Muchos se estarán imaginando a la gente que trabaja detrás de Star Wars como unos apasionados de la saga de los que la industria aprovecha su pasión para crear productos que, hechos por fans, estén optimizados para el resto. Algo así como los duendes de Santa Claus en su fábrica de juguetes, donde todos disfrutan haciendo su trabajo y lo llevan a cabo con exagerada felicidad; exagerada, sí, pero felicidad al fin y al cabo.
La realidad es bastante diferente: el turbocapitalismo en el que vivimos no nos podemos permitir esos lujos y a menudo lo que para uno sería un trabajo de ensueño para otros es simple rutina, tan mecánica y aburrida como todas las demás. Hacen trabajos teóricamente creativos o interesantes como si fuesen máquinas, porque al fin y al cabo así como se sienten muchos que desempeñan trabajos que no han tenido la fortuna de encontrar en el camino de la vocación.
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Pilar Pascual es una de ellas. El sector del periodismo (del que forma parte) siempre ha estado en crisis desde que yo (también periodista) tengo memoria. Eso te lleva a tener que aceptar trabajos que nunca hubieras imaginado tener y que, además, tampoco te hubiera gustado desempeñar.
Star Wars estaba, a principios de los 2000, estrenando su trilogía de nefastas precuelas. Y con el gancho de la película siempre se ponen a la venta infinidad de productos que rodean al fenómeno, como ahora estamos viviendo. Joder, que he visto hasta moldes para cubitos de hielo con formas de La Estrella de la Muerte.
Unos de esos artículos que rentabilizan al máximo los estrenos de La Guerra de las Galaxias son los libros. Cómics, ilustraciones, cuentos… En España, por entonces, querían sacar a la venta la serie “Aprendiz de Jedi”: un conjunto de historias sobre Obi-Wan Kenobi en sus tiempos mozos, de cuando aprendió a darle al botón para encender la espada láser.
Pilar en 2001 estaba en el paro y hacía encargos sueltos como traductora. El trabajo surgió a través de un amigo friki que trabajaba en Alberto Santos Editores, una editorial que publicaba libros de superhéroes. Por entonces estaban preparando el estreno de la segunda parte de las películas. “No tengo ni idea de qué parte era, vamos. Las tres primeras sí… Son de los años 70-80, ¿no?”
“Me seleccionaron básicamente porque sé traducir y porque le conocía a él”. De hecho, no tenía ninguna noción de Star Wars ni de literatura fantástica. “Me dieron el primer capítulo a traducir como prueba, y si lo traducía bien me iban dando libros. Era una colección de la que les acababan de llegar los derechos para traducir y los iban a vender aquí en España. Después de traducir el primer capítulo me cogieron”.
Pilar me recibe en su piso de La Elipa (Madrid), donde nos comimos unos embutidos que tenía en casa por Navidad. “A todo el mundo que viene se los saco, que me lo tengo que terminar ya”. No encuentro ni una sola figurita, ni un solo adorno de Star Wars. De hecho, me saca sólo dos de los libros que tradujo. “No los tengo todos. Fui a por libros que me faltan y en las tiendas ya se habían agotado algunos”. Ni siquiera llamó a Julián, su amigo friki, para preguntar si habían sobrado en la oficina; podía vivir sin ellos.
VICE: Cuando te dijeron que el trabajo consistía en traducir libros de Star Wars, ¿tú cómo te lo tomaste?
Pilar: Yo me imaginaba que tenía que ser de esa temática, porque todos los libros que hacía la editorial eran así… cómics, súper héroes y ese tipo de cosas. Cuando me dijeron que iba a ser de Star Wars me dio exactamente igual; me daba lo mismo de lo que fuera.
Haz el favor de verte las películas porque es que Yoda… ya lo entenderás. Habla de una manera un poco especial
Ah, pero tú no sabías ni de qué iba lo que ibas a traducir.
No, yo no sabía ni lo que era. Era básicamente necesidad de dinero, estaba en paro, me saqué un sobresueldo y ya está. Al final, traduje cuatro libros de una saga que yo creo que eran quince o por ahí.
No te hizo ni un poquito de ilusión ni nada.
No, no… ninguna. O sea, yo es que no he visto las películas ni de pequeña.
Sin ni siquiera haber visto las películas, ¿no te enfrentaste a ese trabajo, incluso, con el respeto de pensar “hostia, que no tengo ni idea de esto”?
A ver… las nociones básicas las tienes. Yo nací a principios de los 70 y recuerdo saber lo que era una espada láser porque los niños jugaban a esas cosas; las niñas se hacían trenzas de princesa Leia… yo no sabía ni quién era ni cómo ni por qué… pero más o menos te suena. Star Wars, para la gente de mi generación, o te ha gustado y lo has visto de pequeño o es como Belén Esteban, que te puede no gustar pero sabes quién es.
