Música

Ruidosa: Cuando la música la hacen ellas


Francisca Valenzuela. Todas las fotos por Carlos Molina

El pasado sábado 5 de marzo en la Fundación Cultural de Providencia en Santiago de Chile, Francisca Valenzuela —a la dirección de un equipo de mujeres gestoras y comunicadoras— hizo historia. Reunió en menos de 24 horas a 15 mujeres clave en la historia reciente de la música popular de Chile.

Videos by VICE

Así armó se RUIDOSA: el primer festival feminista de conversación y música en vivo que se realizó en la capital trasandina. Con esto, la autora de “Peces” da muchos pasos adelante en la historia de la lucha de las mujeres en la cultura: abre un espacio a músicas para conversar, además de reunir a áreas distintas como el periodismo musical, la gestión cultural, el mundo de la producción, sellos y booking dirigidos por mujeres. Francisca dio a luz un pequeño movimiento cuya vigencia se delinea en la gran afluencia de público, en las mamás que trayendo a sus hijas a ver a su estrella pop favorita quedaron absortas escuchando historias de discriminación, violencia, abuso callejero y sexismo laboral. Al mismo tiempo que historias de éxitos, giras, portadas de discos y autogestión. Hijas, mamás, adolescentes, ancianas perdidas en medio de besos robados en un jardín de Pedro de Valdivia, disfrutaron por la mañana de la música de Natisú, Paz Court y de la misma Valenzuela al comando de su piano juvenil.

Francisca, el cuerpo de trabajo

Para saber por qué Valenzuela puso una nueva palabra en la boca de las adolescentes del cono sur, conversamos en el piso de una galería. Estirando las piernas y el cuello, como niñas que se intercambian piezas de un juego que no terminan de aprender.

NOISEY: Hola Francisca, lo primero que quisiera saber es ¿A qué necesidad responde RUIDOSA?

Francisca Valenzuela: Siempre tuve la fantasía de armar una experiencia que protagonizaran las mujeres desde la música y desde la conversación. La idea comenzó a decantar y pude ponerle un orden y concretarlo a mediados del año pasado. Dije: ‘estoy en una posición donde tengo la infraestructura, las posibilidades, el interés, el tiempo y la energía para concretar’. También se sumó la experiencia de haber estado en los Grammys en noviembre hablando de esto con diferentes colegas, y tomó mucho sentido. Entonces al volver a Chile para la gira que hicimos, me acerqué a Zancada para que me ayudaran un poco con la producción. Encontré a mis partners y empecé a contactar directamente a todas las chicas que quería que participaran, y fue como “Obvio, sí. Bacán”. Me parece interesante poner el concepto de “Feminismo” sobre la mesa y sacudirlo un poco del bagaje negativo que tiene siempre. Y así desempolvar una idea de feminismo y de inclusión, que cuente con las multi-verdades, con los multi-relatos, con una validación transversal sobre las historias.

¿Es RUIDOSA la salida política de tu proyecto musical?

Puede ser. Yo creo que esto sí es político, en el sentido de tener a personas conversando de un tema como este, en un espacio público puntual, aunque sea compartiendo su testimonio, su perspectiva, me parece que ya tiene un espíritu político. Creo que es interesante la intersección entre política y activismo con música y cultura. Ruidosa tiene un afán político en el sentido de ser fuertes, de visibilizar ciertas cosas, de tener algo que decir, de ser partícipes, de ir aprendiendo a ser ciudadanas; de ser una mujer, un individuo consciente y conectado. Ha sido muy orgánico el trabajo porque es una búsqueda que refleja un interés personal: mi inquietud por los temas de género, mi inquietud por educarme y por cuestionarme qué cosas han sido importantes y cómo puedo aportar.

Leí al menos las primeras 1,500 preguntas que llegaron y creo que lo más interesante es ver que existe una resonancia con los temas: “admiro a mujeres que hacen cosas”, “quiero aprender ciertas cosas”, “soy música”, “soy ingeniera en sonido”, “soy estudiante de temas de género”, “me parece interesante conocer más del feminismo”. Mi intención es aprender a aportar a una sociedad de manera teórica, y que esto tenga una visibilidad e integración real; pero también ayudar a que mujeres se sientan con la autoestima, con la confianza y la validación para decir soy a, b, c, d… z. No importa que no sea a, b o c, porque puedo ser como yo quiero y reconozco cuando algo está mal. Reconozco cuando algo no me acomoda, reconozco que hay diferentes referentes y modelos para hacer lo que quiero.

