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A dos semanas de que Donald Trump reunió a periodistas en su campo de golf en Bedminster, Nueva Jersey, para anunciar su respuesta a la crisis de 100 estadounidenses falleciendo diariamente por sobredosis de drogas, la estrategia del presidente de Estados Unidos ha sido… ninguna.
“La crisis de los opioides es una emergencia, y ahora estoy diciendo oficialmente que es una emergencia”, dijo el pasado 10 de agosto con un tono de urgencia en su voz. “Es una emergencia nacional. Vamos a gastar mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucho dinero en la crisis de los opioides”.
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El anuncio, fiel al estilo Trump, careció de detalles. Declarar un estado de emergencia nacional implicaría algo más que una breve declaración del presidente a la prensa: hay un proceso formal que requiere la firma de documentos y pasos legales a seguir. Pero eso no ha ocurrido todavía. Ese día, Donald Trump dijo que “iba a redactarlo”, pero un portavoz de la Casa Blanca confirmó a VICE News que el documento aún sigue incompleto.
“El presidente recientemente ordenó a su administración que tomara todas las medidas apropiadas y de emergencia para enfrentar la crisis de los opioides”, dijo el portavoz. “En estos momentos estas acciones están siendo sometidas a una revisión legal acelerada”.
Este tecnicismo no es trivial. Hasta que se haga la declaración oficial de “estado de emergencia”, los estados y municipalidades más afectadas por la crisis de los opioides no podrán aprovechar el Fondo de Ayuda para Desastres de 1.4 mil millones de dólares.
Ese dinero suele utilizarse para responder a huracanes, inundaciones, terremotos y otros desastres naturales, pero en este caso podría utilizarse para ampliar los programas de tratamiento de drogas y equipar a más paramédicos con naloxona, el antídoto de la sobredosis.
La declaración informal de estado de emergencia sigue un patrón para la administración de Trump: al igual que sus recientes tuits sobre la prohibición de las personas transgénero dentro de el ejército o sus recientes “órdenes” para reprimir a la delincuencia, la movida del presidente a propósito de la crisis de opioides ha sido —al menos, hasta el momento— mucho ruido y pocas acciones.
El día del anuncio de Trump en Nueva Jersey, CNN y muchos otros grandes medios de comunicación publicaron titulares engañosos que sugerían que el estado de emergencia ya había sido oficializado, como si sucediera automáticamente con una declaración de Trump.
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Cuando se le preguntó a la Casa Blanca qué está causando la demora en la implementación del estado de emergencia y cuándo será oficializada la declaración, la administración de Donald Trump no ofreció una respuesta concreta más allá de decir que el presidente todavía está decidiendo cómo proceder.
“El presidente está considerando no sólo a las autoridades de emergencia esbozadas en un informe”, dijo un portavoz de la Casa Blanca, “sino también otras opciones potenciales, para asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible para hacer frente a esta crisis.”
Pero la crisis se alarga cada día, al igual que el silencio en Washington D.C.
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