Artículo publicado por VICE Argentina
Arte: Candelaria Traverso
Producción: Lisandro Martín
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Es junio y en Buenos Aires hace frío. Es obvio, estamos en invierno. Pero en la esquina de Constitución donde la gente de Sudor Marika se saca fotos hace calor: el sol pega directo en sus caras y en sus cuerpos. En esta ciudad, hoy, hace mucho calor aunque sea pleno invierno. Parece algo esquizofrénico. Resulta tan esquizofrénico como el hecho de que esta ciudad pueda albergar a Sudor Marika y su cumbia disidente a la vez que elije durante 12 años a un gobierno municipal de derecha.
Sudor Marika es una banda de cumbia que junta a Rocío Tirita (güiro y voz), Sebastián Zasali (teclado y voz), Vicente Quintreleo (guitarra y voz) Nahuel Puyaps (Bajo), Nicolás Gabioud (trompeta), Carolina Piccarreta (Octapad) y Lautaro Pane (timbaletas). Ya tienen un disco bajo el brazo: Las yeguas del Apocalipsis, y ahora están preparando el segundo. Además, andan a pleno con la preproducción de un nuevo videoclip, el de su canción “Lobestori”.
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Tocan juntos hace algunos años y aunque semana tras semana se suben a un escenario siempre vuelven al mismo lugar: la calle. A estas marikas se las puede ver en las marchas, en los acampes y muchas otras manifestaciones. Acompañan los reclamos de la comunidad LGBTTIQ y también reclamos de trabajadores y otros grupos marginales. En definitiva Sudor Marika es más que una banda de cumbia, es una frontera de resistencia y reivindicación política que encuentra en su música no sólo un lenguaje para hacer mover el cuerpo sin un campo de disputas de sentido.
Vicente Quintreleo (VQ): La cumbia históricamente acompañó a las clases populares, que siempre están en situaciones de marginación como nosotros al ser una disidencia sexual. Ahí hay una intención de usar a la cumbia como herramienta política. Además de ser una expresión bastante sudaka porque hay cumbia en todo el continente.
Nahuel Puyaps (NP): También es un ritmo que incomoda y por eso lo tocamos. Siempre hay gente en fiestas que dice “ah, terminenla con la cumbia” o “te bailo dos temas de cumbia pero después vuelvan con otra música”.
Nicolás Gabioud (NG): Sí, también nos gusta la mala fama que tiene este ritmo.
Sebastian Zasali ( SZ): Igual pasa algo re loco que a veces nos comentan videos en youtube y nos ponen “no me gusta la cumbia, sólo la que hacen ustedes”.
NP: Eso es como cuando alguien medio facho te dice “Yo también tengo un amigo gay”.
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Sudor Marika nació y ahora ensaya en Dock Sud, o el docke, el primer barrio del conurbano al sur de la capital, el primero después de cruzar el Riachuelo. Y mientras ellos preparan los instrumentos para poder conspirar haciendo música, afuera hay un grupo de testigos de Jehová que se organizan para ver quién toca cuál puerta. La esquizofrenia capitalina se cuela en el conurbano. Las marikas ateas se cruzan con los religiosos. También hay una familia que está terminando de comer en la vereda: comieron un asado y usaron un barril de chapa cortado al medio como parrilla. Atrás de la sobremesa familiar hay una especie de galpón que parece abandonado y que en su persiana oxidada se lee: “Si querés al docke no votes a Macri”.
Rocío Tirita (RT): Lo que nosotros hacemos lo haríamos esté quien esté en el poder, nuestra causa se junta con otras que no tienen que ver necesariamente con la disidencia sexual sino con las minorías.
NG: por ejemplo, nos presentamos en la toma del Ministerio de Ciencia y Técnica y en festivales en contra del proyecto de la UNICABA —es un proyecto que plantea el cierre de 29 terciarios de la Ciudad para unificarlos en una sola institución— porque apoyamos esas causas y porque hay que visibilizar esas otras luchas.
SZ: Este contexto tiene algo que nos motoriza porque siempre hay algo que disputarle al poder, además si no hicieramos cumbia estaríamos re aplastados.
Lautaro Pane (LP): Sudor se convirtió, por lo menos para mi, en una trinchera de resistencia donde se junta el trabajo, la creatividad y la militancia de una forma muy linda que si no la tuviera, en este contexto, todo sería muy duro.
