Nunca he visto Friends. Jamás. Ni un trozo. No sé quién es Chandler y me enorgullezco tanto de ello como de otras cosas que podría afrontar con vergüenza pero a las que convierto medio en un logro personal medio en un poco de autoparodia: no haberme comido nunca un mejillón, no haber hecho nunca una paja con la mano o no haber visto ninguna de las películas de El Señor de los Anillos.
Tampoco he visto demasiados capítulos de Los Simpson. En el colegio me quedaba al comedor, así que no estaba en casa a la hora a la que lo emitían. En el instituto tenía que esperar a que mis padres salieran del trabajo para que me llevaran a casa, así que tampoco los pillaba ya en la tele cuando llegaba.
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Al contrario de lo que me pasa con Chandler, sí que sé quién es Bart, pero cuando alguien establece un paralelismo entre la vida real y Springfield o menciona a algún personaje secundario, normalmente no tengo ni idea de a qué se refiere. Y, joder, pasa a menudo.
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Mucha gente dice muchas veces eso de “Mira, esto es como cuando en Los Simpson…” o “Mira, esto es como cuando en Friends…“. Entonces, los que como yo no hemos visto alguna o ninguna de las dos series, nos vemos condenados a preguntar a qué se refieren, y por consiguiente a exponernos a que aquello pierda la gracia y a tener que explicar que no hemos visto ni Los Simpson ni Friends.
A eso o a mirar en el móvil los correos del buzón spam o a borrar fotos para liberar espacio mientras el resto de miembros de la conversación hacen mímica imitando la escena en cuestión o encadenan un gag de la serie con otro.
Para, al menos, encontrarle un por qué a esta realidad, contacto con dos humoristas, Esteban Navarro y Xavier Daura, de Venga Monjas, y con dos guionistas de series, Jorge López del Pino y Mercè Sarrias, y les pregunto qué demonios pasa con estas dos series. Por qué son tan habituales los paralelismos entre escenas de ambas y la vida real, por qué son una fuente infinita de referencias casi universales.
“El punto de partida siempre es la verdad. Son situaciones que hemos experimentado, sentido o visto a nuestro alrededor”
Los Venga Monjas, que tienen una parodia de Los Simpson, Da Suisa, piensan que, en el caso de la serie de Matt Groening convergen dos factores: “por una parte la calidad aplastante de la serie, con un guion que funciona a una cantidad de niveles prácticamente infinita. Y por otra (esta concretamente en España), el hecho de que Antena 3 se haya pasado más de 20 años repitiendo capítulos a diario. Esto ha marcado inevitablemente el ADN pop de nuestra generación. El hecho de que sea una serie tan buena hace posible que veamos un mismo capítulo quince veces y no nos cansemos”, comentan.
Jorge López del Pino lo suscribe. “Para los que nacimos en los 80 y los 90, Los Simpson son un referente cultural. Su emisión coincidió con un época en la que todo lo que salía de Estados Unidos nos flipaba. Además, no había tantas series como ahora, había tres o cuatro y todo el mundo las veía. Los Simpsons era una de ellas”, opina.
Mercè Sarrias considera que el éxito de Los Simpson y el por qué ha calado hasta tal punto en la sociedad como para que sea habitual hacer referencias a sus tramas es que, aunque a veces sean muy delirantes, “hablan de la realidad tal cual es”. “Su punto de partida es la verdad de la vida misma”, afirma. “Con todas sus miserias transformadas, exageradas…, pero el punto de partida siempre es la verdad. Son situaciones que hemos experimentado, sentido o visto a nuestro alrededor”, concluye.
Jorge cree que también es relevante que la trama principal los capítulos de Los Simpson suele arrancar con algo que no tiene nada que ver con lo que ocurrirá después. “Es algo que no suele pasar en las sitcom clásicas”, explica. “Recuerdo un capítulo en particular, en el que Homer veía una película en la que el protagonista daba con un guante en la cara a sus adversarios para retarlos a un duelo, y estos se acojonaban. Homer empezó a hacer lo mismo por la calle, hasta que se encontró con un tejano que sí le aceptó el duelo. Asustado, tuvo que huir a la granja de su familia y allí plantó tomate radiocativo… Estoy hablando del famoso capítulo del tomacco. Es un claro ejemplo de cómo el detonante de la trama no tiene que ver con nada de lo que luego pasa en la historia. Es brutal”.
¿Y Friends? ¿Qué pasa con Friends? ¿Por qué provoca el mismo efecto “esto es como cuando…”?¿Qué tiene en común con Los Simpson? Mercè Sarrias cree que, a pesar de las similitudes del caso, hay diferencias evidentes. “Friends habla mucho menos del ‘mundo’ y se centra en las relaciones entre los amigos. Mitifica las relaciones de amistad —eso de que “los amigos son la familia y lo son todo”— y nos hace reír sobre nuestras miserias como humanos. Para mí es menos ‘social’, está menos implicada con el mundo exterior que los Simpson. En cambio te lo pasas muy bien con sus historias, y quizá por eso y por el tiempo que lleva emitiéndose ha calado igual que Los Simpson”.
“Hoy en día hay tantísimas series tan bien realizadas que es imposible que todo el mundo se centre en una al mismo tiempo”
Pero, aunque una se centre en las relaciones de amistad y esté interpretada por actores y la otra transmita una visión más global del mundo, ambas tienen algo en común que se correlaciona con su permanencia en antena y con el enorme calado social que han conseguido: su naturaleza de comedias de situación.
“Las sitcoms siempre calan más en la sociedad”, afirma Jorge López. “Además de porque hacen reír y el humor siempre se agradece, porque suelen durar más en antena. Las series más longevas suelen ser sitcoms. Friends duró diez años, Los Simpson ahí siguen… al final llegan a formar parte de tu vida, y el roce hace el cariño”, comenta el guionista.
Sobre si alguna de las series que se emite actualmente alcanzará la categoría de “serie que todo el mundo parafrasea todo el rato”, Venga Monjas opina que difícilmente ocurrirá. “Hoy en día hay tantísimas series tan bien realizadas que es imposible que todo el mundo se centre en una al mismo tiempo”, piensan.
“Esto algo bueno, ya que tenemos entretenimiento de calidad para parar un tren. Pero la consecuencia de eso es que los públicos se segmentan hasta el infinito, con lo cual el tipo de mainstream que podía suponer Los Simpson ya ni siquiera existe. Si a esto sumamos que gracias a internet cada espectador escoge su forma de dosificarse sus series, su parrilla de programación, es casi imposible conseguir este efecto de audiencia unificada. Hoy en día es una alegría extraña encontrarse con alguien que sigue la misma serie que estás siguiendo tú, con la misma intensidad”.
Jorge puntualiza que, aunque no ocurra a tanta escala, sí que hay series que lo petan y cuyas referencias son entendidas por un público amplio. “Ahora todo el mundo ve Juego de Tronos, por ejemplo. El otro día iba con un colega y vimos a unos colgados saliendo de un after, y mi amigo dijo… ‘mira, los white walkers’. No sé… igual sólo quería reseñar que por una vez era yo el que no salía de un after”.
Sea como sea y aunque todos entendamos a qué nos referimos cuando nos referimos a los white walkers, aunque a algún nostálgico se le escape eso de “para dentro, Romerales” y nos riamos cuando alguien dice alguna burrada de las de Bender o hace una analogía con Rick & Morty, seguramente nunca habrá una serie como Los Simpson, ni como Friends. No al menos en lo que se refiere a su universalización y a su conversión en referentes cotidianos para la masa.