Pero, de simplemente saber qué es, a traducir libros que van dirigidos a fans de la saga… A las pelis puede ir todo el mundo, pero un libro es una cosa ya muy especializada dentro del mundo starwarsiano.
Sí; pero bueno, al final era literatura para niños.
Lo que yo he leído tampoco es muy infantil… por lo menos habría que tener 12 años para leerlo.
Lo más difícil para mí fueron los términos que yo no sabía exactamente lo que eran: nombres de naves y cosas de ese estilo. Era más el reto de un lenguaje complicado, sobre todo porque tenía muchos verbos de movimiento, de situaciones que tienes que describir para que sean visuales y que cuando alguien las lea se las imagine. Luego al final son palabras que se repiten mucho… por ejemplo, la espada cuando la encienden hace “Bzzz”… Y tuve que encontrar el término, y es que la espada “crepita”, que es exactamente lo que define ese ruido pero cogiéndolo del inglés. Tuve que buscarme un poco las mañas para traducir esa historia.
Si yo te pregunto de qué iban esas historias, ¿sabrías decírmelo a modo de resumen?
A mí me costaría. Creo recordar que era la historia de Obi-Wan Kenobi cuando era un padawan y estaba en la escuela. Y su maestro, que no me acuerdo si era el Yoda o el Qui-Gon Jinn este, le enseñan a pelear y las cosas en la vida y le van pasando aventuras. Supongo que había algún malo, me quiere sonar…
Durante el transcurso de la traducción, ¿te enfrentaste a algún problema al que nunca te habías enfrentado en otros trabajos de traducción?
Hombre… sobre todo el tema del Yoda, que fue muy significativo: en el primer capítulo que me dieron a traducir de prueba, había unas frases que decía Yoda; las leí en inglés y estaban las palabras descolocadas. Pensé: “Qué raro es esto”. Traduje la frase bien, en castellano correcto, y cuando me evaluaron ese primer capítulo me dijeron: “sí, está bien traducido y creemos que puedes seguir adelante con el trabajo… pero haz el favor de verte las películas porque es que Yoda… ya lo entenderás. Habla de una manera un poco especial”. Y me tuvo que dejar mi amigo las películas, que yo no las tenía por supuesto, para que las viera. Ahí entendí por qué esas palabras estaban descolocadas. Me las vi muy de pasada porque me aburrían bastante. Me quedé con lo del Yoda por la cuenta que me traía, cogí cuatro nombres de las naves… la estrella no sé qué… Yak-42…
Eso sí existió en la vida real: es el avión del accidente… lo que pasó con Trillo.
Ah pues entonces no sé ni cómo se llaman.
Incluso sin ser fan de Star Wars, casi todo el mundo sabe que Yoda habla de una forma particular…
Pues yo no lo sabía. Luego también recuerdo nombres de lugares… todo ese tipo de cosas que yo no sabía ni cómo eran ni por qué. No tenía ni puta idea de la historia ni de lo que estaban hablando. Obi-Wan Kenobi para mí era un ser desconocido y sigue siéndolo… Qui-Gon Jinn no sabía tampoco quién era pero aparece por ahí… Han Solo lo conozco por Harrison Ford y no aparece por ningún lado… y el Skywalker este creo que tampoco aparece.
¿Sabrías situar los libros que tradujiste dentro de la saga narrativa de Star Wars?
Nada, cero.
¿Ni siquiera sabes que van antes del episodio uno de las películas?
Nada… cero. Simplemente me metí ahí y pensé: “Venga, adelante”.Tal cual, vamos.
¿Sabes si fueron bien de ventas?
La verdad es que no lo sé seguro, pero de hecho luego fui a por libros que me faltan y sé que se vendieron bien porque algunos no los tenían para haberlos tenido de recuerdo. Yo sólo lo traduje en el tiempo que me marcaban, entregaba el trabajo y nunca supe ni quiénes eran el resto de los traductores.
¿Sabrías por lo menos decir los títulos de esos libros que tradujiste?
Tampoco.
Entonces vamos… que no te entusiasmó el trabajo
A ver… he hecho trabajos bastante peores, te lo puedo asegurar (risas). Supongo que a otra persona que le interese más la historia… Traduciendo una historia al final sí que te entra un poco de curiosidad por saber cuál es el desenlace, pero tampoco me emocionaba. De hecho, no me ha despertado ningún tipo de curiosidad, no he visto las películas que se han hecho… nada de nada. Me da exactamente lo mismo. Pero bueno… preferí traducir eso que un manual de instrucciones de un televisor o un manual de Ikea, sinceramente. Pasó sin pena ni gloria por mi vida.