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NG: Sobre todo es una resistencia afectiva, porque ahora nos quieren tristes, calladas, separadas. Ni en pedo nos quedamos así, vamos a disfrutar de esta trinchera.
Carolina Piccarreta ( CP): Lo más flashero es que Sudor se convirtió también en una trinchera para el público. En una fecha que hicimos en La Plata después de tocar se nos acercó una piba con una historia de vida terrible, que podía parecer medio mala onda para un momento de fiesta, pero en un momento nos dice “pongo un tema de Sudor y me dan ganas de salir a la calle”.
La semana pasada se conoció la sentencia del juicio por el asesinato de Diana Sacayán, una histórica activista y militante trans. Fue la primera vez que se utilizó la figura de “travesticidio”. El acusado, Gabriel David Marino, recibió como condena prisión perpetua. A Diana la mataron en octubre de 2015. Al mes siguiente la banda La Chicana, en la que tocaba Sebastián, se iba a presentar en la Marcha del Orgullo de Buenos Aires e invitó a Sudor Marika a que suba al escenario en un momento de su presentación para bailar con ellos y mostrar unos carteles. Un problema de logística con la comisión organizadora de la marcha y unas discusiones con las personas de seguridad que rodeaban el escenario hicieron que solo algunos de los Sudor puedan subir y no todos como habían pautado. Los carteles tenían la consigna “Justicia por Diana Sacayán”.
Después de ese episodio, en las marchas que siguieron, Sudor Marika no se subió al escenario principal. Quizás es por eso que la banda no se preocupa sólo por patear la Capital. Se mueven por el conurbano y también por las provincias. La cruzada contra el status quo que tienen los llevó a Salta, Chaco y Santa Fe entre otras provincias. Y aunque esos escenarios estén a miles de kilómetros del docke, ellos saben cómo jugar de local.
VQ: Sudor nos ha permitido estar un montón de otras marchas que no son la de Buenos Aires y esa experiencia es una gran gratitud: poder marchar en el Entre Ríos o Salta y ver lo que se genera con nuestra música a nivel local, que es algo que está muy por fuera de lo que vemos acá.
NP: Siempre que tocamos, no importa en dónde sea, se va armando un ida y vuelta con la gente: nosotros cantamos canciones, la gente canta las suyas, después nosotros cantamos esas canciones de ellos. Por eso, ahora se está armando esto de ponerle música a canciones que surgen en las marchas. Hace poco le pusimos música a la que habla del misoprostol.
RT: Sí, es una versión abortera de “Que levanten las manos” y la grabamos con Las Culisueltas.
NG: Cuando vamos al interior pasa que ellos tienen sus cantos, porque tienen otras figuras públicas y otras luchas, entonces tienen cantos más locales que tiene que ver con lo que está pasando ahí. Entre tema y tema siempre cantan sus canciones de protesta y marcha y así nos enteramos de esa creatividad popular y de las problemáticas del lugar. Después nos sumamos nosotros y le ponemos música.
RT: Eso está buenísimo porque muestra de qué manera se arma el diálogo entre el público y Sudor.
NP: Así rompemos con el círculo en el que te metes cuando estás solo en capital, donde entrás en un flash pseudo intelectual, donde te preocupas cómo nombrar tal o cual cosa mientras que en el interior están viendo cómo poder ser putos, tortas, trans sin reprimirse, sin que los echen de sus casas o sin que los maten.
CP: De esas marchas del orgullo una muy flashera fue la de Salta. La marcha tenía re pocas cuadras, la encabezaban las travas y éramos como una pasarela: la gente adentro de los comercios filmandonos, hablando por abajo o bardeando, todos horrorizados. Para mi tuvo más sentido estar ahí que bailando en pedo en la marcha de Buenos Aires.
Un recital de Sudor Marika, como ellos dicen, “es una mezcla entre una marcha, una perfo, un happening”. Y aunque eso también parece esquizofrénico, como muchas cosas que giran en el contexto de dónde surge esta banda, en verdad no lo es: son unas marikas consecuentes y coherentes porque lo que dicen y hacen, arriba y abajo del escenario son la misma cosa. Efectivamente son un trinchera de resistencia que entrecruza la militancia, el copeteo y el baile. La cumbia como herramienta política. El cuerpo y el sudor como un arma de lucha.