Música

Ya es hora de reivindicar a las raperas españolas de los 90 y los 2000

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En 1989 aparece el recopilatorio Madrid Hip Hop, el que se considera el primer disco de rap en España, publicado en vinilo. Gobernaba Felipe González, el matrimonio homosexual aún no existía en nuestro país, el terrorismo de ETA era una de las principales preocupaciones de los españoles y la heroína seguía haciendo estragos en los barrios obreros.

En él participaban algunos raperos y grupos como DNI, Estado Crítico, Sindicato del Crimen o QSC. Entre ellos no había ninguna mujer. Muy poco tiempo después, ese mismo año, sale al mercado Rap In Madrid, otro recopilatorio de un estilo aún marginal en España en el que, esta vez sí, se incluyen dos temas interpretados por artistas femeninas: Sony & Mony y Sweet.

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“Es la musa de los rappers, la chica sexy que les canta: ‘¿Es que no lo ves? Te quiero de verdad’. Tiene 17 años y es de Villaverde Bajo. Se llamaba Mari Luz hasta que la compañía de discos la rebautizó con el nombre de Sweet ‘por su carácter dulce’. En realidad es muy suave y pone morritos al contestar. Cuando otros rappers le gastan una broma que no le gusta pone mohín de llorar y se va corriendo como si todavía estuviera en el patio del colegio de las jesuitinas donde estudió”, decía de Sweet una una pieza publicada en El País en abril de 1990.

Ese mismo año le hacen una entrevista en Telemadrid y le preguntan que si tiene novio, que si se quiere casar y que qué opina del matrimonio y de tener hijos. En otra entrevista en TVE, la conductora de Rockpop, Beatriz Pecker, la presenta diciendo a los espectadores “Sweet es una mujer, como veis, y yo no sé si es un poco raro las mujeres en el rap en España”. Le responde que sí, que es raro. Que en España son “muy poquitas todavía”.

En 1997, El Meswy, miembro de CPV, publica su primer LP, Tesis doctoral. Tiene varias colaboraciones y entre ellas hay un tema con la que se considera una de las grandes exponentes femeninas del rap patrio de la época: Arianna Puello. El tema se llama Mujer Chunga y, tras él, la rapera de origen dominicano lanzó su primer maxisingle, El tentempié.

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Arianna Puello en sus inicios. Imagen vía Arianna Puello

“Maldita sea, mírame, ¿tengo pinta de zorra o de fulana, de guarra o de inocente que no se entera de nada?”, arranca la intro. Continúa hablando de la emigración y sus causas, de la colonización y de cómo la gente se quedaba mirando por la calle su “pelo esponjoso”. Porque aunque aún no había medios que les preguntaran incansable y casi automáticamente, muchas veces más por el titular que por interés, por cuestiones relacionadas con su género, raza u origen y la manera en la que lo reflejaban en sus letras lo hacían. Porque aunque nadie se refiriera a ellas ni ellas se autodesignaran con la desgastada fórmula “mujer empoderada”, lo eran.

“Cuando empecé no me sentía cuestionada por ser mujer, o no más que un hombre. Me sentía como una fruta exótica, todos me observaban y opinaban sobre mí. Y obvio que había de todo. Donde sí veía la diferencia era en las contrataciones de los eventos musicales, donde desde siempre en la cartelera predominan más los hombres que las mujeres”, dice Arianna Puello.

Mientras Arianna Puello publicaba su primer disco, Noe, integrante de Dlux, uno de los grupos de r’n’b que también nos dieron los últimos 90 empezaba a colaborar con Sólo los solo, como después haría con Nach, Arma Blanca o Magnatiz. Mientras tanto, en Sevilla, la que muchos denominan la madre del rap en España, Ana María Rodríguez Garrido, La Mala Rodríguez, empezaba a hacer sus primeros temas. En 1999 aparece su primer maxi, A jierro, un año después el segundo, Yo marco el minuto/Tambalea, y poco después, también en el 2000, lanza uno de los discos fundacionales del género en España: Lujo Ibérico. Con temas como Yo marco el minuto, Tengo un trato o La cocinera se convirtió pronto en disco de oro.

“Era una mujer en una escena en la que predominaban los hombres, pero he vivido siempre con mucha naturalidad. Quise ser tratada como uno más”, dice La Mala. “Siempre me han preguntado eso de cómo podías estar ahí metida y yo no he sabido qué contestar. Me sentía muy bien en ese ambiente, éramos pocas chicas pero eran súper lindas, cuando empecé a cantar fueron viniendo más y más chicas a los shows y eso fue algo que recuerdo con mucho cariño. Creo que estaba demasiado dentro para darme cuenta de lo que pasaba fuera, yo solo quería contar mi historia. Todo ha sido bueno, incluso lo malo. Incluso hoy la música de una mujer no es tan importante como la de un hombre, pero he conseguido llegar a muchas personas y eso es maravilloso”, añade.

“Hoy lo que nos pasa a las mujeres es más visible, visible aunque sea incómodo, aunque siga siendo políticamente incorrecto. Las mujeres ya no se callan, se ha dado un paso al frente en ese sentido. Yo misma he hecho muchos cambios en mí, me gusta hacerlo continuamente. Aprender, tratar de mejorar mi persona… pero aun así me sigo sintiendo representada por las letras de cada una de mis canciones”, remata.

