Rita Indiana presenta: Raúl Recio, infierno tropical

Mujer con bate, Raúl Recio. Foto: Raúl Recio / Marcos López.

La escritora y exheroína del merengue psicodélico Rita Indiana se desvirga en VICE Colombia con este texto, en el que presenta la obra del perturbador artista dominicano Raúl Recio. Un honor poder contar con sus letras por estos lares.¡Peligro!

Komeda era la muerte. El Oulipo era la muerte. Godard era la muerte. John Cage y Yayoi Kusama eran la muerte. Las extasys que traían los hijos de los funcionarios dominicanos de Europa eran la muerte. Cibo Matto, Plastic Man y William Burroughs también. En 2001 todo lo que sorprendía, gustaba y estimulaba era la muerte. La muerte era ahora un adjetivo apologético, banal, el giro lingüístico de un travesti empericado en Le Pusé, la discoteca gay que quedaba a pasos de un cementerio. De todas estas muertes, la noche era la más grande y vivíamos para esa muerte a 90 millas por hora por la carretera hacia Puerto Plata, viendo el paisaje tropical disolverse en la velocidad, convertirse en un ramalazo abstracto y fugaz. Una bolsa de plástico en el camino era un pequeño elefante blanco, la súbita neblina sobre el asfalto, la maldición de una examante. La noche era la muerte y la muerte era lo mejor en un año en el que la única luz solar relevante fue la mañana televisiva de unos aviones en slow mo rompiéndole el culo a Nueva York en repeat. Torres y selva, oscuridad y fuego. Odisea en el infierno.

Soy La Salsa, Raúl Recio. Foto: Raúl Recio / Marcos López.

El artista plástico Raúl Recio llevaba años dibujando aviones destrozados contra edificios, contra un malecón desde el que podía verse una gran ciudad surgir de entre las olas de un mar huracanado y negrísimo. Raúl llevaba años pintando piscinas en las que mujeres sin cabeza alzaban copas cocinándose en un sancocho de gente, blin blines, aletas de tiburón y contratos públicos por firmar. Raúl llevaba mucho tiempo produciendo un universo tan fiel a la realidad, que daba miedo. En ese infierno Raúl fue, es y sigue siendo mi maestro. El Virgilio que nombraba las oscuridades para que yo pudiera verlas, el que disfrazaba de juego la monstruosidad para que yo desde el arte me atreviese a tocarla.

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Molestoso, vulgar e hipersensible “El Necio”, como lo llaman a sus espaldas sus amigos, posee un talento para el espectáculo fuera y dentro de su obra. En ese 2001 Raúl comenzó a cristalizar un proyecto que uniría estas dos realidades. El artista y su arte, como Clark Kent y Superman, dejarían de ser dos para ser uno. Así nació “La Salsa”, un superhéroe caribeño; mitad cobrador, mitad pelotero, una especie de Eleggua, la deidad africana del azar y la incertidumbre, el mensajero de los dioses que los cristianos se empeñan en llamar Satanás.

La Piedad, Raúl Recio. Foto: Raúl Recio / Marcos López.

Este performance itinerante se pasea por la ciudad de Santo Domingo, la más agobiante de las Antillas, en una Kawasaki roja en cuyo tanque rotulado puede leerse “Yo soy la Salsa” de un lado y “Yo soy la Muerte” del otro. Ambos títulos de salsas ultramemorables, La Salsa es la muerte ruidosa y violenta que acecha en las esquinas, una muerte que en sus performances filmados destruye con un bate forrado de dólares cientos de esculturas que ha fabricado el mismo Recio.

Por Raúl Recio. Foto: Raúl Recio / Marcos López.

La aglutinación como estrategia estética, la enumeración de los miedos del subdesarrollo y el uso de la cultura popular como mitología del ahora son valores que Recio maneja sin descuidar el aspecto formal de una obra siempre un poco mas allá de lo actual. Una obra que ya no es mirada sino cuerpo, una obra que confiere el súper poder de entender la comedia del horror dominicana.

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Conozca más de la obra de Raúl Recio aquí.

En nuestra anterior edición impresa estrenamos en exclusiva el primer capítulo de la nueva novela de Rita Indiana, La mucama de Omicunlé. También la entrevistamos por aquí. ¡Síganla los buenos!