posibles amenazas y peligros. Es por ello que este responde actuando con miedo y ansiedad. Una vez que se genera el miedo en la persona, el cerebro se encarga de mandar las señales al cuerpo, logrando que este comience a reaccionar ante tal respuesta. Por lo que se produce un ritmo cardíaco acelerado que puede llegar a su punto máximo a los 15 minutos de comenzar el ataque, pero si continua durante una hora puede confundirse o terminar en un ataque al corazón.
Cuando el paciente comienza a sentir el miedo en el cuerpo y la aceleración de los latidos de su corazón, la pérdida de control voluntario y la sensación de debilidad se hacen presentes. Sensaciones que pueden llevar a la persona a quebrarse en muchos aspectos, sintiéndose confundidas y sin ser conscientes de lo que sienten y de lo que se encuentra a su alrededor, es como “sentirse atrapados en un vidrio sin poder entender su entorno”, como lo describen algunas personas que los han padecido y que incluso llegan a creer que están experimentando su muerte.
En las personas que presentan ataques de pánico, una parte del cerebro conocida como “el mesencéfalo” que se ubica en la parte superior del tallo cerebral, activa una zona denominada “sustancia gris central” y esta puede generar dos acciones para protegernos ante un estímulo que perciba como “amenazante”: huir o quedarnos inmóviles. Este proceso se activa cuando existen en nuestro organismo niveles altos de ansiedad y pensamientos catastróficos.
Cómo tratar los ataques de pánico
“He ido a muchas terapias, he trabajado mucho en mí, y esta sensación aún me sigue, mientras va destruyendo mis amistades, relaciones, trabajo, todo a mi alrededor”, menciona Eduardo.
Los trastornos de ansiedad son uno de los padecimientos clínicos más recurrentes a nivel mundial. Dentro de la población mexicana, los padecimientos más frecuentes incluyen los trastornos de estrés postraumático y ataques de pánico. Los síntomas pueden aparecer antes de los 25 años, aunque también se sabe que algunos niños llegan a presentarlos. El trastorno de pánico es dos veces más común en mujeres que en hombres. Por lo general los pacientes que padecen de ataques de pánico con frecuencia presentan miedo y frustración a que estos ataques se repitan. Para poder decir que una persona padece de ataques frecuentes, deberá haber presentado más de una crisis o ataque de pánico inesperado con todos los síntomas, es decir, completo. Solo así se puede diagnosticar como “trastorno de pánico”. En algunas ocasiones, las personas pueden tener ataques de pánico o crisis con la presencia de dos síntomas. A esto se le conoce como ataques limitados.
Cuando este es el caso, es normal que en muchas ocasiones no puedan evitar pensar en ellos y esperarlos constantemente, haciendo que sea difícil que convivan con otras personas. Es importante buscar atención de un especialista lo antes posible para que el tratamiento sea oportuno y no afecte más áreas de la persona o sea cada vez sea más crónico.
Existen diferentes tipos de tratamiento para las personas que padecen de ataques de pánico. La psicoterapia por ejemplo, sobre todo la terapia cognitivo conductual para ayudar al paciente a comprender sus ataques y el cómo controlarlos a través de la experiencia que han tenido y de los síntomas que presentan. Para esto, con el paciente recreamos de forma repetitiva y segura los síntomas que ha presentado durante un ataque de pánico, de esta forma, comenzará a sentirlos sin amenazas, logrando que en el momento en que se presentan los episodios puedan resolverse y sobre todo perciba que cada vez tiene más control a pesar de los síntomas.
A muchas personas les genera frustración no mejorar tan pronto, generando y/o aumentando la desesperanza, resistencia o falta de cooperación al tratamiento; debemos reconocer que el tratamiento puede tomar años, por lo que los resultados no se verán reflejados de inmediato. No obstante, es importante ser persistentes y no dejar pasar los trastornos de pánico, ya que estos pueden llegar a ser peligrosos cuando no son tratados o afectarnos aún más en nuestra rutina y relaciones.
Como consejos complementarios para evitar que este trastorno de pánico se haga presente, se recomienda realizar meditaciones que deben acompañarse con respiraciones y ejercicio, por ejemplo, yoga, mindfulness, natación, ciclismo, actividades al aire libre, etcétera. Las respiraciones son muy benéficas en nuestro cuerpo debido a que nos permiten oxigenar nuestro cerebro y calmar los síntomas a nivel neurofisiológico.
Aunque nuestra respiración es constante, no acostumbramos a hacerla de forma consciente, lo que provoca que no oxigenamos nuestro cuerpo al 100%. Esta práctica consciente combinada con meditaciones, nos permite controlar nuestro cuerpo y sentirlo desde otra perspectiva, relajarnos, reconocer nuestro entorno y reconocernos a nosotros mismos, logrando así evitar situaciones ansiosas que nos lleven a tener ataques de pánico. Por otro lado, el ejercicio, nos ayuda a liberar neurotransmisores como las endorfinas que nos generan felicidad y nos ayudan a mejorar nuestro estado de ánimo, es por ello que el ejercicio no solo lo tenemos que ver como una actividad que nos mantendrá en buen estado físico, sino también mental.
Para mostrar un físico brillante, el bienestar mental es esencial, pues todo es un conjunto y nosotros somos responsables de todo nuestro interior. Así como el ataque de pánico se manifiesta y proyecta en todo el cuerpo, la salud mental también lo hace.
*Los nombres de las personas presentadas en este artículo han sido cambiados.
Este texto fue consultado por un especialista de doctoranytime, una red de contenidos de corte médico, en ella contamos con la colaboración de Diana Benhumea Rojas, psicoterapeuta egresada de la Maestría en Psicoterapia Familiar Sistémica de la Universidad del Valle de México. Se especializa en psicoterapia de pareja y familia, psicoterapia infantil, psicoterapia individual, evaluación psicodiagnóstica e intervención a infantes, adolescentes y adultos con diversas sintomatologías.