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Las artes marciales mixtas son conocidas por absorber literalmente cualquier estilo de lucha que buenamente exista sobre la Tierra y por evolucionar a la velocidad de la luz: lo que hace un año era dominante hoy es residual. Es un tren sin frenos.
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El último pasajero en subirse a este tren procede de la patria de la Ilustración, la Torre Eiffel y las baguettes: se trata del Savate, un arte marcial francés parecido al Kickboxing que apareció durante el siglo XIX como defensa personal. La palabra ‘savate‘, de hecho, es un antiguo vocablo que significa ‘zapato viejo’… así que os podéis imaginar que las patadas tendrán mucho que decir en esta forma de luchar.
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El Savate que se hoy conocemos es una mezcla de dos estilos principales: primero, las patadas que los marineros marselleses usaban para pelear sobre la cubierta de los barcos; y segundo, las técnicas de pelea callejera de París y del norte de Francia que los burgueses ricos desarrollaron como autodefensa, principalmente con el objetivo de aventurarse en los distritos más peligrosos de la capital gala para apostar… o para hacer una visita al burdel.
El arte del pateo del sur de Francia se conocía como ‘chausson’, literalmente ‘zapatilla’, mientras que el estilo del norte llevaba por nombre ‘savate’. Una serie de maestros de finales del siglo XIX y principios del XX codificó y organizó ambos tipos de lucha en una sola arte marcial, primero, y posteriormente en un deporte: el boxeo francés.
Los creadores originales de esta disciplina fueron el maestro Michel Casseux y su estudiante Charles Lecour. A Casseux se le considera el creador del Savate moderno; Lecour añadió elementos del boxeo inglés a las técnicas de su instructor para complementar las habilidades de golpeo.
Un alumno de Lecour, Joseph Charlemont, continuó desarrollando el arte hasta convertirlo en un deporte profesional. Su hijo Charles continuó con la dinastía; fue un pupilo suyo, el conde Pierre Buzy, quien creó el Comité Nacional de Boxeo Francés antes de la Primer Guerra Mundial. El paso del luchador callejero al deportista se cerró definitivamente. Desde entonces, el Savate ha dado pasos pequeños hacia el reconocimiento olímpico, el Santo Grial de los deportes de combate.
El Savate moderno se distingue por su estilo de pelea dinámico, amén de por sus característicos trajes y zapatos. Definitivamente es una creación francesa que a menudo se compara con el ballet —un tipo de ballet, eso sí, que te pone el pie en la cara. Uno de los grandes peleadores de Savate, François Pennacchio, construyó su nombre y el de su deporte al derrotar peleadores de Muay Thai; aquí abajo le tenéis derrotando a su compatriota David Hergault en 1997.
La pelea más famosa de Pennacchio, sin embargo, se disputó en Milán en 1996 y le enfrentó al neerlandés Ramon Dekkers. La velocidad y precisión de los ataques del luchador francés hizo que el poderoso estilo Muay Thai de Dekkers pareciera lento y confuso en comparación: Pennacchio siempre estaba moviéndose, nunca se quedó en un solo lugar durante mucho tiempo, y Dekkers repetidamente mandó sus patadas redondas al aire.
Las ventajas del Savate sobre otras artes marciales principalmente residen en el juego de pies. Las patadas frontales y laterales típicas de esta disciplina —conocidas como ‘chasse frontal bas’ y ‘coup de pied bas’— son muy efectivas: la mayoría de luchadores no tienen forma fácil de contrarrestarlas. El Savate, además, tiene la ventaja de que incide enormemente sobre el movimiento —indudablemente, la mejor defensa que existe en el mundo de las artes marciales.
En este vídeo de entrenamiento, el profesor Armando Basuto exagera la presión sobre la rodilla para mostrar la cantidad de patadas de Savate que pueden lanzarse desde esa posición. Se trata de una disposición que esconde el golpe del oponente, así que un experto puede conectar muchos ataques con alguien no familiarizado con la disciplina —exactamente como lo hizo Pennacchio en su combate contra Dekkers.
En la UFC, el irlandés Conor McGregor parece haber traído algo de Savate a su arsenal de movimientos: al menos, las patadas frontales que suele lanzar en sus combates perfectamente podrían proceder de este arte marcial. La clave, de todos modos, es el movimiento: es un pilar básico en el Savate… y precisamente define la filosofía de McGregor como luchador.
Desde luego, la coincidencia no es casualidad: al fin y al cabo, ¡por algo ambos tienen éxito!
Sigue al autor en Twitter: @SaschaMatuszak