Ser Au Pair en Irlanda es una experiencia horrible (pero enriquecedora)

La autora.

A estas alturas de la película muchos habrán escuchado este palabro bastante a menudo en los últimos años, pero para quién no sepa qué es eso de ser Au Pair, ahí va una pequeña descripción: es el camino más fácil, económico y seguro de mudarte a otro país para aprender otro idioma y/o escapar del desempleo. Entre los países con más demanda están Inglaterra e Irlanda y suelen ser familias de clase media, media-alta las que “contratan” a alguien para ayudarles con los niños y las tareas del hogar.

¿Y quién puede ser Au pair? Cualquiera. Basta con tener disponibilidad para mudarte a otro país. Normalmente, la familia proporciona alojamiento y comida además de una paga o pocket money semanal a cambio de cuidar a los niños.

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Con este intercambio, se puede aprender o mejorar la fluidez en un idioma además de ser la mejor forma de viajar y conocer a fondo un país y su cultura, pero que nadie crea que esto es “Jauja”. Cada vez son más los jóvenes que se van de España a otros países buscando una salida. Y ahora me diréis que esto se repite más que el chorizo, pero yo no hablo de los que se van al extranjero a trabajar en algo medio digno, más bien hago una llamada de atención sobre un tema un tanto ignorado. Hablo de los que, teniendo un título universitario, están trabajando por 400€ al mes en un país en el que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es de 1.462€ al mes, sin contrato, sin seguro, sin sanidad pública, vamos, que nos falta llegar en patera. Tampoco voy a empezar a culpar a los políticos en España por la fuga de cerebros porque ya se ha machacado mucho el tema y para cualquier mente lúcida es obvio que son más que culpables. Ni nombrar que dejen sin sanidad a todos los emigrados. La cuestión es, que teniendo las ínfimas posibilidades laborales que tenemos en nuestro país, uno acaba viéndose forzado a buscar algo que le desmarque de los demás, un valor añadido para, de esa forma poder conseguir un trabajo decente en unos años si es que España levanta cabeza. Sin embargo, al llegar al país en cuestión, digamos Irlanda, te encuentras que por cada cien metros cuadrados hay cincuenta españoles, de los cuales treinta son au pair. Sin exagerar. Igual me quedo corta.

Lo triste es que en la mayoría de los casos, son mujeres jóvenes que llegan pensando que van a hacer un trabajo comedido con la mierda de remuneración que van a obtener. Por el contrario, se encuentran cocinando para la familia, limpiando cual housekeeper (limpiadora), planchando, haciendo la colada, etc. Esto en los casos normales, porque tengo testimonios de chicas que han limpiado baños, cristaleras de toda la casa (tienen más cristal que pared en ellas), sacar a las mascotas, la basura, etc. Sintiéndose en muchos casos humilladas y tratadas como sirvientas, cuando se supone que es un intercambio entre iguales, de hecho, la expresión en sí, del francés Au Pair, significa “a la par” o “igual”. Otro punto problemático son los horarios. Se supone que el máximo de horas a trabajar ronda las 35 semanales, incluyendo los babysitting o lo que es lo mismo, quedarse alguna noche con los niños para que los padres salgan. Sin embargo, pocas son las afortunadas que no llegan a trabajar alrededor de 60 horas semanales.

Por suerte, en las últimas semanas, los órganos de gobierno irlandeses están discutiendo la posibilidad futura de regularizar y legalizar el trabajo. No obstante, es una ardua tarea, teniendo en cuenta que, al no considerarse trabajo al uso y no haber necesitado procesos legales hasta ahora, cuesta contabilizar y localizar cuántas miles de familias en un solo país, como el susodicho, tienen au pair en casa. Otro punto negativo que se llevan muchas familias que conozco aquí es acerca del asunto de prestar un coche a la persona que acogen en su casa. Puede parecer una exageración o un lujo querer tener un coche así por la cara, pero no lo es si vives en mitad del campo a tomar por culo al final de una carretera sin espacio para dos coches y a tres horas andando del pueblo más cercano. Porque sí, esa es la tónica predominante en Irlanda, para quienes no lo haya visitado o no haya pasado de Dublín. Y son muchos los casos en los que las familias no proporcionan un vehículo o lo hacen de vez en cuando según les conviene, dejando al au pair ante la disyuntiva de andar kilómetros, hacer autostop o quedarse en la casa dándose golpes contra la pared.

