Medio Ambiente

Rutopía: el Airbnb del ecoturismo mexicano

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“Queremos ser el Airbnb del turismo biocultural, que para nosotros significa naturaleza y cultura a través de la gente”, me cuenta Diego Espinoza sobre el proyecto del que hace parte. Rutopía es una plataforma en línea a través de la cual él y sus socios, Sebastián Muñoz, Emiliano Iturriaga y Leslie Pérez, buscan desarrollar experiencias de turismo que apoyen a las comunidades indígenas.

En 2017, Sebastián, a quien llaman simplemente Tian, y Emiliano, Emi, dos jóvenes universitarios, vivieron durante un verano en la selva de Chiapas, en el sur de México. Como parte de un proyecto universitario, fueron a trabajar con una cooperativa ubicada en la Reserva de la Biósfera El Triunfo —entre las montañas de la Sierra Madre del Sur—, que tenía un plan turístico con ofertas muy buenas: cabañas, un cinturón de cafetales, guías certificados y lo más importante: ofrecía acceso al último lugar con quetzales en el país. A pesar de esto nadie llegaba y no generaban ganancias, estaban a punto de cerrar.

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Ante la falta de turistas, Tian y Emi decidieron reunir a un grupo de amigos e invitarlos a conocer la reserva. La experiencia les permitió evidenciar que en efecto era un destino turístico con mucho potencial y que su problema era que nadie lo conocía porque no tenía presencia en redes sociales ni contaba con alguna otra estrategia de visibilización. Cuando terminó el verano, se les ocurrió entonces que podían crear una plataforma que diera a conocer este tipo de ofertas turísticas “ocultas” y favoreciera a las comunidades indígenas. Al regresar a la universidad lanzaron una convocatoria para que otros compañeros se sumaran al proyecto y Diego, que desde primer semestre hacía servicio social en comunidades rurales, fue el único que les comunicó su interés en hacer parte. Entró como staff, pero su trabajo era tan bueno que seis meses después le ofrecieron sumarse como socio.

Un año más tarde, los jóvenes lanzaron otra convocatoria para los estudiantes de Mercadotecnia de su universidad. Leslie Pérez respondió, la entrevistaron y como les gustó su vibra, la invitaron al proyecto. “Le cambiamos todo el plan”, cuenta Diego, “ella se iba a estudiar una maestría a España, pero creyó en Rutopía y se quedó a trabajar”.

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Foto: Cortesía de Rutopía.

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De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), en México hay más de doce millones de personas indígenas que pertenecen a 66 grupos étnicos distintos. La mayoría de ellas vive en áreas rurales y mantiene una relación cercana con su ecosistema. Aunque estas comunidades habitan algunos de los lugares con mayores riquezas naturales de México, el 73 por ciento vive en la pobreza.

Las comunidades indígenas tienen todo lo necesario para ser grandes anfitriones: la naturaleza, la herencia cultural, el capital humano, la organización y la infraestructura, pero más del 70 por ciento de las 2.700 iniciativas indígenas turísticas que hay en México fracasan. Según Diego, esto se debe a dos cosas: “no integran experiencias end to end o all inclusive; es decir, que no está pensado todo desde que llegas: cómo te vas a transportar, qué vas a comer y a dónde vas a ir. Segundo, no comunican bien ni tienen exposure en mercados internacionales, no están en ningún canal de ventas ni tienen redes sociales, entonces es muy difícil que la gente los conozca y llegue. Sólo uno de cada cuatro proyectos de turismo indígena tiene presencia en internet”.

De otro lado, los costos de estar en canales como Airbnb, TripAdvisor o Expedia son muy altos: “Tienen que contratar seguros, tener tiempos de respuesta de menos de 24 horas, internet muy rápido, personal de ventas que de información a los usuarios”.

Rutopía ayuda a las comunidades a superar esos desafíos. “Todo eso es lo que hacemos nosotros en Rutopía. Quitamos estas barreras, y sobre los viajes les vamos cobrando una comisión chiquita”, dice el equipo. “Nosotros les ayudamos a tener presencia en internet, a darse a conocer y vender más”.

