De Pedro Temboury siempre tendremos en un altar esas dos joyas del spanish trash más loco y divertido que son Ellos robaron la picha de Hitler y Kárate a muerte en Torremolinos. Solo por estas dos películas ya merecería estar en los libros de historia del cine español. Además, es un tipo encantador, inquieto y siempre con la cabeza llena de proyectos. Eso le ha llevado a probar suerte con documentales sobre sus grandes pasiones.
Trabajó sobre Jess Franco (uno de sus referentes cinematográficos), luego sobre el skate, en el documental Monopatín; y ahora sobre el surf. Siguiendo la misma línea, en La primera ola se ha empeñado en descubrir los rastros de los pioneros de las tablas y las olas. Y lo ha conseguido repescando muchas horas de material inédito en súper 8. Allí descubrió historias increíbles sobre locos y visionarios que surfeaban sobre tablas de planchar, ex combatientes del Vietnam que desertaban y se convertían en héroes para los niños de los pueblos costeros españoles y comunas hippies. Como todo el cine de Pedro Temboury, La primera ola no es un trabajo convencional.
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Vice: ¿Cómo empieza tu relación con el surf?
Pedro Temboury: Debía ser por el año 85. Me acuerdo de un colega que vino a Málaga y nos empezó a comer la cabeza hablándonos de surferos y surf. Y, a partir de ahí, nosotros comenzamos a ‘chorrear’ olas, que era ponerse encima de unas tablillas de madera en el agua. Luego comenzamos a fabricarnos nuestras tablas. El grupillo de amigos que teníamos allí nos flipamos mucho con el surf. Calculo que tenia 12 años.
Y ahora, en La primera ola, has recuperado películas de súper 8 que cuentan los orígenes reales. ¿Por qué decidiste hacer esta labor arqueológica?
Me influyó un poco mi anterior documental, Monopatín, que era sobre los orígenes del skate. Y al pensar en mi siguiente proyecto, llegué hasta el surf, que es algo que practico aunque muy malamente. Monopatín me abrió muchas puertas, porque los pioneros del surf al principio se mostraron reticentes a pasarme material, pero cuando vieron mi anterior documental, que estaba hecho con mucho cariño y que era un homenaje, accedieron. El germen, en realidad, ha sido mi pasión personal.
¿Y te costó mucho convencerlos? ¿Tuviste que utilizar todas tus armas de seducción?
Normalmente no me costó. Hubo desconfianza al principio, porque, quieras o no, lo que hacen es abrirte los cajones de sus recuerdos y entregar un material que para ellos tiene mucho valor. Son grabaciones de la época, muy chulas. Pero una vez que aceptaron, fue muy fácil trabajar con ellos. Realmente, este documental solo se podía haber hecho con su ayuda y ese material de archivo, porque recrear toda la época te saldría por un pastizal enorme.
Después de ver todo este material, ¿cómo empezó realmente el surf en nuestro país?
Pues después de consultar todo este material y la información que nos han proporcionado los pioneros, parece ser que el primer surfero fue Félix Cueto, que ya falleció, un asturiano que empezó a surfear en 1962 con una tabla que se hizo él mismo, inspirado por una portada de The Beach Boys. Era un tío que estaba fascinado con la cultura de EEUU, con el pop, el rock and roll… y cuando descubrió el surf se entusiasmó y hasta que no consiguió practicarlo no paró. Se fabricó la tabla sin tener ni idea de náutica. Como todo los pioneros se dejó guiar por el tesón y la locura.
No era el único.
Claro, había gente que ni siquiera se fabricó su tabla y empezó a surfear con la tabla de planchar de sus madres. Aventuras a mil. Como en esa época, en pleno franquismo, las fronteras y la importación de materiales estaban difíciles, esta gente se las tuvo que apañar. Mucho encanto, porque crearon ellos mismos toda una escena. En su mayoría eran personas muy sensibles, que se enfrentan a la naturaleza. Gente muy influenciada por la cultura americana y obsesionados con descubrir la esencia de la diversión entre ellos mismos y una ola. Sí tenían una cualidad casi todos, que les encantaba el arte, entre ellos había escritores, músicos. Y luego desarrollaron marcas, como Pukas, que ahora son referentes.
Háblanos de las comunas surferas de aquella época.
Pues estaba Casa Lola en Asturias, y ahí puedes comprobar que era gente muy idealista y con mucho tesón, con ganas de defender sus ideas. Ésta era una comuna hippie-surfera que estaba en Somo, en Cantabria, y que acabó siendo la primera fábrica de surf. Estos vivían allí durante los últimos años del franquismo y eran los que surtieron de tablas a todo el Cantábrico. Ahora son tablas muy reconocidas, con mucho valor, porque estaban muy bien hechas. Son gente que lograron unir la profesión con la pasión. Muy avanzados con el DIY. Molaban mucho porque curraban en verano y en invierno se iban a Canarias, a disfrutar del invierno. En aquella época, al no haber neoprenos ni trajes muy buenos, tenían que buscar aguas más cálidas.
Comienza entonces en el norte de España, ¿pero cuándo se expande al resto del país?
Se ve en el documental. El surf surge de forma muy local. Los cántabros no tuvieron mucha influencia en Asturias, por ejemplo. En cada sitio surgió de una manera espontánea, generalmente por la pasión de un grupo de locos, adolescentes que estaban fascinados porque habían visto un documental o por algún hippie que había parado en su playa a surfear. Ellos fueron la semilla. Pero a la expansión lo que más contribuyó fue la presencia de extranjeros, que venían aquí a buscar olas. Muchos eran desertores de Vietnam, que se venían porque aquí los tratados de extradición no eran tan rígidos como en otros sitios, y se dedicaban a surfear. Compraban las furgonetas en Alemania, cruzaban Francia e iban desde el Cantábrico, pasando por Portugal, hasta Marruecos y las Islas Canarias. En estas rutas, paraban en los pueblos y los chavales se fijaban en ellos. Así se fue creando esta afición.
¿Cuál ha sido la época dorada del surf aquí?
Hombre, si lo miras desde el punto de vista económico, es ahora mismo. El surf genera mogollón de ingresos, hay muchas marcas involucradas y que se posicionan con este deporte porque sigue siendo una alegoría de la libertad. Sí que te digo que la época de estos pioneros era distinta, compartían siempre las olas, gente que tenía mucho cariño por el sitio en donde estaban y pasión por conocer otros surferos. Ahora hay una masificación que no existía.
Y, socialmente, ¿cómo los veía esa España gris (o negra) del final del franquismo?
Los miraban como si fueran de otro planeta, con esas camisas hawaianas, los pelos largos, iban descalzos, en bermudas. La gente flipaba, se creía que estaban locos. Fueron vanguardia, unos ye-yés de los setenta que apostaban por disfrutar de la naturaleza y por encontrar trabajos que les permitieran disfrutar de lo suyo.