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El primer tren de mercancías de Wuhan, en China, a Lyon, en Francia, alcanzó el pasado jueves su destino con un cargamento de productos mecánicos, eléctricos y químicos — bienes que por lo general se transportan entre ambos países en barco.
Después de dejar la estación central de Wujiashan, en la céntrica ciudad china de Wuhan en 6 de abril, el tren, operado por personal chino, ha tardado 16 días en completar los más de 112.500 kilómetros, tras haber atravesado Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania, antes de llegar a Francia.
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Se trata de un viaje sin precedentes que reivindica como parte de la iniciativa flamante iniciativa china del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, cuyo objetivo es fortalecer la presencia del gigante asiático en el mercado global.
“Llegada del tren chino procedente de Wuhan rumbo a Lyon”
Según ha comentado un funcionario ferroviario chino en una entrevista con el canal CCTV, la flamante ruta terrestre formará parte de un “cinturón económico, que se añadirá a la ruta marítima que une China con Europa”.
El tren regresará a China en los próximos días, cargado de vinos y productos franceses. El país galo ha anunciado su intención de introducir tres nuevas conexiones a la semana entre Wuhan y Lyon en un futuro cercano.
Si bien se trata de la primera vez que se realiza este trayecto en particular, los trenes de mercancías han circulado entre Sichuan, al oeste de China, y Duisburgo, en la Alemania occidental, desde 2014.
La compañía de mercancías china Trans Eurasia Logistics (TEL) ha anunciado en su página web las próximas conexiones de sus trenes con otros destinos europeos, como Barcelona, Bolonia, Rotterdam, y Kotka, en Finlandia.
En diciembre de 2014 un tren chino llegó a Madrid, tras completar más de 13.000 kilómetros de recorrido, la distancia ferroviaria más larga hasta la fecha. El tren regresó después a China provisto de vino, aceite de oliva y zumos de fruta.
El lanzamiento de este nuevo enlace ferroviario es un nuevo y definitivo paso en el sueño chino de poder estimular el comercio con sus vecinos occidentales, proverbialmente tan remotos. En marzo de 2015 el ministerio de Comercio del gigante asíatico lanzó la iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda. La poderosa inversión busca abrir nuevas rutas comerciales.
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La ruta ha sido bautizada bajo el lema “Un cinturón, una ruta” por los funcionarios chinos. La iniciativa pretende insuflar su aliento a las rutas comerciales ancestrales “que se remontan a 2.000 años atrás y que fueron impulsadas por los valientes y emprendedores ciudadanos de Asia y de Europa”.
La legendaria Ruta de la Seda unió durante varios siglos a la China Oriental con la región del Mediterráneo. Fue una ruta que se hizo famosa por trasladar convoyes rebosantes de porcelana, especies, y la preciadísima seda — un tejido cuya elaboración fue un arte que los chinos jamás revelaron.
Los actuales precios del petróleo, los más bajos en muchos años, han provocado que a las rutas marítimas les salga realmente más económico bordear África antes que atravesar el Canal de Suez, en Egipto, para desplazarse. Ante tal tesitura China ha decidido apostar por el “espíritu ancestral” de la legendaria Ruta de la Seda y evitarse así las delicadas y complejas relaciones y situaciones internacionales que está fagocitando el nuevo y precario escenario petrolífero. La alternativa ferroviaria es la manera en que el gigante asiático ha decidido combatir un eventual desplome del comercio marítimo.
El nuevo eje ferroviario tiene la ventaja de ser terrestre y estará articulado alrededor de tres trayectos separados, los que irán a Rusia, al Asia Occidental y a la península de Indochina. Igualmente, China ya cuenta con rutas fluviales con Birmania, India y Pakistán.
El plan del gigante asiático también prevé trazar una serie de medidas políticas, financieras y culturales que estimulen la cooperación internacional y que alienten una iniciativa que, según relatan las autoridades chinas, pretende “caracterizarse por la armonía y la amistad”.
“Se trata de un proyecto que va en todas direcciones”, ha explicado Alice Ekman, investigadora y responsable del departamento de investigación en el Instituto Francés para las Relaciones Internacionales (IFRI). “Al principio China anuncia una posible asociación con 60 países distintos — países euroasiáticos. Ahora observamos que el proyecto ya incluye a África. Pekín, de hecho, ya ha anunciado que todos los países del mundo serán bienvenidos a participar”.
En la versión inglesa de la web del gobierno chino el proyecto ha sido rebautizado como “La iniciativa del Cinturón y de la Seda” — a diferencia del ‘Un cinturón, una ruta’ — en lo que se presume como una pequeña estrategia de marketing para embaucar a más socios.
“Hoy en día los documentos oficiales no detallan con suficiente precisión la auténtica dimensión de las nuevas Rutas de la Seda, y el gigante asiático está siendo deliberadamente vago”, cuenta Ekman. “Y eso está permitiendo al país ser más flexible y apuntar más alto en sus ambiciones”.
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El gobierno chino espera que la apertura de la nueva ruta permita la estimulación de la actividad económica en alguna de las regiones más desoladas y subdesarrolladas del país, y que sirva también para disminuir los problemas de superpoblación que padecen algunas partes del país.
“En términos de infraestructura de transporte — carreteras, autopistas, aeropuertos, vías de tren — China está más o menos equipada a día de hoy”, ha contado Ekman. Las compañías del sector, como las empresas públicas, siguen siendo cruciales para la economía del país y lo cierto es que tienen que encontrar nuevos mercados extranjeros.
A nivel financiero, la iniciativa del ‘Cinturón’ está siendo respaldada por el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB en sus siglas inglesas), que fue inaugurado por el gigante asiático en 2014, gracias a una enorme inversión de oro. “China también cuenta con el apoyo del New Development Bank, un banco creado para países emergentes al que antiguamente se conocía como BRICS”, cuenta Ekman”.
La investigadora también advierte que el gobierno chino ha llevado a cabo una “meticulosa estrategia de comunicación” para persuadir a sus nuevos socios.
“China se comunica distinto con cada país con el que se relaciona”, ha explicado. “Asegura que sus iniciativas se complementan con sus proyectos europeos — que ambas comparten idénticos objetivos. Sin embargo algunos de sus socios potenciales, como la Unión Europea, se habrían mostrado escépticos al respecto”.
Durante una visita oficial por el océano Índico en la primavera del año pasado, el primer ministro hindú Narendra Modi, presentó también su propia iniciativa de comercio marítimo, a la que bautizó como “la Ruta del Algodón”. Rusia por su parte está considerando seriamente construir una enorme autopista a través de Siberia que conecte el océano Atlántico y el Pacífico.
“Más allá de las rivalidades locales, a las autoridades chinas no les será nada fácil implementar el programa del gobierno”, explica Ekman. “En el actual contexto, con el lanzamiento de una masiva campaña anticorrupción, las empresas chinas y las autoridades locales tienen miedo te asumir riesgos por miedo a ser fiscalizadas por el gobierno central. No están arrancando demasiados proyectos”.
La seguridad del trayecto también es una de las mayores preocupaciones que pesan sobre su viabilidad. Solo en Pakistán se ha destacado a una flota de 10.000 soldados para proteger varios enclaves de la frontera entre China y Pakistán.
El gobierno chino todavía no ha anunciado cuando proyecta que las nuevas rutas comerciales sean operativas. Algunos observadores han sugerido que el proyecto se inaugure en 2050, cuando la República Popular de China cumpla su primer sigo de vida.
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Mapa de las conexiones ferroviarias vía WAE Logistics