Explosiones intensas de placer, orgasmos inéditos, acabadas húmedas y abandono inmediato a parejas incapaces de ofrecer un buen polvo. Algo así prometen casi todas las reseñas que leí sobre el Satisfyer Pro 2, el juguete sexual de moda conocido en nuestra lengua como “succionador de clítoris”.
Creado en 2016 por la marca Satisfyer —que tiene una amplia gama de productos muy interesantes y curiosos, una oferta para parejas e incluso varios para varones—, el “succionador de clítoris” se volvió la sensación de Internet, el nuevo fenómeno de Instagram y el must have de los cajones de calzones de todas.
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Hace unos días las chicas de Hambre, un sex shop feminista colombiano, me mandaron un ejemplar del aparato y yo, motivada por la curiosidad en el fenómeno pajamediático, me dispuse a una de las tareas más nobles y emocionantes que me he propuesto: hacerme pajas para probar la calidad de un dildo.
La caja del adminículo es bastante llamativa. La foto de una chica que levanta una bandera imponente, junto a la leyenda “THE NEXT SEXUAL REVOLUTION” (la próxima revolución sexual), no sólo anuncia que el aparato está pensado para mujeres y personas con clítoris, sino que sugiere que para las mujeres los orgasmos son un asunto relevante e incluso revolucionario.
Dentro de la caja se encuentran un cable de carga USB (porque las pilas son cada vez más obsoletas) y el aparato: un objeto más parecido al estuche de unas gafas que a lo que históricamente hemos imaginado como dildo. El “succionador de clítoris” tiene unas formas cuidadas y estéticamente sutiles, es de color rosado champaña y cuenta con un cabezal con boquilla de goma que tiene un pequeño agujero en el que va el clítoris. Quien se lo encuentre sin conocerlo podría suponer que es un dispositivo relacionado con el cuidado de la piel, como esos aparaticos para limpiar los puntos negros de la cara, antes que una tecnología diseñada exclusivamente para “replicar” lo que se siente cuando alguien te chupa la concha. Para sus fabricantes, la discreción de su producto es un valor; lo especifican en la página web. Y hay allí una idea muy interesante: apuestan a que viajes con él, a que lo lleves contigo, sin preocuparte por la vergüenza y el juicio. Parten de que masturbarte y tener orgasmos finalmente es una práctica cotidiana y no una excepcionalidad.
Sin embargo, en esa forma y estética del Satisfyer Pro 2 reposa lo que, a mi juicio, es un valor aún más único y potente. No es un aparato fálico que imita a una verga y que insiste en vendernos a las mujeres que la única manera de sentir placer sexual es ser penetradas. No es una verga de goma sin gracia. Entiende y materializa una cuestión contundente para las mujeres heterosexuales: las vergas, así sin más, penetrándonos mecánicamente, no nos bastan ni un poco para poder acabar.
Es muy interesante que la industria de los juguetes sexuales haya empezado a producir dildos que estimulan de otras maneras los cuerpos de las mujeres. Es increíble, de hecho, que hayamos consumido falos que vibran durante todos estos años sin pensar en ofertas alternativas que pudieran satisfacernos de otras formas. El Satisfyer Pro 2 es un adminículo diseñado específicamente para el clítoris (en realidad para una parte, porque recuerden que el clítoris es más que el glande y el capuchón, que es lo que sobresale), y yo creo que en esa tecnología que piensa en el órgano del placer de las mujeres y que invita a tocarlo, conocerlo, darle más relevancia y volverlo el centro de atención y conversación, hay una especie de victoria y reivindicación sexual. Es sorprendente que aún nuestras pajas se hayan configurado según la norma del sexo reproductivo y heterosexual —la penetración—, y que muchas de nosotras usáramos esos dildos vibradores, largos e inspirados en vergas gigantes, para estimularnos el clítoris, volviendo obsoletos sus veinte centímetros de imponente y viril extensión.
Prendí el aparato y, antes de exponer mi preciado clítoris a un objeto ajeno, decidí probarlo introduciendo mi dedo meñique en el agujero. Ahí me percaté de un hecho fundamental: el Satisfyer Pro 2 no succiona, no busca succionar y su objetivo claramente no es recrear esa sensación. Más bien da unos golpecitos muy específicamente localizados, que se parecen a una clase de vibración más contundente. No sé de dónde salió la traducción “succionador de clítoris”, pero no tengo ninguna duda de que la pensó un idiota, que seguramente es el peor chupador de conchas de la humanidad. Nomás la parte que sobresale del clítoris (el capuchón y el glande) tiene más de 8000 terminaciones nerviosas. ¿Ustedes de verdad creen que la mejor forma de dirigirse a esa gema de dicha es succionando a lo bruto como si estuvieran tomando una malteada? A cada persona le gusta lo que le gusta, pero mi consejo, como amiga, es que la próxima vez que vayan a chupar uno, olviden la idea del “succionador de clítoris” y le pasen la lengua con más suavidad y delicadeza y, si es el caso, que pregunten qué le gusta a quien se lo van a hacer.
