Identidad

Ayunar durante el Ramadán y trabajar en un restaurante es jodido

Una de cada cinco personas en el mundo celebra el Ramadán. Se festeja en el noveno mes del calendario musulmán, un calendario determinado por la Luna. El mes del Ramadán marca el inicio y el fin de los días sagrados para el Islam, por ello, ayunar durante el Ramadán es uno de los pilares del culto islámico.

Poner freno a las malas intenciones, obedecer a Dios y tratar de redimir los pecados son algunas de las acciones que se llevan a cabo intensamente durante este periodo. Son casi treinta días, hasta el primer día del décimo mes, en los que el código moral islámico exige no comer, beber ni tener relaciones sexuales desde que amanece hasta que se pone el sol.

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Cada noche durante el Ramadán nos reunimos unas 400 personas para romper el ayuno juntos

Pero el Ramadán no es solo tiempo de ayunas y sacrificio: es una época para festejar y dar las gracias por la vida. Para los comerciantes es la época de más ventas y para las mezquitas un mes repleto de recolectas de comida y dinero para repartir entre los más necesitados.

“Nosotros enviamos paquetes de comida con sopa y dátiles a madres que están sufriendo en hospitales por sus hijos enfermos —dice Salim Benamara, imán del Centro Cultural Islámico Cataláneste año mucha gente se ha animado a colaborar con nosotros y cada noche durante el Ramadán nos reunimos unas 400 personas para romper el ayuno juntos”.

Mohamed

Mohamed Belachag trabaja como camarero en el bar de su tío. Hace ocho años que vino a España desde Marruecos. Estuvo siete años viviendo en Menorca y cambió de residencia para ayudar a tirar adelante el negocio familiar en Barcelona.

Dice que trabajar en un restaurante y hacer el Ramadán es jodido, pero no tanto como en su trabajo anterior: Mohamed trabajaba como instalador en construcciones, la mayoría del día bajo el sol, con mucho calor, haciendo fuerza física y con el estómago vacío tal y como indica la tradición.

“Aquí dentro del restaurante hay sombra, estoy tranquilo, y por la noche ya como bien. El Ramadán es un culto muy importante para la redención. A mi me encanta cuando llega el Ramadán. En mi país es cuando hay las ligas de fútbol (empiezan a las tres de la tarde), la gente lo celebra, no hay peleas, no se habla mal y si estás enojado con alguien es la época ideal para hacer las paces”.

Aquí dentro del restaurante hay sombra, estoy tranquilo, y por la noche ya como bien. El Ramadán es un culto muy importante para la redención

Me explica que cuando anochece, justo a las nueve y media, ya pueden empezar a comer. Los dátiles son el primer alimento que se toma para romper el ayuno. Mohamed comenta que las comidas que se preparan después son deliciosas.

Mientras me explica todo esto me prepara un plato combinado de ensalada y tortilla a la francesa. Insiste en ponerme mortadela en la ensalada y patatas fritas dentro del bocadillo de tortilla. Le digo que no como demasiada carne y que intento evitar los procesados y no da crédito a lo que le digo. “Con lo rica que está la carne de ternera con patatas…”, dice sonriendo.

Miriam

Justo en el mismo barrio donde está situado el restaurante de Mohamed está la tienda de dulces, repostería y alimentación de Miriam Salmoun. Atiende a todas sus clientas en un catalán perfecto y explica que a pesar de ser de Marruecos, el hecho de haber vivido casi toda su vida en Barcelona (desde los seis años), hace que su corazón esté dividido.

Yo invito a la gente que lo necesita y regalo la comida a los enfermos y a vecinos que sé que lo pasan mal

“Hoy tenemos carne al horno y sopa, con cosas dulces y saladas, tajín (una cazuelita típica), crepes árabes, chebbakias, higos y huevos duros. Los dátiles que no falten. Los días de Ramadán la mesa tiene que estar llena, a parte tienes que ir a la mezquita a llevar alimentos para aquellos que lo necesitan y también invitar a los pobres a comer en tu casa. Yo invito a la gente que lo necesita y regalo la comida a los enfermos y a vecinos que sé que lo pasan mal”.

Los dulces de Miriam

“Los primeros días de Ramadán son muy difíciles… pero es peor la sed que el hambre. Es todo mental. ¡Mi hijo ayer se adelgazó un kilo! Tiene 16 años. Los niños a partir de diez años ya ayunan durante el Ramadán, se van acostumbrando poco a poco. Primero los viernes y luego unos días seguidos… Nosotros porque no tenemos familia aquí, pero los que sí la tienen se reúnen y dan gracias a Alá todos juntos”.

Sus dulces están preparados a base de azúcar y miel, para coger energía para ayunar durante el día

“Yo celebro el Ramadán pero no llevo pañuelo porque no estoy convencida. Hay maridos que obligan a su mujer a que lo lleve, pero mi marido nunca me ha obligado a nada. Soy yo que no estoy convencida. Mi madre nunca lo había llevado hasta que se casó mi hermana mayor. Se lo puso por respeto a su yerno. Mi hermana en cambio a los once años se lo puso. Va un poco en función de cada mujer”.

Los dulces que vende Miriam tienen muy buena pinta. Me dice que por la tarde tendrá más. A partir de las seis de la tarde la gente compra la comida para la noche. Sus dulces están preparados a base de azúcar y miel, para coger energía para ayunar durante el día.

Zieeshan

Zieeshan Qayyum es un chico tímido al que no le gusta mucho hablar. Trabaja en una frutería y dice que no sabe expresarse demasiado bien. Hace solo dos años que vino de Pakistán. Él recuerda perfectamente su primer día de Ramadán.