En ese sentido, hay que cuestionarse los privilegios, esa es la invitación, ¿cachai’?. Tanto de un rol como el mío, como el de un hombre… que el hombre se cuestione sus privilegios y que si una mujer le dice algo no se lo cuestione. Porque las mujeres estamos en la permanente justificación. Y es importante que lo hagamos en la música, que es un área de mucha relevancia y visibilidad porque tiene un impacto con volumen.

Pero uno no nace feminista ¿Cómo apareció en ti la inquietud del feminismo?

No me habían preguntado eso nunca. Creo que nace en mi casa, realmente. Tengo una familia con una madre que es una mujer, madre y profesional tremenda. Una ídola. Se suma a cuatro hermanos y un papá que son también —como dicen los gringos— “champions” por las mujeres, en gran parte. Las primeras personas con las que trabajé dentro de la música también fueron un gran referente, validaron mi identidad, onda: “sí, dale, obvio”, “sigue adelante”, “es bacán”. Esa interacción realmente muy de iguales, sumado a una búsqueda más intelectual, más teórica, me armaron. También pienso en el factor de identificación con poetas, con las escritoras de las músicas; fue algo natural. Soy ávida consumidora de ese tipo de contenidos, entonces creo que de alguna manera por ahí se canalizó para mí el feminismo. Sean las Spice Girls, sea Dorothy Parker o sea Violeta Parra. Después fui encontrando cuál era el lenguaje, cuál era el trasfondo de esta búsqueda y qué tipo de “feminismo” (entre comillas) se identificaba conmigo.

Además, cada una de las mujeres de la programación representan cosas distintas para un sector cultural (no tan diverso, pero) que crea estereotipos y con eso hace discriminaciones. En ese sentido ¿Te has sentido discriminada por ser Francisca Valenzuela y representar lo que representa “Francisca Valenzuela”?

Es bacán esa pregunta. Y es una observación muy sutil que yo creo que salvo yo u otra colega con características similares y que se desempeñe en un rubro como el nuestro va a entender. Y sí, me pasa. Es como el fenómeno quinceañero. Cuando empecé —y voy a ser súper franca—, yo venía con esta herencia de “ya voy a ser pianista” y después saqué “Peces” y chévere “Peces”, pero fue como “¡Ay, la pobre hueona!”. Así fue en los medios y con los hombres. Con el público, en cambio, fue maravilloso: “Es honesto, es de verdad”.

Yo jamás había auto-reflexionado así, porque era una canción que escribí nomás. Y veo cómo hace 10 años atrás se generó esa sensación: “Chuta ¿y es malo que una canción sea así de honesta, que tenga este tono y que se trate de este tema?”. Fue como un castigo. “Es menos valioso y es frívolo porque se trata de un desamor, porque se trata de alguien allegando, porque se trata de una quinceañera”. Con eso viene entonces ese castigo a las quinceañeras y una caricaturización increíble. O sea, ¿cómo? ¿Es menos valioso porque un tipo muy virtuoso y estudioso de 35 no lo apoya? ¿Entiendes? Fue una cosa difícil de sacudirse porque era excluyente tener esa vena, esa vertiente juvenil. Con el tiempo no me di cuenta que eso me estaba generando una molestia y que me tenía que estar defendiendo. Incluso me decían “No, mira, que a ti te gusta mostrar el hombrito”: “hombrito para delante y hombrito para atrás”, me lo decían por las fotos. Y eso era un castigo, cachai’, porque era vanidosa. En Chile y Latinoamérica la noción de feminismo da susto porque uno es igual a “indeseable” u “odia hombres”. En un comienzo me atacaban diciéndome cosas imbéciles como “¡Eres lesbiana!” Ja, ja, ja, ¡como si eso fuera una ofensa! o “¡Ay, la hueona feminista!” Cuec, cuec. Eso era muy difícil, porque yo a los 18, no soy igual que a los 28 que ahora tengo. Para mí es interesante imaginar cómo será esto para una persona de magnitud de Miley Cyrus, de una magnitud realmente relevante.