Dos años después de la publicación de Lujo Ibérico, Sondkalle, un trío de Barcelona formado por Úrsula, Mr Guti y Dj Gely lanza su maqueta Skani Skani First In The Ghetto. Dos de los componentes del grupo, ya desaparecido, eran mujeres. “En realidad el mundo entero ha estado siempre masculinizado, no solo el rap, pero eso no ha sido una barrera en mi vida como lo ha podido ser, por ejemplo, ser de clase baja”, dice Úrsula, la MC que rapeaba sobre las bases que pinchaba Gely y que fue, además, la primera mujer que participó en una batalla de gallos oficial en nuestro país.

“Me considero un ser vivo no adaptado a la sociedad, ya sea feminizada o masculinizada. Dentro del rap me he encontrado con neandertales callejeros muy heteros y también con mujeres que feminizan tanto que es denigrante como humano. La sexualización la hace quién no dispone de otros argumentos, ya sean intelectuales o emocionales. Si en algo he podido destacar es en mantenerme al margen de cualquier movimiento social ya que no creo en ellos ni en su sospechosa espontaneidad. Más bien, estoy del lado del marginal, de la situación concreta y real y no de la gran lucha social impuesta por las corrientes que convienen vete a saber a quién”, añade.

Úrsula recuerda sus inicios y dice que, cuando empezó, “sentía que la mayoría de la gente es idiota y que, como todo idiota, tienen prejuicios objetivamente incomprensibles. Contactaban conmigo hombres raperos para colaborar porque necesitaban o querían a una tía rapeando y les daba igual quien fuera. Nunca he aceptado invitaciones así. Los medios sólo se acuerdan de un artista cuando éste baila el agua a la tendencia impuesta por los mass media. Así que imagina mi éxito por las alfombras rojas”.

No es la única que critica ciertos aspectos del feminismo y cómo se representan en la música urbana contemporánea. “Siempre he apoyado la unión y el apoyo entre las mujeres, pero siento que el feminismo se ha desvirtuado de manera horrible hoy en día, como gran parte de las cosas se siguen desvirtuado en esta sociedad capitalista y ridícula”, dice Arianna Puello. “Se debe exigir lo que verdaderamente importa y que una de las cosas más importantes a través de la cual conseguiríamos la igualdad es dejar de poner la imagen de la mujer como esclava sexual del hombre, que la mujer deje de exhibirse como un pedazo de carne apetecible”, añade.

Entrados los 2000 cada vez más mujeres hacían rap, un género que todavía era underground como comenta La Mala. “Estaba creciendo lentamente y aquello fue lo mejor de esa época. A mi lo que más me gustaba de aquellos años eran las fiestas en Madrid donde ponían dancehall, bailar toda la noche”. Recopilatorios del género como Estilo Hip Hop o Hip Hop solo en español cada vez incluían más artistas femeninas, porque cada vez había más: Wöyza, Shuwa Wuga, Las Niñas, Syla, Le Fay, Zeta Drastyka, Zeidah…

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Zeidah en su primer concierto, en 2008, en la sala ZooClub de Barcelona. Imagen vía Zeidah

“Cuando empecé a escribir no era tan consciente de la realidad en cuanto a lo que era ser una mujer en una escena masculinizada”, rememora Zeidah, que tenía 16 años cuando escuchó las primeras rimas de Arianna Puello y Shuga Wuga y empezó a escribir las suyas. En 2009 publicó su primera maqueta, Justicia verbal. “Aunque la presencia femenina fuera poca era de una calidad muy alta, me representaba y solo me esforzaba en mejorar para poder llegar al nivel de esas referentes que admiraba. Fue después, cuando ya llevaba más tiempo, que empecé a notar las consecuencias de esa situación. Al principio solo estaba enamorada de esa música y de ese modo de vida”.

“Una vez que empecé a moverme más en serio sí que topé con algún comentario, con que te cuestionan por temas relacionados con tu género y no por tu calidad artística, con la cosificación sexual, con el “para ser una tía no lo haces nada mal” y cosas similares. Además de que siempre se hacían comparativas entre raperas para evaluar su calidad pero nunca comparativas entre raperos de distinto género. Casi como que solo por ser mujeres jugábamos en la liga de repuesto”, recuerda.

https://www.youtube.com/watch?v=1rvF0yyeSWo

“Al principio se contaban con los dedos de la mano (aquí y en todo el mundo, ojo) las mujeres en el rap”, dice Dobleache, editor de la revista Hip Hop Life. “Pero conforme avanza la sociedad se derriban muros machistas y sexistas, gracias precisamente a la lucha y sensibilidad feminista emergente y la visibilidad de unas mujeres estimula a otras a crear y hacer cosas. La cosa evoluciona y lo que lo ha posibilitado es la lucha de las propias mujeres, que han abierto los ojos a otras mujeres y hombres y les han hecho ver la la validez de su discurso, su potencial, diversidad, y hasta su rentabilidad si hablamos en términos de industria o negocio, además de los términos culturales”.

En su comentada entrevista en La Resistencia, a La Zowi la recibieron con un tema de Dr. Dre y Snoop Dogg y les dijo a Ricardo y a Grison que si no podían poner algo más actual. Pero quizá con el caso de las mujeres en la música urbana española deberíamos hacer justo lo contrario. Quizá deberíamos, de vez en cuando, escuchar algo menos actual, revisitar y reivindicar a las que, como a Sweet, les preguntaban si se querían casar en las entrevistas. A las que se abrieron un hueco en los escenarios, en los discográficas y en los recopilatorios sin que nadie prestara demasiada atención a que para ellas era un poco más jodido, un poco menos fácil. A las que, como La Mala, se convirtieron en disco de oro sin aspavientos y sin que nadie dijera que había “firmado el contrato más caro de to el gremio” ni que había abierto “un agujero para que todos entremos“.

Sigue a Ana Iris en @anairissimon.

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