Travis Barker nos contó la historia detrás de cada uno sus tatuajes

Este artículo fue publicado originalmente en Noisey, nuestra plataforma de música.

Travis Barker en un verdadero leopardo del punk. Mejor conocido por romper madres con los reyes del pop-punk Blink 182, en su vida ha logrado acumular una enorme lista de experiencias únicas, que se podrían resumir brevemente en: estrella de reality show; baterista en el supergrupo de rap-punk Transplants; drogadicto rehabilitado; artista solista; único sobreviviente de un accidente aéreo; dueño de un restaurante; pionero como DJ- Rock en TRV$DJAM; magnate de la moda; ícono de los tatuajes; hijo; padre; y, ahora, autor de un libro.

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Cualquiera que vagamente tenga idea quién es Travis sabrá que está tatuado de pies a cabeza con varios diseños que simbolizan los buenos y los malos tiempos, y que van desde iconografía religiosa o retratos completos de su familia, hasta restaurantes veganos.


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Por lo mismo, no es nada sorprendente que estas marcas en su cuerpo sean para él algo de lo que está profundamente orgulloso y de lo encanta hablar, así que, tras el lanzamiento de su implacablemente sincera autobiografía —Can I Say: Living Large, Cheating Death and Drums, Drums, Drums—, nos sentamos con el integrante de Blink-182, escogimos algunas de las mejores piezas que tiene en su cuerpo, y le pedimos que nos contara a través de ellas un poco de los momentos clave en la vida de Travis Barker…

VICE: Empecemos desde el principio. Antes que tuvieras tatuajes, te grabaste el nombre de tu novia en la pierna, ¿no?
Travis: Sí, tenía como 10 u 11 años, su nombre era Toni y me lo hice con una navaja para afeitar. Pero creo que ya lo cubrí con algún otro tatuaje. Seguro tú lo hiciste alguna vez, ¿no?

No, Travis. Yo escribía sus nombres en poemas chafas y en los pupitres de mi secundaria.
Bueno, probablemente eso sea una mejor opción. En realidad sólo me he tatuado el nombre de dos mujeres, con las que me casé [Melissa Kennedy y Shanna Moakler]. El tatuaje de Shanna todavía lo tengo. No sé si lo cubriré; es algo que he pensado.

Fuiste parte de un reality show llamado Meet The Barkers con Shanna, el cual duró sólo 16 episodios, pero aún así debió tener un gran efecto en tu vida privada.
La verdad es que no fue la gran cosa. No estaba haciendo nada que no hiciera en mi vida normal; no tenía miedo a ser expuesto. Era la realidad. No había nadie haciéndome un guión ni nada por el estilo. Para mí no fue un problema hasta que me di cuenta que lo mío con Shanna estaba terminando. No sé si fue el show o la presión en la relación—acababa de dar a luz a nuestro hijo Landon—, pero yo sabía en dónde estaba y también sabía que tenía que irme. Pero tenía que terminar con el show antes de irme. No me arrepiento de nada. Digo, es una lección aprendida. Honestamente creo desde el fondo de mi corazón que de todas maneras no habría funcionado. Somos personas muy diferentes.

Una de las partes más lindas del libro es cuando tú y tu padre se tatuaron ‘Pal’ (el apodo que se dicen el uno al otro desde que Travis era chico).
Fue chistoso, porque cuando era chico me decía “Si alguna vez te tatúas, te voy a partir la madre y correr de la casa”. Pero muchos años después — 20 años después— mi papá también se tatuó. Es increíble. Mi madre falleció cuando yo tenía 12 años, así que mi relación con él es muy importante. Él me ayuda con mis proyectos empresariales. También me ayuda a pagar mis cuentas y me mantiene organizado. Hablo con él todas las mañanas. Siempre es bueno tener un padre que te mantenga humilde, centrado.

¿Te sigue doliendo que te tatúen?
Bueno, el dolor realmente ya no me molesta. Ya me acostumbré. Pero no te confundas: cuando la gente dice que ‘no duele tanto’, sí duele. Yo me la vivía en los estudios de tatuaje, y en cuanto abrían uno nuevo, brincaba directamente a la silla. Tenía suerte de ser tatuado, y cuando finalmente lo conseguía, no podía sentarme a lloriquear. Llegué a estar en el estudio con gente que lloraba y siempre se burlaban de ellos, y lo seguían comentando después. Simplemente no se ve bien. Me enseñaron a ser siempre duro como un clavo: callarse y seguir adelante.