Ese público quinceañero va creciendo contigo, te sigue. Pero llega el día que les hablas de feminismo… ¿Por qué a esas niñas les debiera interesar algo que quizá no representa un problema?

Yo creo que sí les afecta. Afecta en cómo se representan a las mujeres en los medios de comunicación y en todo lo que uno hace, en el lenguaje, en construir sociedad, en la visión de mujer que existe socialmente. Por ejemplo, hace días me dieron un premio de “Enersis, Energía de Mujer” e incluso en la premiación —que fue con la mejor de las intenciones—, retrataron a una mujer que perpetúa el código binario, la mujer que es tan comprensiva y todas esas cosas así. Y los códigos binarios afectan tanto a las mujeres como a los hombres. Porque después llegan los hombres que no juegan futbol, y no hacen esto ni lo otro y ahí quedan, traumados.

Me acuerdo que las primeras veces que posteé sobre el aborto en el blogspot que tenía, la reacción fue así como “grrrr, grrrr”, como hater y trolleo heavy. Ahora lo hice hace unos días a raíz de la votación por las tres causales y no veo eso. Veo una comprensión y una discusión mucho más concreta sucediendo. Tampoco creo que sea una obligación para nadie. No creo que los músicos tengamos que salvar el mundo. Es algo individual, es un compromiso ciudadano que uno puede tener o no. Yo no me he sometido a un aborto; sin embargo, estoy a favor de que exista la opción para que las mujeres, para que la ciudadanía confíe en sus mujeres y que la responsabilidad de la familia no siempre recaiga en la mujer. Para ser más clara: yo estoy de acuerdo en una ley de aborto general, universal, abierta al 100%, al igual que una ley de matrimonio igualitario para todos.

Volviendo a Ruidosa ¿Qué es lo que queda pendiente?

Hay que ir paso a paso. Yo soy heavy acelerada y falta mucho. Lo ideal para un futuro sería una puesta en escena mucho más diversa: desde el folclor puede ser la Evelyn Fuentes, Pascuala Ilabaca, La Chinganera también… Ana Tijoux —que no pudo participar— pero no sé, otras mujeres del punk o del hip hop.

Mujeres antes que estrellas


Conversatorio 1: Camila Moreno, Denise Rosenthal, Javiera Mena, Francisca Valenzuela.

Llegó la mañana Ruidosa, un sábado sin tanto calor, sin tantos autos, ni smog. Francisca dio un discurso inaugural, cantó y continuó Natisú. Una fila de acreditación nunca antes vista para una charla; casi llegó a la entrada del metro Pedro de Valdivia. Los tipos de los kioskos y de los carritos de dulces no entendían nada “¿Qué está pasando aquí?”, “Oiga, ¿qué artista se presenta?”, “Debe ser para chicos, ¿no ve cuanta pendeja anda acá?” Le responde el tipo que vende las joyas con circonitas.

Pero fue al otro lado del jardín donde comenzó a escribirse este capítulo, en el primer conversatorio llamado “Desde la música”. Con un salón repleto de fans adrenalínicos, Valenzuela comandó una conversación junto a la reina del electro pop Javiera Mena; el teen pop en spanglish de Denise Rosenthal; y Camila Moreno, la autora de las canciones más rabiosas del pop-folk actual.

Camila, en el ala izquierda de la sala, reconoció que “existe un misterio que circunda la creación femenina (…) Una fuerza que se encarna en la mujer. Una energía que está asociada con lo irracional, con lo salvaje, con lo que no se puede controlar. Una energía que ha sido aplacada y censurada por siglos”. Una breve introducción para los primeros reconocimientos feministas. La primera fue Javiera Mena: “Creo que vengo de una familia muy feminista. En mi casa, mi mamá manda a mi papá; él hace caso, pero también con una empatía muy grande y un respeto que nació porque mi mamá es muy power (…) Hace unos 4 años recién empecé a saber de feminismo, porque para cualquier mujer latinoamericana normal, el feminismo no es algo muy común (…) Después de analizarlo considero que he sido muy feminista en mi carrera”.