Tenía 9 años y según dice fue muy difícil para los de su generación: estaba en la escuela, con sus amigos, y el profesor les explicó para qué servía estar en ayunas. Tenían que purificar su alma, entender lo que sentía la gente que no tiene nada, ponerse en la piel de otro les haría ser mejores personas.

¿Sabes cuando a un perrito le pones comida justo delante que se vuelve completamente loco? Pues lo mismo les pasa a algunos. Para mí ayunar significa un conocimiento mayor de mí mismo y una conexión directa con Alá

“Lo hago porque es mi religión y siento que lo que hago es de verdad”. Comenta que justo este año está siendo más duro por el calor y porque el Ramadán ha caído justo cuando los días son más largos y las noches más cortas, una situación que se da una vez cada 33 años. Asegura que estar en ayunas en Pakistán es mucho más duro que aquí básicamente por el clima.

Empiezo a oler un aroma que me resulta familiar. ¡Hace muchísimo tiempo que no me como un shawarma! El último que probé tenía aceitunas y maíz dentro del pan de pita y de repente me vuelve apetecer uno. Me acerco a un restaurante cercano, y ya de paso aprovecho para preguntarle como lleva el Ramadán a su dueño, Fida Arif, quien dice que se encuentra muy a menudo con gente muy ansiosa por comer su Kebab de ternera y asegura que estar en ayunas durante el Ramadán ayuda a controlar tus impulsos animales.

“¿Sabes cuando a un perrito le pones comida justo delante que se vuelve completamente loco? Pues lo mismo les pasa a algunos. Para mí ayunar significa un conocimiento mayor de mí mismo y una conexión directa con Alá”.

Muchas veces nos viene gente pobre que no ha comido nada justamente a los que vendemos Kebab. ¿Por qué vienen a nosotros? Porque saben que un musulmán tiene que ayudar al otro

Su horario de comidas habituales no es que difiera mucho del de ahora. Asegura que muchas veces hasta las cinco de la tarde no puede comer, porque durante el mediodía y luego la noche es cuando más trabaja.

“Si te fijas los árabes tenemos un corazón muy grande porque nuestra religión nos dice que tenemos que ayudar al prójimo. Muchas veces nos viene gente pobre que no ha comido nada justamente a los que vendemos Kebab. ¿Por qué vienen a nosotros? Porque saben que un musulmán tiene que ayudar al otro, pues algún día te puedes encontrar en la misma situación que él y querrás que alguien bondadoso te dé de comer”.

Me explica que aquí, según lo que ha visto, la gente es más desconfiada, y que hay muchos prejuicios con su religión.

Si alguien cristiano mata a mucha gente dicen que es un loco, en cambio si un musulmán mata es un terrorista islámico

“La gente solo ve lo que dicen por la tele, y muchas veces no salen los atentados que los americanos hacen sobre civiles o incluso los que Zapatero provocó en su día contra nuestra población entrando en guerra. Si alguien cristiano mata a mucha gente dicen que es un loco, en cambio si un musulmán mata es un terrorista islámico. El Islam tiene prohibido matar. No me gusta que se les trate como islámicos cuando en realidad el Islam es una religión de paz. Cuando a Mohamed Alí le preguntaron por qué había adoptado la religión de Osama Bin Laden contestó al periodista: ¿Y tú por qué escogiste la religión de Hitler?”.

Aquellas palabras me inspiraron plena confianza en Fida, que me preguntó en qué creía yo. Le dije que no creía nada en especial, que simplemente intentaba ser una buena persona y empática con los demás. Entonces me dijo: “¿No tienes curiosidad por conocer quién ha hecho la casa donde vives? ¿Quién ha sido el arquitecto? ¿Quién ha creado todo lo que tienes? ¡Simplemente para darle las gracias cada día!”.

Le contesté: “Si me han dado una casa procuro cuidarla al máximo, mantenerla limpia y si algún día se cruza en mi camino la persona que me la ha dado le daré las gracias. Pero si fuese yo el arquitecto preferiría que mi inquilino disfrutara de su vida a que la pasase entera besándome los pies”.

Fida respetó mi opinión al igual que yo la suya. Me pareció muy interesante su punto de vista y me ayudó a ver de un modo distinto la concepción que erróneamente tenía preestablecida sobre el Ramadán pero también del Islam.

La cena popular entre musulmanes y no musulmanes para romper el ayuno del Ramadán organizada por el Centro Cultural Islámico Catalán. Fotografías cortesía del CCIC

Al día siguiente se hacía una cena con los vecinos no musulmanes de la zona precisamente para compartir con los demás su celebración y explicarles qué es el Ramadán y por qué lo celebran.

“Queremos que los vecinos entiendan qué hacemos y nos perdonen si nos escuchan rezando a las doce de la noche, cuando tenemos nuestra última oración” —dice el imán Salim Benamara.

En la plaza principal del barrio montaron dos mesas que llenaron de dátiles y todo tipo de pastas árabes. También se servía sopa de verduras y té a todos los asistentes.

Una chica con hijab repartía un libro titulado “somos musulmanes” y explicaba a todos los allí presentes que ellos eran las primeras víctimas de la islamofobia. Decía que los medios de comunicación solían generar prejuicios y que incluso la gente solía mirarle mal en el metro. ¡Hasta en su instituto había tenido problemas por el simple hecho de ser musulmana!

“Para mí ayunar durante el día en el Ramadán no es nada difícil. Piensa que no he comido ni bebido nada en todo el día, y mientras preparaba la comida para los vecinos no sentía la necesidad de comer. Es todo cuestión de autocontrol”.