Alejandra* no es una prostituta. No ofrece sexo a cambio de dinero y no se pone en una esquina de la ciudad a recibir clientes por la noche. Aun así, Alejandra intercambió media hora de sexo por internet. Gratis. En su trabajo actual no gana lo suficiente para tener las cosas que quiere: una mesa de mármol, botellas de whisky, una lavadora o el servicio básico número uno de nuestra generación: internet. Tampoco es que le desagrade el sexo, sobre todo si puede elegir con quién. Bienvenidos al trueque del sexo.
En ocasiones, los avances en la tecnología nos llevan a regresar a lo más básico de nuestra condición. Nuestra civilización pasó siglos sin una moneda en el bolsillo. En algún momento debieron pensar que la moneda vendría a facilitar las transacciones. Hoy hemos avanzado a un punto donde la moneda nos vuelve a estorbar, especialmente si se trata de transacciones ilegales.
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México regresa a lo básico. La prostitución, el oficio más antiguo del planeta, se ha encontrado con la economía más antigua del planeta: el trueque.
Mi nombre de trueque es Pancho. Hice una cuenta en Craigslist, una en Facebook y una más en ofrezcoacambio.com. Desde que inventé a Pancho me he topado desde intercambios sutiles hasta trueques directos.
Craigslist México es probablemente el lugar menos salvaje en el sentido estricto del intercambio. En mi búsqueda encontré, por ejemplo, a una mujer dispuesta a intercambiar sexo por una buena charla sobre literatura. “Alguien con espíritu solitario que no menosprecie a otros”. La mujer se describe como “una escritora luchando por darse a conocer”. Su anuncio, a pesar de que no es explícito en el intercambio de sexo por una buena charla literaria, y lo deja saber entre líneas, se encuentra en el apartado de “personales”, bajo la pestaña de “Mujer buscando a hombre” y la otra pestaña de “relaciones esporádicas”.
En Craigslist, por otro lado, la prostitución está ahí, con fotos, números de Whatsapp, precio por hora y lugar de encuentro.
La segunda red en importancia de trueque es ofrezcoacambio.com, que a pesar de que la mayoría de sus miembros son de España, contiene anuncios de México. Aquí, por ejemplo, lo que prolifera son los jardineros y fontaneros salidos y alguno que otro nerd informático que repara móviles, tabletas y portátiles a cambio de sexo. En este sitio es tan fácil como llenar la casilla de “ofrezco” o “busco” con la palabra “sexo”.
Sin embargo, el lugar más directo para intercambiar sexo por artículos o servicios es Facebook. Un grupo cerrado creado apenas hace un par de años mantiene hasta hoy 118 miembros, incluyendo a Alejandra y a Pancho.
El grupo, administrado por un hombre de nombre Alex*, se especializa en el intercambio de sexo por objetos o servicios para mayores de edad.
En la descripción se lee: “NO DINERO …… cosas o servicios por sexo. Quien ofrezca dinero a cambio pues se va. Todo con respeto y buena onda. No molestar, cada miembro decide si acepta y le conviene el trueque. No acoso inbox! Quien lo haga se expulsa y bloquea del grupo. No menores de 18 años. Quien no sea serio o quede mal con su trueque reportarlo a algún administrador”.
Aquí fue donde encontré a Alejandra, una chica de 26 años que ha amueblado su apartamento con artículos que ha conseguido a cambio de sexo, desde la cama, hasta el WIFI, al que está conectada mientras me escribe, el cual fue hackeado a un vecino por parte de un buen samaritano que le cobró media hora de sexo.
“No me considero prostituta. Yo no cobro, a mí me regalan cosas por acostarme con quien yo elija”, me escribió escuetamente Alejandra. Además me contó que hace un par de meses encontró a un joven que ofrecía “claves wifi y wpa a cambio de sexo”.
Mi interacción con el grupo no llegó lejos. Uno de sus miembros descubrió que mi perfil era falso y decidieron bloquearme del grupo en apenas tres días. Sin embargo, fueron más que suficientes para ver el clasificado de los otros 117 miembros, en su mayoría hombres.
EL BAJÓN
Mientras el trueque por sexo puede sonar divertido en una charla de sobremesa, en la realidad tiene un lado negativo: la mayoría de las personas que practican el sexo recompensado están en situación de vulnerabilidad.
En un artículo académico publicado por el Instituto Nacional de Salud Pública titulado “El sexo recompensado: una práctica en el centro de las vulnerabilidades (ITS/VIH SIDA) de las jóvenes mexicanas“, se detalla el otro lado del truque por sexo.
Mientras Alejandra puede cambiar una contraseña de internet por media hora de sexo, hay mujeres en situación de extrema pobreza que lo hacen por servicios básicos, alimentos o drogas.
“En el caso del estudio realizado en Guadalajara se informa de las siguientes situaciones de Sexo Recompensado (SR) en población juvenil: ‘homosexualidad por regalo’, ‘prostitutas no pagadas’, o bien, ‘jóvenes dispuestas a tener sexo a cambio de una dosis de droga’”, anota el informe.
Los autores del estudio encontraron además otro factor de vulnerabilidad que han llevado a hombres y mujeres a intercambiar sexo por artículos o servicios: la estigmatización social.
“En el contexto cultural de México es bastante complicado para las jóvenes reconocer que tuvieron relaciones sexuales fuera de este marco normativo, y menos aún reconocer incluso ante sí mismas tener sexo por interés, ya que corren el riesgo de ser estigmatizadas socialmente como unas ‘interesadas’, o unas ‘rameras’, palabras usadas por algunos jóvenes de los grupos focales”, escribe.
En una de las entrevistas citadas por el informe, una mujer relata: “… Otro es el temor a quedarte sin nada en ese momento, el saber que las fuentes de empleo no son muchas, ni muy buenas, y las pocas que tienes a veces las tienes que aceptar entre comillas o ingratamente así [es decir, aceptando una práctica de sexo recompensado]…”
La línea entre el sexo recompensado como un acto no coercitivo y lo contrario es delgada. Para la mayoría de los académicos que estudian el sexo de transacción o recompensado, esta actividad está asociada a la relación entre la pobreza y el consumismo occidental. Además, las diferencias económicas entre hombres y mujeres han sido uno de los factores comunes que han encontrado los académicos en todo el mundo.
Internarme en el mundo del trueque por sexo me ha dejado con más preguntas que respuestas. Follar por dinero, por wifi, por comida, por amor. ¿No son hoy todas necesidades básicas?
“Internet cuesta como mínimo 500 pesos por mes [25 euros], este tipo me hackeó una clave para usar la conexión de un vecino a cambio de un polvo, la mejor inversión que he hecho en mi vida”, me dijo Alejandra.
*Se cambiaron los nombres para mantener el anonimato.