Denise Rosenthal

Mientras que Rosenthal reconoce en el feminismo una necesidad de autoexpresión “sin miedos”, para Camila Moreno el tema se tornó más complejo: “Es un tema súper complicado porque apenas empiezas a hablar de esto, salen los huevones a gritarte “¡Feminazi!”. Como si uno tuviese una trinchera donde eres reducida, empequeñecida… Como si fuésemos una minoría. Y hago hincapié en que esto también les pertenece a los hombres. Esto le debiese interesar a una sociedad consciente”.

Luego, con un silencio seco, que ni un celular pudo interrumpir, escuchamos el testimonio de Camila: “Los hombres realmente no saben lo que vivimos las mujeres. A mí me han tratado de abusar dos veces. Una vez un profesor de matemáticas particular, en mi casa, me intentó tocar las pechugas. Y en la micro cuando era escolar, siempre estaba el heladero que te miraba con una cara particular o te decía algo al oído. Por ejemplo, yo ya dejé de salir en micro por la noche; ya no lo hago porque me da miedo y eso es grave e injusto (…) Es difícil darlo a conocer esto, porque los hombres salen a la calle y no sufren este tipo de situaciones”.

“Cuando yo tenía 14 años —agregó Denise— en el paradero de micro iba un huevón cerdo, un viejo asqueroso. Me agarró el culo de una manera cerda. Y la verdad es que me quedé inmóvil, no supe moverme, no supe qué decirle ni cómo enfrentar la situación. Da miedo decirlo, porque te sentís culpable, no sabés cómo enfrentarlo, ni a quién recurrir.”


Javiera Mena

Desde su asiento, Javiera Mena hizo hincapié en el crédito que se le resta a la mujer a la hora de producir: “Hay una herencia de que la mujer no puede participar de esos procesos. Ahora está cambiando un poco (…) pero a mí me llama la atención de que colegas músicos respetados —no voy a decir hombres— no pueden creer que una mujer sepa de sintetizadores ‘¡¿Cómo?! ¡¿En serio?! Las mujeres no hacen eso’. En mi caso, siempre le dan el crédito a personas que trabajan conmigo y, claro, yo vendría siendo como una especie de producto, no tengo visión. En el Festival de Viña —recientemente— lo primero que me preguntaron fue “¿Quién te hizo las secuencias? ¿Quién te hizo esto?”. Todo el mundo asume que una mujer no tiene creatividad, que simplemente es un instrumento”.

Francisca, así mismo, denunció situaciones incómodas de sexismo en la industria: “Estaba súper incomoda: ¿Por qué este gallo está haciéndome un contrato y hablándome así como “Uy, princesita linda”? ¡Y se puso de rodillas en un minuto de la reunión! Juro que así fue. O ese tono condescendiente constante (…) Pasa que uno decide no decir nada porque se siente alharaca, la víctima o la reclamona”. A lo que Camila agregó: “Es una fina línea de ambigüedad constante. Me pasa que en el medio tengo mucha fama de ser problemática, porque tengo carácter y digo las cosas que me molestan (…) Dicen: ‘Camila es incontrolable’, ‘Nadie la puede atajar’ (….) Hay como un miedo a esta figura, a este arquetipo de mujer que dice las cosas sin pelos en la lengua y que dice ‘Esto no me gusta, cámbialo porfa’. Entonces si lo digo con carácter, dicen ‘Chucha, qué brígida’. ¿Por qué tengo que decir todo con una sonrisita? ¿Porque soy mujer? (…) Estoy segura de que si yo fuera hombre todo el mundo me respetaría mucho y diría ‘Oh, este huevón sabe lo que quiere’”.

En lo que sería el último higlight del panel, Mena reconoció que le gusta trabajar con mujeres y que es un poco discriminadora: “Siempre digo: ‘Ojalá que sean mujeres o hombres gay’ (…) Como política priorizo el trabajo de una mujer. Si es que hay una mujer que me convence hay que priorizarla, creo que se necesita una dosis de un empeño especial”.

