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Barack Obama abandonará hoy Cuba rumbo a Argentina, después de una visita diplomática de dos días, la primera que realiza un presidente de Estados Unidos al país caribeño en 88 años. Ayer, sin embargo, la cumbre vivió un momento inesperado, después de que Raúl Castro proclamará ante la prensa que Estados Unidos se comporta “con una doble moral” en asuntos relacionados con Derechos Humanos.
En un momento de la charla de ayer, Obama instó a Castro a que mejore sus condiciones democráticas y de respeto a los Derechos Humanos. Fue entonces cuando el líder cubano saltó y le echó en cara al presidente estadounidense el doble rasero de su discurso humanitario. Instantes después Obama describió su intercambio de opiniones sobre Derechos Humanos con Castro como “cándido y sincero”.
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Ambos discutieron también cuestiones sobre su futura cooperación en términos amigables. Castro, a su vez, señaló que sus relaciones diplomáticas serían infinitamente mejores si los estadounidenses se hubiesen decidido a cancelar el bloqueo económico con el que llevan 54 años castigando al régimen cubano.
“Seguimos teniendo opiniones seriamente diferentes en materia de democracia y de Derechos Humanos”, declaró Obama durante una rueda de prensa conjunta en la que Castro tomó la insólita iniciativa de responder a las preguntas de los periodistas.
Después de que se le interrogara sobre los prisioneros políticos, Castro exigió furioso que se le facilitara un listado con los nombres de los presuntos detenidos. Según el presidente en Cuba no hay presos políticos a día de hoy.
“Dame una lista de en la que aparezcan quienes son esos presos y si la lista existe serán liberados antes de que caiga la noche”, comentó Castro.
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Los DDHH siguen siendo uno de los impedimentos para estrechar nuestros vínculos con Cuba, proclamó Obama, quien añadió que las relaciones entre ambos países solo “florecerán plenamente” cuando el ejecutivo de la isla caribeña avance en esa materia.
“A falta de ello, seguiremos siendo un poderoso incordio para el gobierno cubano”, señaló Obama. Castro dio repetidas muestras de no estar cómodo y mostró su enfado a ramalazos, mientras decidía atender de manera insólita a las preguntas de los periodistas.
En cuanto al bloqueo financiero, Obama respondió que su gobierno terminaría, con toda seguridad, levantándolo. “Lo que hemos hecho durante 50 años ya no es algo que esté al servicio de nuestros intereses ni de los intereses del pueblo cubano”, comentó en relación a un bloqueo que solo podrá ser levantado previa autorización del Congreso estadounidense, donde debería de llevarse a cabo una votación a tal efecto.
Los dos líderes sostuvieron su primer encuentro cara a cara el día después de que Obama aterrizara en Cuba, algo que no había hecho ningún otro líder estadounidense desde 1928. El desplazamiento del líder del ejecutivo estadounidense hubiese sido inconcebible hace solo 10 años. Sin embargo, en 2014 ambos países decidieron empezar a acometer el deshielo de sus relaciones, que seguían regidas por el glacial influjo de la Guerra Fría.
Obama aprovechó su primer día entero en la isla para visitar la plaza de la Revolución. En tamaño emblemático escenario de la capital, Fidel Castro, hermano de Raúl, celebró durante años enormes marchas en contra del malévolo “imperialismo estadounidense”. Obama también depositó una corona de flores sobre el monumento al héroe de la independencia José Martí, y contempló el enorme retrato metálico dedicado al comandante revolucionario Ernesto “Che”Guevara.
“Es un gran honor poder rendir mi homenaje a la memoria de José Martí, un hombre que dio su vida por la independencia de su patria. Su pasión por la libertad, por la liberación y la autodeterminación vive en la gente cubana a día de hoy”, escribió Obama en el libro de visitas.
José Martí fue un extraordinario escritor y poeta del siglo XIX cuyo activismo espoleó la secesión de Cuba de España, y cuyo legado sería reivindicado años después por Fidel como símbolo de la lucha antiimperialista.
Obama se encuentra bajo la presión de sus detractores en Estados Unidos, quienes le piden que exija a Castro que permita la disidencia política y que levante las restricciones que todavía pesan sobre su economía, que todavía sigue regida según principios del comunismo soviético más recalcitrante. A primera hora del día de ayer, Obama visitó el Palacio de la Revolución, desde donde los hermanos Castro lideraron la resistencia cubana contra el estrangulamiento de Estados Unidos durante décadas.
Este ha sido el cuarto encuentro entre Obama y Castro y lo cierto es que se esperaba que la reunión sostenida ayer hubiese dado algunos frutos más significativos. Especialmente después de que el año pasado ambos líderes restauraran sus relaciones diplomática y proclamaran su intención de construir una relación bilateral.
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Obama y Castro asistieron el uno al lado del otro a la interpretación de sus respectivo himnos nacionales, a cargo de la orquesta del ejército cubano. Ambos desfilaron ante la guardia de honor dispuestas para honrarles. Castro se mostró de lo más sonriente mientras agasajaba a Obama.
Pese a todo, no cedió un ápice a las sugerencias del líder estadounidense y proclamó que Cuba seguirá imperturbable con el curso de una revolución comunista que ya tiene 57 años de vida. Las autoridades cubanas proclamaron que Estados Unidos necesita levantar su bloqueo económico y devolver la base naval de Guantánamo a Cuba, antes de que ambos países puedan normalizar sus relaciones.
La aparatosa formalidad de las ceremonias de ayer contrastaron con la informal llegada de Obama a La Habana, el sábado, a bordo del Air Force One. Entonces Castro no acudió a recibir al líder estadounidense, ni dispuso que se le diera la la bienvenida con honores militares.
El régimen de La Habana ya ha expresado su disgusto con el hecho de que Estados Unidos mantenga en uso las instalaciones de Guantánamo, donde tiene recluidos todavía a varios prisioneros políticos. Prueba de ello es la primera plana del periódico oficial del régimen en el día de la llegada de Obama. En lugar de salir en portada con la visita del líder estadounidense, la edición del domingo prefirió abordar en portada el encuentro que este sábado pasado reunió a sendos proverbiales y sospechosos baluartes del comunismo: Raúl Castro y su homólogo venezolano, el dictador Nicolás Maduro.
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