¿Cuánto es lo que más que has estado en la silla?
Creo que 12 horas. Fue por el Cadillac que tengo en las costillas. De hecho fue un día que estaba enojado. Así que de alguna forma lo quería hacer. El vato me preguntó si estaba seguro, porque es un tatuaje grande, con grandes letras negras y muchas sombras. Todas mis costillas sangraron, pero fue divertido. De esos días en los que estas enojado, te sientas en una silla por 12 horas, te quedas tranquilo y dejas que alguien más te lastime.

¿Tienes algún tatuaje de Blink 182?
No, no tengo, lo que es algo extraño.

Aunque para la mayoría de las personas Blink 182 es una de las cosas por la que más eres reconocido, en el libro parece ser la cosa menos significativa dentro de todas las cosas significativas en tu vida.
Podría haber escrito un libro completo sobre Blink. Cuando empecé a escribirlo, Mark Hoppus, Tom DeLonge y yo habíamos estado hablando de hacer un libro oficial sobre Blink 182. Habría estado bien. Por mi parte, me pareció demasiado tonto escribir un libro entero sobre la banda cuando yo soy simplemente era una de las partes. Así que fui bastante neutral. No hablé mal de nadie. Y lo mantuve únicamente como algo que es parte de mi vida. Para mí, Blink fue una gran parte de mi vida, pero yo me tatúe en los nudillos “self-made” cuando tenía 18 años, antes de ser parte de Blink 182. Transplants fue también una parte muy grande en mi vida. Todo lo ha sido.

Adam, DJAM y yo, y nuestros años juntos [como TRV$DJAM] son igual de importantes. Estábamos haciendo algo que ninguna otra banda había hecho. Y estábamos consiguiendo éxito con ello. Era único. Estábamos rompiendo puertas y barreras que nadie había roto antes. Así que todo ha sido igual de importante para mí.

No mencionas a Tom en los agradecimientos de tu libro, pero sí mencionas a Mark.
La cagué. También olvidé incluir a mi publicista, ¡así que tendré que corregir eso en la segunda edición!

En el libro hablas de tu accidente aéreo en 2008 y tu posterior recuperación. [Travis estuvo en una unidad de quemados durante cuatro meses y pasó por 27 operaciones]. Perdiste muchos tatuajes con eso.
Bueno, todos los tatuajes de mis piernas se borraron, y tuvieron que usar la piel de mi espalda para parchar otras partes de mi cuerpo. Mis primeros tatuajes se quemaron. Uno decía “Bones”, que era mi apodo a los 16 porque era demasiado flaco. El otro que perdí era de Dag Nasty, lleno de llamas, una banda de hardcore que amaba cuando era adolescente, y aún amo. El tatuaje en mi pecho que dice “can i say” es uno de sus discos.

Foto por Clemente Ruiz.

Ahora tienes un tatuaje enorme de tu familia en la espalda.
Sí, es un tributo muy grande a mi familia. Tengo los retratos de mi mamá, papá y mis dos hijos, Landon y Alabama. Fui tatuado por Franco Vescovi y Chuey Quintanar al mismo tiempo durante una sesión de diez horas. Probablemente me hicieron cuatro o cinco de ellos.

Después del accidente aéreo, Adam [DJAM] y yo dimos un show. Y yo estaba sin camisa y un idiota tomó una foto de mi espalda y dijo “Vean todas las quemaduras en su espalda”, y eso de cierta forma me molestó. Así que pensé, “Voy a tatuarme la espalda, voy a trabajar de nuevo en ella”. No es que me avergüencen mis quemaduras: para mí son como un gran tatuaje. Son parte de mi historia, pero un pedazo tan grande en la espalda era una gran tentación. Creo que es raro cuando la gente tiene tatuajes en la cabeza o en la cara, pero no tienen nada en la espalda.



Foto por Willie Toledo.

Tienes unos tatuajes bastante distintivos en la cabeza.
Tengo la máscara de gas de Transplants en la parte de atrás. Luego una inscripción que dice “una vida, una oportunidad”. También tengo unas manos rezando de Mr Cartoon [un tatuador]; me lo hice cuando tenía 19 años. También tengo una rosa de Chouey. Y en la parte superior una Virgen María.

