Dedicamos este texto a quienes han robado
libros para nosotros, a todos esos Robin Books.
Robar está mal. Lo sabemos. Y no queremos convencerte de lo contrario.
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También sabemos que los libros valen cada centavo de su precio, pero eso no quiere decir que todos los lectores puedan adquirirlos (el salario mínimo es de menos de 65 pesos, y un libro barato costará, de menos, cien pesos). Obviamente también existen bibliotecas, pero seamos sinceros: casi ninguna tendrá más libros de Robert Walser que tomos de la historia del teatro jalisciense del siglo 19. Triste pero cierto.
Y seamos más sinceros aún: ese gusto por poseer los libros y que nos lleva a releerlos, rayarlos, doblarlos, viajar con ellos, prestarlos, regalarlos y perderlos, es un aliciente que si no tienes dinero, debe resolverse con otras posibilidades como la bibliocleptomanía.
No nos referimos a quienes roban libros para venderlos después. Tampoco por los cleptómanos que robarán cualquier cosa (incluyendo libros). Escribimos esto para todas esas lagartijas delincuentes, que aman llenarse la cabeza de mentiras escritas por los mejores embusteros de la historia, y que se devanean entre gastarse esos 150 pesos en transvales para los camiones de todo el mes, o en una versión barata de La metamorfosis, de Kafka.
El pillaje de libros se da con más fuerza en lugares como Feria Internacional del Libro de Guadalajara (la feria del libro más importante en lengua castellana y la segunda más importante del mundo). Según una cifra del 2011, el robo de libros puede llegar a ser del diez por ciento de la mercancía. ¿Por qué? Quizá porque es más fácil robar en ferias que en librerías.
Así que si ya te anda por surtirte de libros para las vacaciones navideñas y así poder sobrellevar el bodrio de tus fiestas familiares y las misas de gallo, pero no tienes dinero, te damos algunos tips para que no termines en El show de la barandilla. Para hacer esta lista, además de nuestra modesta trayectoria en el ramo, agradecemos la invaluable ayuda de este texto de Rodrigo Fresán, y esta declaración de Roberto Bolaño.
Hazlo en ferias, con mucha gente
Nuestros hermanos lectores, editores, colegiales acarreados, compradores, vendedores, personal de limpieza, ¡todos juegan! Métete entre ellos, entre su glamurosa entrega por la industria editorial, en su apasionado arrojo por la literatura… y ataca las repisas.
Toma rivotril
Elemento indispensable en el mundo del hampa. Sabes que probablemente eres tu propio enemigo, y que tu corazón delator no resistirá la tremenda encomienda de robar. Tómate medio rivotril (si no sabes cómo conseguirlo consulta nuestra Guía Vice para que las chicas compren sus drogas con estilo, también sirve para chicos) y sal relajadamente a decirle al mundo cómo no estás cometiendo absolutamente ningún robo mientras cometes un robo.
Foto vía.
Las gabardinas, bolsas grandes y folletería son tus amigos
Por razones obvias: ahí puedes guardar un chingo de mercancía mientras luces elegante. La folletería, además de asesinar arbolitos y llenar al mundo con más mierda publicitaria, sirve para envolver esos delicados productos de la imaginación humana que nos harán vibrar con frenesí el resto de nuestras vidas llamados libros impresos.
Asegúrate de que nadie mire
Mucho menos policías ni libreros. A los primeros es fácil identificarlos porque traen uniforme, y con los segundos sólo tienes que poner atención en los gafetes. Sólo evita no poder demasiada atención como quedárteles viendo veinte minutos directo a los ojos (algo que es probable que pase bajo los influjos del rivotril).
Elige cuidadosamente el libro que quieras robar y ubícalo
Las decisiones de último momento a veces no son las mejores. Así que identifica a tu presa y ve por ella, haz notar que ella y tú siempre se han pertenecido, como si el suyo fuera un matrimonio entre hortalizas orgánicas. Puedes revisar antes los catálogos por internet o darte una vuelta a la librería o feria para hallar su ubicación física, también puedes ver si hay cámaras o detectores, y entonces actuar al respecto.
Lleva a un distractor (también dale rivotril, pero no mucho)
Esa personita preguntará sobre algún título (nuestro distractor debe saber cuál libro robarás para de ninguna manera encaminar al entusiasta profesional del libro hacia el área donde estarás actuando). El distractor puede usar La muerte de Abstemio Cruz o Cien años de sobriedad (que nos robamos de un libro de Mauricio Bares) para incluso darle un poco de diversión a los pobres libreros y edecanes que pasan 20 horas de pie en los días de feria. ¡Hasta harás una buen acción!
Evita robar dos stands vecinos el mismo día
A nosotros, la verdad, nos daría culo. Recuerda que la probabilidad de que la riegues aumenta si lo haces en el mismo lugar. Digamos que sólo es un consejo para extra precavidos.
No vuelvas a la escena del crimen
En realidad siempre habíamos querido usar ese enunciado y nunca habíamos tenido la oportunidad de hacerlo, hasta ahora.
Si te pillan, sé buen gatito y devuélvelo (alega que fue una confusión y que estás drogado)
Lo cual es cierto. Vas hasta el pito de benzodiacepinas. Así que ya no la hagas de pedo o te va a cargar la tira. Y no quieres terminar robando libros de la biblioteca de Puente Grande. Créeme.
Cuando puedas pagar por un buen libro, no dudes en hacerlo
Estás robando porque eres estudiante, pobre, te bebiste e inhalaste todo el dinero de tu familia, o simplemente porque todo el dinero del mundo no es suficiente para comprar todos los libros que quieres, ¿ok? Pero promete que cuando seas millonetas o tengas un empleo que solvente gastos pendejos como pagar tu renta, croquetas para el gato y comprar tu comida, no te vas a medir y vas a gastar toda tu fortuna en libros, porque leer es lo que más adoras hacer en el mundo.