El otro día mientras hablábamos de perversiones sexuales o del regreso a clases, no recuerdo bien, MJ y yo desviamos nuestra conversación al espinoso tema de los pandas. (Sucede cada determinado tiempo, no intenten entender por qué motivo).
“¿No estamos haciendo demasiado por los pandas?”, decía ella con enojo. “Son bonitos, es cierto, y queremos que sigan más años en el planeta, pero es bastante claro que no están poniendo de su parte”.
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Debo admitir que tiene razón. El último censo arrojó una población de mil 600 pandas en todo el mundo, y eso parece preocuparles mucho a los científicos, a los ambientalistas y a los chicos y chicas sensibles a videos como éste:
…pero NO a los implicados directos.
Los pandas han demostrado escaso entusiasmo para aparearse cuando se hallan en cautiverio. Por una parte, las hembras tardan mucho tiempo en ponerse de humor para que “las cosas sucedan”, porque suelen excitarse sólo una vez al año (en algún momento entre febrero y mayo) y por un lapso que va apenas de las 24 a las 72 horas. Por si esto fuera poco, los machos poseen un pene que, en estado de erección, tiene el mismo tamaño que un pulgar y además no saben ni dónde meterla (hay testimonios de zoólogos que han visto a pandas subirse a la cabeza de las hembras y empezar a empujar*).
En pocas palabras: no saben, no pueden y no quieren. Y la madre naturaleza está de acuerdo.
Contra la precaria libido de nuestros amigos pandas, los científicos han intentado de todo para alentar la reproducción de esta especie, con procedimientos que incluyen anestesiar al macho, inducirlo a la erección y hacerlo eyacular con electrodos. Así, casual. En una reserva natural de la provincia de Shaanxi, por ejemplo, se hace uso de un GPS para husmear el coito entre pandas: “Observarsus actividades sexuales podría ayudarnos a encontrar maneras de evitar su extinción”, fueron las palabras de un funcionario de la zona, aunque bien pudieron ser pronunciadas por el presidente de la Asociación de Moteles de Tlalpan. A nosotros, todo eso nos suena muy sucio.
Una de las estrategias propuestas para preservar al panda es enseñarles a los chicos cómo se lleva a cabo el truco. En teoría, se trata de videograbar el apareamiento entre dos pandas de tal modo que dicho material pueda servir de guía a otros pandas.** Yo, de entrada, advertí un problema:
¿Dónde van a encontrar a dos actores porno pandas si ya lograr que copulen es de por sí complicado?
Sin embargo, me informan que en el valle de San Fernando encontraron a algunos voluntarios.
No se tienen noticias de que el procedimiento haya tenido algún éxito.
MJ asegura que preservar al panda es la manera en que los humanos buscamos redimirnos de todo lo malo que le hemos hecho al planeta. En tanto no podemos detener la catástrofe ambiental, lo único que se nos ocurre es proteger al cabrón que no quiere reproducirse.
Yo pienso que más bien nos obsesiona la indolencia sexual del panda. Afecta nuestros intereses, nos hace parecer depravados que invierten demasiado tiempo pensando en cómo lograr la siguiente cópula. (La mayoría de nosotros ya hubiera logrado un coito con el 10 por ciento de lo que el mundo científico hace a favor de los pandas). Entonces, como queremos creer que compartimos lo peor del ser humano con todas las especies, nos empeñamos en que tengan una vida sexual como la de Ron Jeremy.
Y para terminar, evidencias de que no somos los únicos traumados con los pandas:
NOTAS
*”¡Como humanos!”, precisan.
**La misma razón por la que la gente sube videos a Youporn.