Andrés Lesmes es un tipo tranquilo y creativo. Un publicista y fotógrafo que entró a la escena del arte urbano con ganas de mostrarnos que el arte está en todo y en todos. Usando el pseudónimo de Cosmo, Lesmes se fue a Buenos Aires y regresó para reconectarse con sus raíces a través de una obra que busca ser efímera y rotunda, utilizando stickers de personajes que reflejan lo más criollo que tenemos. A través del collage, Cosmo nos permite entrever cómo funciona el mundo para él.
La exploración de varias superficies en donde ha ubicado sus obras y la conexión que tiene con el universo, le han permitido construir un mensaje contundente y llamativo para todos los que vemos su trabajo. Tratamos de que nos abriera el cajón que tiene en la cabeza y de allí sacamos imágenes, relatos y referentes que nos permiten comprender un poco su viaje artístico, cosmonáutico y exquisitamente criollo.
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Vice: Hola Cosmo, ¿por qué Cosmo?, ¿te gusta Carl Sagan?, ¿los padrinos mágicos?
Cosmo: Sí me gusta Carl Sagan y he visto los padrinos mágicos, sin embargo, la primera idea que pasó por mi cabeza al elegir Cosmo como seudónimo fue la oposición al caos, quería orden en mi vida, no un orden aprendido, sino uno inherente a mi ser en relación con las cosas que me rodean, que puedo y no puedo ver, que puedo y no puedo comprender. La cosmovisión maya, entre otras informaciones, han ayudado a abrir mi percepción sobre dichas cosas. Puede que este y otros aprendizajes de la vida se vayan filtrando cada vez más en mi obra artística, pues la vida es la misión y la misión es la vida y todos estamos inmersos en este vasto universo.
Surrealismo Criollo. ¿De dónde sale el proyecto?
Surrealismo Criollo es una serie que se dio a partir de unos collages que expuse en Argentina y que fueron bien recibidos en las ciudades del país, así que seguí dándole curso, y empecé a explorar nuevos aspectos que se relacionaban con la identidad propia y el sentido de pertenencia.
Viví ocho años en Buenos Aires, una ciudad con un ambiente muy europeo. Cuando llegué a Colombia fui a un pueblo en Santander que se llama La Belleza, me encontré con un panorama increíble y totalmente diferente; sin embargo, en el recorrido lo que más me impactó fue eso criollo, eso propio que a veces se pierde, entonces, si me pides definir lo que es Surrealismo Criollo, yo te diría que es una mirada introspectiva y propia de ese encuentro con la patria, con la gente, con lo autóctono y con la papita criolla que es muy propia de acá.
¿Hablando de papita criolla, cuáles son esos aspectos tan autóctonos que referencias en tus obras?
La papa criolla es un tubérculo que sólo se cultiva en varias regiones de Latinoamérica, por eso utilizo una papa criolla y voladora como sello latino. Aprecio el poder volver a Colombia después de estar ocho años afuera. Stickeando y pintando encuentro la manera de comunicar la riqueza de nuestra tierra a través del proyecto.
¿Cómo construyes lo que muestras en la calle?
Llevo un tiempo entendiendo el calendario Maya, en el proceso me he dado cuenta de que enuncia un condición evolutiva, cada signo tiene un significado y arroja unos datos que determinan la energía de ese día; habla mucho de que el arte es una parte inherente al ser humano, y yo creo que uno hace arte cuando se peina, cuando se viste, en la manera en que organiza su espacio de trabajo, me gusta que la gente se dé cuenta de que el arte está dentro de todos, que todos pueden generarlo, solo es necesario entenderse a uno mismo y comenzar a crear. Crear es la base de todo, para hacerlo, sin embargo, es necesario estar en constante actividad para que las ideas se vayan desarrollando de acuerdo a lo que cada uno sienta.
Si tuviera que definir el mensaje que pretendo transmitir a través de Surrealismo Criollo, sería la búsqueda de un lenguaje propio a través de la apropiación del estilo de la gráfica norteamericana, mezclándola con una conceptualización alrededor de lo autóctono, como valor que debe ser legitimado y apropiado.
¿Hablas de lo autóctono, lo referencias en tal y tal. Pero en tus strickers hay una cierta fijación animal. Por qué el animal es relevante en la obra de Cosmo?