¿Qué tan religioso eres? Ponerte a la Virgen Maria en la cabeza es una declaración muy grande.
Bueno, me tatué a la Virgen María en la cabeza cuando tenía como 18 o 19 y crecí siento católico. Definitivamente rezo; creo en Dios. Y definitivamente creo que fui bendecido, y que estoy aquí por alguna razón después de ser el único sobreviviente en ese accidente de avión. No voy a la iglesia todos los días, y no trato de convertir a la gente hacía la religión. Pero creo en Dios y rezo, y mis hijos también.

¿Tu nivel de creencia aumentó después del accidente en avión?
Claro, por supuesto. No hay duda. Al principio experimenté mucha culpa por haber sobrevivido. Tuve que enterrar a dos de mis mejores amigos [Lil Chris y Che], y luego los dos pilotos fallecieron. Apenas y los conocía, pero me afectó su muerte. Y luego, cuando Adam falleció un año después del accidente, también tuve que lidiar con eso. Había un montón de personas diciéndome “Sólo sé feliz, tú estás aquí”, pero tuve que luchar con eso. Fue como una crisis de identidad: “¿Se supone que debo estar aquí, se supone que debía morirme, fue todo un error?” Obviamente, ya nunca tomo la vida por dada, pero no por eso todos los días me siento a pensar en cosas como “¿Debería haber muerto en un accidente de avión?” Hay días en los que me olvido. Y estoy feliz de hacerlo. Pero también hay días malos en los que las cosas no van bien y no puedo olvidarlo.


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Hay una parte increíble en el libro donde cuentas que, debido a tu previa adicción a los medicamentos, la anestesia no funcionó en al menos 12 de tus operaciones, y sentías todo. Debiste haber consumido muchas pastillas.
Sí. Creo que las pastillas son mucho más populares de lo que la gente cree. Son una muy buena droga que además nadie puede olerte. Puedes esconderlo de todos. Esa es una de las mejores cosas sobre ello. Nunca me metí drogas como la heroína; tengo una personalidad bastante adictiva. Me baría muerto un año después de haberla probado. Las pastillas han sido mi demonio más grande.

Y también fumabas mucha mariguana.
Sí, era una locura lo abusivo que era con eso. Fumaba como 20 o 30 porros al día. Honestamente, creo que hubiera fumado mota hasta los 90 años si no tuviera miedo al cáncer [células pre cancerígenas fueron encontradas en su esófago]. Pero las demás cosas que me di —pastillas, oxycontin, PCP— esas mierdas no son buenas.

Dejar de fumar debió haberte dado terribles pesadillas, sobre todo después de llevar 20 años fumando constantemente.
Uy hombre, terrible. Dentro de todo, dejar de fumar mariguana y tratar de alejarme del jarabe de prometazina, fue muy duro. Dejar ambos fue realmente difícil.

El tatuaje de su restaurante vegano.

Además de dejar las drogas, ahora eres completamente vegano. Incluso has invertido en un restaurante vegano llamado Crossroads, del cual tienes un tatuaje.
Sí, son dos cuchillos de cocina cruzados. Me lo hice el año que abrimos. No soy ese tipo de veganos sicóticos que van a Sea World a volverse locos. Pero nunca me ha gustado la idea de comerme un animal. No fue hasta los 10 o 11 años cuando me di cuenta de dónde venía el jamón, o de dónde venía la carne de hamburguesa. Aunque en realidad nunca me gustó la textura, así que cuando lo descubrí no me dieron más ganas de comerlo. Fui vegetariano durante años, y la evolución de un vegetariano parece ser convertirse en vegano. Después de tener que comer carne en el hospital, salí y no quise volver a probar nada que viniera de un animal.

¿Cómo funciona con tus hijos?
Mis hijos son veganos solo la mitad del tiempo. Landon a veces come carne cuando está con su mamá. Da igual, ¿sabes? Creo que está bien un poco de los dos. Ser expuesto a esa forma de alimentación es una cosa positiva. Si ellos quieren seguir comiendo de esa forma cuando sean grandes, es su decisión.

Hablando de tus hijos, ¿es cierto que los dos te han tatuado?
Sí, cada uno tiene su espacio en mi muslo, en donde pueden tatuarme lo que ellos quieran. Landon puso una cruz con su nombre, con una L y una A, y Alabama me puso un corazón. Hay bastante espacio. Estaré en problemas por un largo tiempo.