Cada año el cartel de Rock al Parque despierta amores y odios. Ya es una especie de tradición que con el tiempo cobra más relevancia porque después de 24 ediciones es importante pensar cuál será el futuro del festival. Pero este año el debate estuvo más intenso porque hubo cambios significativos en el día del metal: se presentaron menos bandas y empezó más tarde que las últimos ediciones. Obviamente esto generó críticas, quejas y expectativa por ver, ¿cómo iba a responder el público?
Y el público metalero no falló.
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Este año la gente llegó desde temprano. Tal vez porque el festival empezó a las tres de la tarde, o porque al público le dolió que el festival arrancara más tarde y decidió representar desde temprano. Sea como sea, fue grato ver que las bandas que abrieron lo hicieron frente a un buen número de metachos emocionados. Porque es una lamentable costumbre, y no solo de Rock al Parque, que los teloneros toquen frente a pocas personas.
Y si bien hubo menos bandas la calidad de estas fue mayor. La emotiva presentación de Masacre, la brutalidad de Suffocation, el épico concierto de Dark Tranquillity con la Plaza llena y el oscuro cierre de Dark Funeral sin duda marcaron la historia del festival. Y no se puede dejar de lado la fuerza de las banda colombianas bien representadas con Tears Of Misery, Vobiscum Lucipher, Loathsome Faith e Implosion Brain que no se guardaron nada en el escenario y demostraron el buen momento del metal colombiano.
Ese buen momento también lo demostró la gente que llenó el parque, que pogueó, que cantó y que lo dejó todo en cada banda. Obviamente el hecho de que a las 7:15 de la noche ya se hubieran cerrado dos tarimas influyó en el lleno de la plaza, pero eso también es un buen síntoma de la buena respuesta que tuvo el metal en su día. Ahora el reto es que esa respuesta empiece a reflejarse en los conciertos locales, porque de nada sirve llenar el Simón Bolívar si el resto del año no hay apoyo. Y este año la oferta es demoledora, tanto que nos hace pensar hasta en que podría haber una sobreoferta de eventos.
Por un lado es muy positivo e importante que vengan los mejores grupos del mundo y grandes festivales como Knot Fest, pero por otro lado, vale la pena preguntarse esto como afecta a la oferta local. Como sea, el metal colombiano seguirá creciendo a medida que la escena local siga creciendo y consolidándose, ya que esto fortalece a nuestras bandas y al público.
Rock al Parque es el lugar que nos debe hacer pensar cuál es el siguiente paso que debe dar nuestra escena porque es el único espacio donde todos los componentes del metal colombiano se juntan: el público jóven, el público curtido, las bandas, los medios, los empresarios, los emprendedores y los curiosos. Todos llegan a este espacio que este año demostró que está listo para dar un nuevo paso y de cara a su 25 aniversario debe ser repensado para aprovechar su potencial. Porque el mundo cambia, la industria cambia, la música cambia y por eso no es de sorprenderse que el festival también cambie. Pero está en manos de quienes hacen la escena que ese cambio sea para bien.
Asistir en masa es un buen comienzo, que las bandas cada vez suenen mejor es un buen síntoma, que Colombia esté en el mapa de la mejores giras es muy positivo, pero ahora hay que pensar que estamos en un momento en el que el metal colombiano se tiene que poner las botas y prepararse para que no solo sea el mejor de la región, sino del mundo. Y la única forma para que esto suceda es que todos los actores dejen las palabras y comiencen a pensar más allá del concierto y la camiseta y de verdad se pongan a trabajar y a apoyar, a repensar el metal nacional.
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