A mí la ciencia ficción no me suele gustar: creo que ese tipo de historias tiene una lógica específica, y tienes que partir de un planteamiento en el que tienes que creer en determinadas cosas para seguirla, como que existe una nave espacial. En el momento en el que yo encuentro lo que denomino un fallo argumental de algo que no me casa, me destruye el universo y ya pierde mi interés.
¿Por ejemplo?
De Star Wars recuerdo que el otro día echaron en la tele no sé cuál y estaba viéndola de fondo en casa. Pues cuando casi matan a Darth Vader que no le matan, que tiene una lucha con no sé quién, que le tira como a un cerro de lava o algo así… Duras segundos si te echan a lava ardiendo. Pues no: Darth Vader estaba ahí, se reboza en la lava y el otro subnormal se va sin dejarle muerto del todo. Eso no se lo cree nadie, ya no me cuadra. Y que de la nada y como por arte de magia aparezca no sé quién y le medio curen, le restauren, le pongan algo… no tío, no me lo creo.
Cuando, como ahora, vuelve a surgir el fenómeno y estrenan una nueva película, ¿te sientes en cierto modo parte del equipo que ha creado ese universo?
No… lo puedes sentir un poco más cercano pero me sigue siendo totalmente indiferente.
Es como Belén Esteban, que te puede no gustar pero sabes quién es.
Al final muchos nos imaginamos a megafans de Star Wars detrás de quienes generan ese contenido. ¿Eres consciente de que habría gente que casi mataría por hacer lo que tú hiciste?
¿En serio? O sea, que soy un fraude para ellos… A mí me llama la atención que haya gente tan fan de eso y que todos los días de su vida tengan algún tipo de relación con Star Wars de alguna manera.
Hay hasta una iglesia Jedi en España.
¿En serio? Dios… Yo sabía que había fans, pero no que era tan brutal.
¿Te sientes afortunada ahora que lo sabes?
Pues… no.
Cuando has contado que tradujiste libros de Star Wars, ¿alguien te ha preguntado porque era muy fan?
No. Yo he hecho muchos trabajos muy diferentes y de mi trayectoria profesional lo que más llama la atención es Gran Hermano. Tú dices que has trabajado ahí y tienes un rato de conversación. Te preguntan que si hay cámaras en la ducha, en el baño, que si tienen guión… a la gente le llama la atención. Pero decir que he traducido libros de Star Wars… ni se me ocurre decirlo.
¿Qué les dirías a todas esas personas que, como yo, pensaban que todo lo que había detrás del contenido de Star Wars era gente apasionada o, por lo menos, seguidora de la saga?
Pues que Star Wars tiene un fenómeno marketiniano detrás muy importante. Que no se dejen engañar: pueden manipular fácilmente sus sentimientos vendiéndoles productos que juegan un poquito con ese fanatismo, esa emoción y esa intensidad que les supone eso. Por lo menos que no se rían de esa gente y que no se dejen manipular por todo lo que hay detrás, porque eso sí que lo lleva gente muy experta que sabe exactamente lo que está haciendo en cada momento: cómo coloca los productos, cuándo y de qué manera.
Que sean un poco cautos y que no sólo se dejen servir por lo que les llega de fuera: me parece muy útil que creen sus comunidades, que se relaciones con personas que tienen sus mismos intereses, que compartan cosas… pero que no cojan todo lo que venga de fuera y se lo traguen como los pavos. Hay gente que está haciendo negocio. Hay un cerebro frío que hace caja a costa de ellos. Supongo que habrá gente que se dedique a hacerlo y le interese. Pero por ejemplo a una maquilladora de Star Wars igual le da igual maquillar al Yoda que maquillar a un zombie. Igual maquilla a Brad Pitt y le gusta porque está muy bueno y se tira una hora y media maquillándole.
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Pilar me cuenta que, además de su experiencia con Star Wars, gracias a su amigo friki también ha vivido muchas otras aventuras: fue con él a Nueva York a traducir la primera película de los X-Men en el año 2000 para poder ayudarle a escribir sobre ella antes de su estreno en España. También fue la traductora simultánea entre Julián y Chris Claremont en el Salón del Cómic de Barcelona, en la que básicamente su amigo resolvió todas las dudas que tenía sobre historias de los personajes de Marvel acumuladas desde su infancia. “Estaba súper emocionado. Era como si estuviera comiendo con Dios”. Desde luego, para ella no lo era. Un tipo simpático. Sin más.