Y ahora alguien dirá… Pues quien esté mal que deje a la familia en cuestión. Exacto, yo digo lo mismo. Pero no todo es malo. Por supuesto, si tienes la mala suerte de topar con una familia de las malditas, huye cuando aún tu salud mental esté intacta y busca algo mejor. Si por lo contrario tu familia es… dejémoslo en normal, entonces aprovecha lo bueno y échale un par para aguantar los momentos de bajón, porque haberlos, haylos.

No es la autora, pero podría serlo. Imagen vía WikimediaCommons.

Trabajar con niños no es todo juego y risas

A todo esto, la que escribe no puede decirse que sea una amante de los niños, tampoco es que los rechace, de hecho tengo una extraña conexión con ellos que no llego a entender, pero la cuestión es que parezco gustarles a pesar de que ser madre no es algo que entre en mis planes, ni ser una de esas personas que se derriten cuando ven un bebé. Puede que sea porque en el fondo no puedo evitar ser amable con ellos. El problema es que no es lo mismo pasar un rato con tus sobrinos o con el hijo de alguna amiga o colega, que hacer de madre así de repente y sin anestesia y, para más inri, en otro idioma. Es muy duro intentar establecer orden y autoridad cuando tu acento les suena como cuando un guiri dice que está “embarasado” cuando quiere decir que está avergonzado… Pero se consigue, vaya si se consigue. Y hasta les llegas a tener cariño. Bueno, al menos en mi caso, algunas les llegan a tener más asco que otra cosa, si me permite robarle la expresión…

Pero sea como sea, no dejaría de recomendar vivir la experiencia aunque sea por un tiempo, porque se saca mucho en positivo. Eso sí, si alguien que me lee estaba pensando emprender esta aventura, dos cosas: adelante, no te arrepentirás y, lo más importante, asegúrate de preguntar TODO a la familia, no solo cómo son los niños, sino las condiciones que tendrás.

Lo mejor de esta experiencia…

A pesar de los momentos de bajón, de echar de menos mi casa, mi familia, mis amigos, mi gata, el sol, las tapas, las cañas, los gintonics, conducir por el lado derecho de la carretera, el moreno, el tabaco a mitad de precio, los cafés por un euro y las jodidas croquetas, no cambio a la gente que he conocido, las amigas que se convierten en tu verdadera familia aquí, de las que he obtenido tanta inspiración para escribir esto, los lugares, las anécdotas, los viajes… Porque a pesar de no tener un sueldo digno, estando aquí descubres una fórmula mágica para visitar un país entero con cuatro céntimos. También puedo estar satisfecha de que incluso sin tener aún un título oficial y aunque al principio parece imposible, he notado un avance más que importante en mi inglés, que era mi principal objetivo, por lo que ya he ganado. Y puede que suene a tópico o misticismo, pero es completamente cierto que vale como una experiencia para crecer como persona, madurar, hacerte autosuficiente, abrir la mente, sobre todo abrir la mente a lo desconocido. Joder, he conocido gente que me ha sorprendido tanto, gente que en otra situación me hubiera creado rechazo y sin embargo aquí todo es una aventura, un hallazgo. He dormido en un hostel con gente desconocida en la misma habitación y no he muerto degollada, que es lo que mi madre pensaba que pasaría. Y lo mejor, he sentido el placer de viajar sola, de pasar del tren al avión y del avión al tren, con tu maleta y tus pensamientos, de la incertidumbre a la fascinación y la necesidad de extrañar, hasta acabar hastiada de horas de viaje, algo que venía necesitando hace tiempo, porque si hay algo que me hace feliz es viajar.

Ahora echo de menos España, pero sé que seguirá ahí para cuando esto acabe, mientras tanto, disfruto y me canso de los irlandeses, su simpatía y hospitalidad, sus pedos cuando se hinchan a Guinnes y la música en directo en cada pub cada diez metros. Y la naturaleza, claro, porque si algo tiene Irlanda es que es todo verde y precioso, en mi vida he vivido tan en contacto con la naturaleza como en estos meses aquí, ni visto paisajes tan impresionantes.

Y aquí estoy, escribiendo en la cama, hoy con la puerta de la habitación abierta porque tengo babysitting, o sea, que la madre está de parranda y yo rezando porque los niños no se despierten porque si hay algo que yo tengo por sagrado es el sueño.

Desde Irlanda con paciencia. Ana.