Diego, Leslie, Tian y Emi buscan ayudar a las comunidades a ver el valor que tienen sus productos. Trabajan con ellas para ofrecer una experiencia que resalte su cultura y la riqueza natural.

De acuerdo con los jóvenes mexicanos, en este modelo de negocio los inversionistas más grandes son las comunidades. “Ellas tienen la cascada y el platillo, que es lo que los turistas pagan por ver; ellas son las dueñas de esta herencia cultural y actualmente, con otros modelos de turismo, son las que menos ganan”, aseguran. “Todos venden a los indígenas y sus activos, pero les dan una mierda de dinero. Ellos son los dueños de la comunidad, han cuidado la naturaleza durante años, no como nosotros que nos la chingamos. Son los que más tienen que ganar”. Con Rutopía las comunidades operan las ofertas turísticas y por eso ganan más. “Nosotros solo les decimos: ‘Va un grupo que llega en tres días. Les van a dar desayuno, comida y cena. El tour será a la cascada. Tienen que estar por ellos a las once en el punto de encuentro”. El trabajo conjunto con las comunidades le permite a la empresa ofrecer 400 tours al mismo tiempo por todo México.

“Somos la plataforma que llena el hueco que hay para que ellos [los indígenas] puedan competir con cualquier producto turístico de Londres, Berlín o la Ciudad de México”, dicen los jóvenes. Rutopía busca que agendar una experiencia con los huicholes en la Sierra Madre Occidental sea tan sencillo y seguro como comprar un viaje en el turibús de la Ciudad de México.

Impacto positivo

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Foto: Cortesía de Rutopía.

Rutopía ganó una beca con Endémica Social, empresa profesional de medición de impacto, que le ha dado seguimiento al proyecto desde el primer semestre de funcionamiento hasta ahora. Les dijeron: “El modelo de intervención tiene que ser en pueblos de menos de 250 personas. Trabajen con mujeres. Encuentren a la líder comunitaria y empodérenla”.

El equipo se ha enfocado en trabajar con distintas comunidades y se ha dado cuenta de que donde hay más éxito es donde hay mujeres involucradas. “Son más responsables”, asegura Diego, “el ingreso llega directamente a las familias y sus hijos, cuando con los hombres puede ser distinto porque lo gastan en otras cosas y el grado de compromiso no es el mismo”. En algunas de las comunidades donde trabajan, los hombres salen a hacer trabajos físicos o migran, por eso hay más mujeres.

“Siempre hay una mujer que todas quieren y respetan, normalmente es una mujer de edad media, no de las más ancianas, por lo que tiene un conocimiento de la cultura indígena, pero también está más relacionada con otras culturas. Doña Ale, en Oaxaca, vivió casi veinte años en la ciudad de México, así que sabe muy bien cómo usar el celular; ama la cultura de su pueblo y tiene las habilidades necesarias para hacerle llegar la información del reporte de mejora a las demás. Si nosotros nos encargamos de que Ale tenga capacidad de resolver problemas del negocio, se sienta segura y empoderada, ella transmitirá estas herramientas a las demás mujeres en mixteco”.

“Antes, cuando se les preguntaba qué valor creían que había en sus pueblos, la mayoría de indígenas contestaba ‘no sé’”, cuenta Diego. “Ahora las comunidades han cambiado su discurso y se dieron cuenta de que hay tradiciones que valen mucho. Han revalorizado sus costumbres y ganan más dinero. Con un viaje de Rutopía triplican su ingreso: con cuatro días de chamba al mes, ganan tres veces más que si no recibieran turistas”.

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Foto: Cortesía de Rutopía.

De acuerdo con los fundadores de Rutopía, el logro más importante del proyecto es que ha habido un cambio en la mentalidad de las comunidades con las que trabajan. Antes se sentían marginadas, fuera de la sociedad. Ahora se sienten conectadas y están orgullosas de lo que son. A través de dos reportes, el equipo se ha dado cuenta de que hay un fortalecimiento importante de los tejidos sociales en las comunidades.

¿Y cómo evitar que el turismo tenga un impacto negativo en las comunidades? A diferencia de como opera la industria en Los Cabos o Cancún, en los destinos que promociona Rutopía los indígenas son protagonistas y no terminan trabajando para los desarrollos grandes o vendiendo pulseritas.