Los stickers de animales hacen parte de mi primera etapa en el Street art, vengo de la fotografía y el collage fue el primer recurso. Cuando estuve en La Belleza, Santander, no solté la cámara ni un minuto, me dedique a coleccionar imágenes de personas, paisajes y animales, una vez llegue a Bogotá sentí la necesidad de crear collages y no quería dejar al descubierto la identidad de ninguna de las personas, le quitaba misticismo, así que decidí disfrazar a los personajes con cabezas de animales. Me inspiraron los mitos y las leyendas colombianas, esta serie recibió el nombre de Surrealismo Criollo, ahora es un proyecto que integra otras disciplinas como la pintura, pero su objetivo sigue siendo el mismo, comunicar lo autóctono desde la visión de Cosmo.
¿Cuáles son las superficies sobre las que prefieres trabajar?
No me gusta quedarme quieto, ni usar un solo formato. Me encanta el sticker porque es un soporte muy fuerte, similar al cartel, que es un medio efectivo de promoción. Me gusta salir a la calle y pegarlos porque tienen visualización inmediata, puedes comunicar de manera rápida una idea, sin embargo, me interesan otros soportes que sean móviles, no busco cambiar el concepto del arte, pero sí movilizarlo, cambiar las plataformas en donde se pueda observar.
Que el arte se mueva implica que el artista no se estanque. Pensando en eso ¿Qué tan diverso es tu juego? ¿Qué tan variadas son tus estéticas?
Para mí la diferencia entre lo que es conceptual y lo que es solo visual, se tiene que disolver, me interesa lograr una estética aceptable en el trabajo que hago y que en la gente se vaya detonando algo que indique que les gusta. El hecho de que las personas comiencen a buscarme y a preguntar por mi trabajo, me hace entender que el proyecto se ve de otra manera, de alguna manera aprendí a hacer los trabajos y soltarlos, dejarlos ir para ver qué pasa, sacarlos de mí y ponerlos a rodar.
Es necesario explorar cuál es el punto neurálgico de cada trabajo, las imágenes surgen dependiendo de su contexto, tienen una misma alma, una misma línea conceptual y estética, pero el ambiente influye sobre lo que estás haciendo, es decir, si tienes mucho dinero, harás cosas diferentes a las que harías con poco.
¿Cuáles son tus influencias artísticas o estéticas?¿ A quien admiras?
Son múltiples. La vanguardia artística del siglo XX y el gusto por trabajo del fotógrafo argentino Marcos López pueden contar una mínima parte de la historia de este proyecto, sin embargo, las influencias son muy diversas y lo podría contar de la siguiente forma: Cuando estudiaba publicidad me movía el piso lo que hacia Michel Gondry, el cine de David Lynch y la obra de Gottfried Helnwein, luego empecé a ahondar en la fotografía artística y de moda y llegaron nuevos referentes como Eugenio Recuenco, Alexander McQueen, Tim Walker, Paolo Roversi y cuando me avivé y me di cuenta de que lo que quería era salir a las calles a stickear y pintar, el top ten de referentes volvió a cambiar y me empecé a fijar en el trabajo de Jr Artist, Jim Philips, el calendario maya y la belleza de mi tierra colombiana. También agradezco a mi actual pareja Marianela a.k.a La Wife quien me ha acompañado e introducido en el lenguaje del street art. Admiro a las personas que se comprometen con su misión, que son felices, alegres y aman incondicionalmente.
De principio a fin, ¿cómo crea Cosmo un híbrido que es criollo y a la vez surreal?
La calle da la libertad de poder trabajar y llegarle a muchas personas, hablar frente a una gran audiencia. Utilizo dos herramientas para la construcción de cada pieza: la primera es el collage, entonces parto de alguna imagen, recorto por un lado y pego por el otro; la segunda es la cuestión del surrealismo, hago el montaje a través de un dictado automático, nada de intelectualización, o sea, la mayoría de obras que hago salen por gusto, por ahondar en esos pensamientos personales que surgen; de hecho, la mayor parte de mi trabajo ha aparecido de esa manera.
Cosmo pasea buscando lienzos que puedan soportar la firmeza del mensaje que se aloja en su mente y en su mano, las calles de Bogotá están cubiertas de arte, el Surrealismo Criollo ha invadido las paredes de la ciudad de punta a punta, desde el norte hasta el Restrepo, pasando por el centro, Chapinero y Teusaquillo. Los paseos citadinos nos recordarán permanentemente que somos nosotros los que vemos y hacemos el arte, y que así sea.
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