Luego de la prueba, puse un clip de mi porno de confianza, abrí las piernas y me dispuse a entregarme al orgasmo “más intenso de mi vida”. El aparato demanda no sólo abrir las piernas, sino también los labios vaginales con una maniobra sofisticada que implica aislar el clítoris de todos sus alrededores e introducirlo en el agujerito. Intuyo que es una maroma novedosa para muchas mujeres para quienes sus conchas todavía resultan universos desconocidos; no puedo recordar tampoco haber separado antes con tanta precisión mi clítoris (parte visible) del resto de la vagina.
No iban ni tres minutos de escena en la compu y, aunque no estaba particularmente caliente, yo ya estaba por acabar. El orgasmo: eficiente. Así, sin más. No fue un orgasmo ni intenso ni memorable. Fue rico, como lo son todos los orgasmos, pero no me dejó temblando en la cama retorciéndome de placer y con espasmos hasta en los dedos de los pies. Ni siquiera pude anticipar el orgasmo; no hubo ninguno de esos instantes geniales en los que el cuerpo presiente que está por acabar, la respiración se agita y se entrecorta y hay que apretar los ojos, tensar los músculos y entregarse a lo inevitable. No. Nada de eso pasó. Acabé y ya, casi sin poder preverlo.
Fiel al rigor científico decidí hacer un par de ensayos más. En algunos momentos estuve más caliente y los orgasmos fueron más intensos, en otros simplemente estaba estresada o aburrida y fueron pajas corporativas que cumplieron los objetivos propuestos antes de empezar. Nada más.
El Satisfyer Pro 2 tiene once velocidades en las que los golpecitos aumentan su intensidad. Honestamente yo nunca pude pasar de la segunda, si mucho llegué a la tercera. La sensación a mayor intensidad me resulta tan molesta como la fresa del odontólogo sobre una muela. Mi clítoris demanda más delicadeza o una estimulación menos directa.
Creo que, en realidad, los factores determinantes de una buena paja —mentira: todas las pajas son buenas, pero de una paradigmática— residen en la calentura que se tenga y en el nivel de tiempo, ganas, fantasía mental que se esté manejando. Con calentura cualquier orgasmo, así sea concedido por elfiel y magnánimo roce de la manito, va a ser fantástico.
Aún así, no hay que demeritar al aparato. Es eficiente. Básicamente porque la estimulación directa de vibración sobre el clítoris suele serlo. Es ideal para una paja sin tiempo y sin tantas ganas. Una paja del tipo trámite. Hay que celebrar que se haya hecho tendencia y que haya puesto de moda entre las influencers hablar de sus clítoris y de masturbación. Es bastante emocionante que muchos de los comentarios a la página que lo vende sean de mujeres que cuentan que nunca habían sentido nada igual. Con lo que podemos intuir que se refieren a que nunca antes sintieron un orgasmo. Siempre es motivo de aplauso que las mujeres se vengan en sus propios términos.
En su contra, me parece un adminículo poco versátil. Si no me lo hubieran regalado, la verdad no sé si lo habría comprado. Está genial que estimule el capuchón y el glande del clítoris, pero habiendo tantas zonas por explorar para sentir placer, no es suficiente. Todavía no lo he usado con alguien, pero dadas sus características, tampoco parece prestarse tanto para usar al coger. Aunque habría que mirar.
En conclusión: es un dildo mucho más interesante simbólicamente de lo que es a nivel práctico y tecnológico. En resumidas cuentas, es un aparatico que vibra; el efecto es el mismo que tiene ponerte sobre el clítoris cualquier cosa que palpite. Pero conceptualmente es llamativo y bastante positivo que produzcan, piensen y vendan la idea de que para el placer de las mujeres las vergas sin gracia son prescindibles. Tranquilos, muchachos, que si la heterosexualidad de las mujeres dependiera de sus habilidades amatorias, seríamos todas lesbianas o célibes hace tiempo.
Por último, prueben hacerse la paja, prueben el tiempo, exploren el cuerpo, la fantasía y las ganas. La paja es una buena práctica, es un buen hábito y así como reza la caja del aparato: es revolucionaria. Reterritorializar nuestro cuerpo a partir del placer es construirnos más autónomas y soberanas. Qué mejor que hacerlo a punta de orgasmos y de pajas.