La lucha en las bambalinas


Camila Moreno

Luego de la presentación de Paz Court y Camila Moreno junto a una guitarra de palo que dejó erizado a todo quien que circulara por Nueva Providencia, llegó el turno de la mesa “Desde la Industria”. La moderadora fue Marisol García, estandarte del periodismo musical chileno; Carolina Ozaus, música y cabeza del Fem Fest —colectivo con más de 12 años de antigüedad que realiza un festival que también, en sus palabras, es un movimiento que celebra la música y la escena alternativa de la música hecha por mujeres—; Carmen Barahona, directora de la agencia Doll Music; Carlas Arias, del sello Quemazucabeza; y las palabras rápidas y lúcidas de Javiera Tapia, editora de POTQ y del blog Estaesmifiesta. La conversación merodeó la experiencia de aquello que sucede alrededor de los artistas y en cómo la lucha diaria de las mujeres en la música no sólo lleva un nombre y un rostro, sino que incluye una serie de procesos y de negociaciones.


Conversatorio 2: Carla Arias (Quemasucabeza), Carmen Barahona (Dollmusic), Carola Ozaus (FemFest), Javiera Tapia (POTQ) y Marisol García (Musicapopular.cl)

“Este tipo de debate, de conversación, es por completo excepcional. Yo no recuerdo que se haya hecho antes en Chile una conversación de estas características. Incluso no recuerdo haber tenido juntas a las invitadas que vamos a tener hoy día”. Así comenzó García, antes de preguntarle a la mesa si acaso se sienten trabajando en una industria de hombres. Todas asintieron. Javiera Tapia inició: “Sí, y lo veo en todas las maneras por las que me puedo enfrentar a la música. Existe la noción de que una es un poco intrusa. Como público puedo estar en un concierto y de repente entro en un mosh y me tocan lo que no quiero que me toquen. O antes, si estaba entrevistando una banda —hay que decirlo— la banda me probaba un poco antes de darme la respuesta, para saber si yo sabía realmente de lo que estaba hablando (…) Siempre hay que estar probándote frente a los demás y eso genera un doble trabajo: hacer muy bien tu trabajo y, al mismo tiempo, demostrando que sé hacerlo (…)

“Nuestros pares hombres que se dedican a lo mismo que nosotras, no están acostumbrados a que se les contra critique o se meta una agenda de género dentro de la critica musical. Hace un poco corto circuito,” concluyó Tapia. “Además aparece el argumento del ‘Le pones color’” continuó Marisol García. En tono irónico, volvió Tapia: “Sí, por supuesto, aquí, yo la histérica. Obvio, yo [soy la que] tengo problemas. Yo no tengo relaciones sentimentales, o sea, a mí me faltan cosas, por eso escribo lo que escribo”, remató. El público se rió, aplaudió, pero la desazón era evidente.


Marisol García

Carolina Ozaus, lejos el currículum y trayectoria más contundente del panel, se armó de una hoja impresa: “Por la experiencia de haber vivido la discriminación y violencia abajo o arriba del escenario es que decidimos crear espacios propios trabajado desde el under: porque es una decisión política trabajar de manera autónoma. Eso quiere decir que no estamos en el centro del poder, no estamos negociando con el poder”. El público rugió.

Pero, ¿qué pasa cuando se cansan de la lucha? ¿Cómo se reaniman? Ozaus dice que “con el compañerismo (…) la lucha continúa, la violencia que no se acaba y la discriminación tampoco. Hasta que se acabe que la gente piense en que el feminismo es malo, que es lo mismo que el machismo, hay que seguir (…) No nos olvidemos que es gracias a las feministas que las mujeres trabajamos menos horas, tenemos más derechos. Si no hubiesen existido esas feministas que lamentablemente mataron, no estaríamos aquí conversando sobre música y mujeres”.

La jornada terminaría con la desaforada lírica de Planta Carnívora, Fakuta y todas las dimensiones de su dulzura, además de la aplastante presentación de Marineros, quienes junto a una hermosa fanaticada no sólo alimentan la esperanza de que eventos como éste convoquen a mujeres, sino que también a los hombres. Los mismos que caminando y rodeando la casona de Providencia, se colgaron de las rejas sin entender por qué se cede el asiento de la micro, por qué no se le debería chiflar a la mujer en las calles, por qué no se les debe golpear, matar, ni violar. Por qué la despenalización del aborto es urgente y por qué hoy no se celebra el Día de la mujer, sino que se celebra en la resistencia y en la música que tarareamos todos los días.

Ve el resto de las fotos de RUIDOSA aquí abajo


Natisú



Paz Court


Camila Moreno



Planta Carnívora



Fakuta


Marineros