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El 30 de septiembre de 1938, el Primer Ministro británico Neville Chamberlain visitó el aeródromo de Heston tras una conferencia en Múnich con Adolf Hitler y otros mandatarios europeos. Alzando la recién firmada Declaración anglo-germana para que los asistentes reunidos pudieran verla, Chamberlain declaró que había asegurado “la paz de nuestros tiempos”.
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Las reuniones habían dado como resultado el Pacto de Múnich, que permitía y legitimaba la reciente anexión de algunas partes de Checoslovaquia a la Alemania nazi. Chamberlain también había acordado un pacto de no agresión con su contraparte alemana.
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Como es bien sabido, la ambición territorial de Hitler no quedaría saciada con ese pacto: la Segunda Guerra Mundial llegaría en menos de un año. Chamberlain pasó a la memoria colectiva principalmente por su fallida política pacifista, pero el mandatario británico no fue el único que cedió a las exigencias de la Alemania nazi.
El 14 de mayo de 1938, cuatro meses antes de la ahora infame declaración de paz de Chamberlain, la selección inglesa de fútbol se enfrentó a Alemania ante 110.000 espectadores en el Olympiastadion de Berlín. Se trataba del partido inaugural de su gira europea, que arrancó con un poderoso despliegue político.
Oficiales nazis de alto rango como Hermann Göring, Rudolf Hess y Joseph Goebbels asistieron al partido, aunque Hitler no estaba presente. Cuando se entonó el himno alemán antes del partido, los futbolistas ingleses alzaron el brazo para hacer el saludo ‘a la romana’. Siete décadas después, y sabiendo lo que sucedería bajo el régimen nazi, la foto nos resulta cuando menos alarmante.
Los testimonios explican que a los jugadores ingleses se les había ordenado antes del partido que debían saludar; las instrucciones venían directamente del Foreign Office, el poderoso ministerio de relaciones exteriores del Reino Unido. Tiempo después se supo que, en un principio, el equipo se había negado, por lo cual el embajador británico en Alemania, Sir Neville Henderson, tuvo que intervenir.
Usando al Secretario de la Asociación de Futbol (FA) como intermediario, Henderson le indicó al equipo que hiciera el saludo por el bien de las relaciones anglo-germanas.
Stanley Matthews rememora el episodio: “Todos los futbolistas ingleses estaban furiosos y en total desacuerdo, yo incluido. Eddie Hapgood, por lo general un capitán respetado y devoto, movió el dedo hacia el mandatario y le dijo lo que podía hacer con su saludo nazi —algo así como metérselo donde el sol no brilla”.
La intervención de Henderson, no obstante, fue suficiente para doblegar a los jugadores. Inglaterra venció a Alemania fácilmente, pero en algunos sectores de la prensa inglesa hubo indignación.
Evidentemente, es necesario colocar dicho gesto en su contexto. Los jugadores actuaron siguiendo las instrucciones de un mandatario: no lo hicieron espontáneamente o como muestra de apoyo al nazismo, doctrina de la que no sabían mucho en aquel entonces. Cabe recordar que en esa época —bueno, como ahora, en general—, los futbolistas no eran exactamente bien versados en materia de política internacional.
El saludo ‘a la romana’, además, contiene un peso considerablemente más negativo en nuestros días que en 1938. Aunque en el pasado el gesto estaba asociado a un poder agresivo y extranjero, en nuestros días está directamente relacionado con los peores actos del nazismo —en particular la muerte sistemática de más de 10 millones de judíos, eslavos, homosexuales y discapacitados.
También es importante recordar que el nazismo no era completamente rechazado por la sociedad británica de ese entonces, en particular la clase alta. El periódico Daily Mail y su dueño, Lord Rothermere, apoyaron abiertamente el régimen nazi; el Duque de Windsor era conocido por simpatizar con los nazis—el año pasado salió a la luz un vídeo familiar donde se le ve haciendo el saludo nazi con su sobrina, ahora la reina Isabel II—, y muchos otros ingleses de clase alta se relacionaron con funcionarios nazis.
Nada de esto hace que el saludo nazi de los futbolistas ingleses sea menos impactante… pero, como siempre, el contexto es importante para entender esta desafortunada postal del pasado de la selección de los Tres Leones.
Sigue al autor en Twitter: @Jimmy_Weeks