Cuando organizan un tour, le mandan una guía de viaje a sus clientes, donde les explican cómo funciona la comunidad: cuál es su etnia, qué tradiciones tienen, qué lengua hablan, quiénes serán sus anfitriones, e incluso si deberán usar letrina o dormirán en una hamaca. “Así la gente sabe qué esperar y hay empatía, se abre a experimentar otro tipo de vida”.

“Queremos ser el Airbnb del turismo biocultural”

Actualmente Rutopía trabaja en siete estados de los treinta y dos que conforman México. En Michoacán tienen presencia en las islas de Yunuen y Pacanda, en el Lago de Patzcuaro; en Hidalgo están en la comunidad de Acaxochitlán en la sierra y también en La Florida, Valle de Mezquital; en Oaxaca, en El Almacén, que es la Sierra Mixteca; en Quintana Roo, en Uxuxubi; en Chiapas, en la Reserva de la Biósfera El Triunfo, en el Volcán Tacaná, en Tzimol y Tziscao; también están en la Mixteca Poblana en Puebla.

El 70% de los clientes de Rutopía son mujeres de entre 25 y 35 años que quieren viajar, tienen ganas de aventura, pero no se animan a irse de mochileras solas. “Nosotros les agendamos todo: a dónde irán, con qué familias se quedarán y qué comerán; además les asignamos un guía experto y seguridad”, asegura Diego. “Nosotros viajamos así y es lo que queremos compartir. Muchas veces la gente quiere esto, pero no sabe cómo ni dónde hacerlo, y menos de una forma segura”.

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Foto: Cortesía de Rutopía

A corto plazo, Rutopía buscará crecer en todo México; tener una plataforma muy buena, con tutoriales, que permita a las comunidades volverse diseñadoras de experiencias. La idea es que poco a poco sean ellas las que propongan nuevos tours.

Recientemente activaron su primera comunidad en Puracé, en el Valle del Cauca, Colombia —junto con Get up and Go—, y sus planes son llegar también a Perú y Ecuador en 2020. En el largo plazo sus objetivos son más ambiciosos: “Queremos expandirnos a Latinoamérica”, confiesa Diego. “Este modelo de viajes auténticos, que beneficia a los dueños de la comunidad, puede aplicar en Latinoamérica, África o Asia”.

El futuro de Rutopía

Como cada año, a principios de 2019 el Hult Prize Foundation lanzó un reto dirigido a jóvenes estudiantes de todo el mundo: “¿Cómo resolverías el problema de desempleo juvenil en el mundo?”. Más de 250.000 equipos, de alrededor de cien países, mandaron sus propuestas y en julio del mismo año, los mejores cincuenta equipos fueron elegidos, entre ellos Rutopía. Estos equipos pasaron seis semanas trabajando en un castillo a una hora de Inglaterra junto a mentores y asesores. Después de más de un mes de trabajo, cinco equipos llegaron a la final, llevada a cabo en las oficinas de las Naciones Unidas en Nueva York. El pasado 15 de septiembre, Rutopía fue nombrado como el equipo ganador por el jurado —compuesto por Vicente Fox, expresidente de México, y Bill Clinton, expresidente de los Estados Unidos, entre otros—, recibiendo un premio de un millón de dólares para poder crecer el proyecto.

Para Emi, Tian, Leslie y Diego, todavía queda mucho camino por delante. “Haremos un plan muy concreto sobre el uso que le daremos al dinero, además de poner objetivos y metas de crecimiento a las que tenemos que llegar. Queremos llegar a más comunidades”, cuenta Diego. “Nos sentimos muy honrados y muy comprometidos con llevar a Rutopía al siguiente nivel. Es un gran compromiso: tenemos que ser exitosos para darles resultados positivos a las comunidades y realmente transformar la industria del turismo”.

Diego tiene hambre de justicia, pues siempre ha pensado que el mundo es injusto y que la única forma de resolverlo es si dejamos de estar peleados entre clases y viendo lo que vale la otra persona, y revisamos cómo podemos trabajar juntos. “Hay que sumar”, afirma. “La unión y el hambre de justicia social son lo que me mueve. La única manera de romper con todo es a través de la colaboración”.