Deja de bromear sobre lo mucho que estás engordando durante la cuarentena

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La pandemia de coronavirus ha sacudido nuestro mundo, obligando a millones de personas a confinarse en sus casas y dominando toda conversación. Pero eso no significa que el resto de problemas de nuestras vidas pasen a un segundo plano. Para las personas con trastornos alimentarios, la situación actual puede desencadenar conductas dañinas y echar por tierra los hábitos a los que recurren para sentirse seguras.

En Italia, los trastornos alimentarios afectan a tres millones de personas y, de donde yo soy, el 96 por ciento de ellas son mujeres. El Día Nacional para la Concienciación sobre los Trastornos Alimentarios, a mediados de marzo, ha pasado prácticamente desapercibido.

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Ese mismo día, el rapero italiano Fedez publicó varias imágenes para sus 9,5 millones de seguidores, en las que aparecían él y su mujer, la influencer y diseñadora Chiara Ferragni, retocados con Photoshop para simular que habían engordado 25 kilos durante la cuarentena. Cientos de personas les rieron la gracia, pero otras tantas encontraron la broma de muy mal gusto. El rapero se defendió diciendo que solo estaba burlándose un poco de sí mismo.

Por desgracia, los chistes gordófobos están al a orden del día, desde hace unas semanas. Las redes sociales están a rebosar de fotos de platos hipercalóricos y de conversaciones sobre lo difícil que es no estar cada dos por tres yendo por algo a la nevera y que suelen acabar con alguna gracia sobre lo gordos que estaremos cuando termine la cuarentena. Todo esto no hace sino demostrar lo arraigada que está la gordofobia en nuestro día a día. Incluso durante una pandemia, a la gente le preocupa engordar.

“Cuando se anunció la cuarentena, borré de inmediato la aplicación de mi móvil que cuenta los pasos”

La dietista feminista y especialista en trastornos alimentarios Veronica Bignetti dijo que nuestro miedo a coger peso está vinculado al estereotipo que tenemos tan interiorizado de que las personas gordas son glotonas o perezosas. “Debemos volver a un significado más neutral de la palabra ‘gordo’ o ‘gorda’, señaló, “y, sobre todo, entender que, cuando hablamos de peso, no es cuestión de voluntad o hábito: también el contexto y la genética desempeñan un papel importante”.

Como alguien que ha sufrido anorexia, puedo deciros que este tipo de bromas no le facilitan nada las cosas a las personas que tienen problemas con sus hábitos alimentarios durante esta pandemia. Ver constantemente publicaciones en redes sociales anunciando que estamos todos “condenados” a ser gordos no solo me hace sentir incómoda, sino que me asusta. Me daba la sensación de que estas bromas hacían gracia a todo el mundo menos a mí.

Cuando se anunció la cuarentena, borré de inmediato la aplicación de mi móvil que cuenta los pasos. Normalmente, voy andando a todas partes y me produce una enorme satisfacción subir 15 000 escalones. Me había encariñado con esa cifra y sabía que me hacía bien alcanzarla al final de la jornada. Los primeros días fueron duros: estaba encerrada con mi novio, cuyos hábitos alimentarios son muy distintos a los míos. Él come platos normales, como pasta a diario y cervezas casi todas las noches. Vamos, que su relación con la alimentación está equilibrada y no tiene que darle vueltas a lo que come.

Al cabo de cuatro días, me derrumbé. No me reconocía en el espejo: veía a una chica gorda, fofa y mofletuda. Me obsesioné con la comida, las calorías y la forma de controlarlo. La gente que haya sufrido un trastorno de la alimentación sabe lo horrible y desestabilizador que es un cambio repentino en los hábitos alimentarios, que te puede arrastrar a una espiral que conoces muy bien.

“Es importante que no cedan a la tentación de empezar otra dieta porque tengan tiempo”

Por suerte, estoy con alguien que sabe cómo apoyarme en estas situaciones, sabe cómo devolverme a la realidad y no me deja caer en hábitos obsesivos. Intento sentirme ⎯física y mentalmente⎯ haciendo ejercicio todos los días. También intento disfrutar de este tiempo que pasamos juntos y preparo alguna cena especial de vez en cuando, con botella de vino, o pedimos algo a domicilio. Pero no todo el mundo puede hacer lo mismo.

“Las personas con trastornos alimentarios, sobre todo con apetito desenfrenado o bulimia nerviosa, lo están pasando mal”, señaló Bignetti. Su primer consejo para ellas durante la cuarentena es que continúen con la terapia que han estado recibiendo por videollamada o por teléfono. “Y que no cedan a la tentación de empezar otra dieta porque tengan tiempo”, añadió. “Las relaciones disfuncionales con los alimentos son un péndulo que oscila entre la restricción y la pérdida de control”. En su trabajo con los clientes, Bignetti utiliza un enfoque antidieta centrado en la alimentación consciente y que normaliza el placer de comer y fomenta la reconexión con nuestro propio cuerpo.

Bignetti me recuerda que la salud no se reduce solo a unas cifras en la báscula. Y que no solo es problemático, sino erróneo suponer que las personas obesas tienen problemas de salud solo por serlo. “La salud es un concepto muy amplio y diverso”, añadió. “Y el hecho de que una persona está llevando un estilo de vida poco saludable no nos da derecho a reírnos de su cuerpo”.

Quizá podríamos aprovechar estos días de cuarentena para trabajar la empatía, en lugar de las bromas. Y también para cuidarnos. Para aprender a no sentirnos culpables si cambiamos nuestros hábitos alimentarios y para cocinar platos ricos y que nos hagan sentir bien. Cuando podamos volver a abrazar a los amigos o familiares que no hayamos visto en un tiempo, a ellos no les importará que hayamos ganado un poco de pes