Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.
El semanario satírico Charlie Hebdo publicó ayer un número especial de su revista con motivo del primer aniversario de la brutal matanza del año pasado en la que murió gran parte de su equipo editorial.
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Los quioscos franceses comenzaron a vender ayer el número especial, que inicialmente tendrá una tirada de 1 millón de copias.
“Ya he vendido cinco”, comentó Simon, diez minutos después de haber abierto su quiosco situado en la legendaria Place de la République, una plaza histórica del centro de París, donde la multitud se agolpó de manera espontánea tras el atentado del año pasado y donde lo haría de nuevo en noviembre, tras la masacre yihadista. Simon tiene 55 años y vende revistas, postales y souvenirs turísticos en la plaza desde el 5 de enero de 2015, sólo dos días antes de que los hermanos Kouachi irrumpieran en el consejo de redacción de la revista armados hasta los dientes.
Según él, no ha parado de vender banderitas de Francia desde los atentados terroristas perpetrados por Estado Islámico (EI) el pasado 13 de noviembre. Sin embargo, los clientes que se pasaron por su tienda en la mañana de ayer sólo querían una cosa: el número de 32 páginas que conmemora el primer aniversario del atentado de Charlie Hebdo.
Este año no ha habido colas en los quioscos como las que se formaron el 14 de enero del año pasado tras la publicación del llamado número de los “Sobrevivientes”, una semana después de la tragedia. Aquel día, la revista Charlie Hebdo, huérfana y noqueada, salió a la calle con una ilustración del profeta Mahoma en portada. El titular rezaba “Está todo perdonado” y en él se veía el rostro del líder religioso arrasado por las lágrimas.
Simón afirmó, que pese a la ausencia de colas, el especial de aniversario se estaba vendiendo mucho más deprisa que ninguna otra edición. En la portada se ve a un Dios barbudo con las manos empapadas de sangre, cuya espalda ha sido encañonada por un Kalashnikov. En esta ocasión el titular aparece encima de la ilustración (dibujada por el director editorial, Laurent Sourisseau, más conocido como Riss) y reza: “Un año después: el asesino sigue suelto”.
Confiado en que vendería todos sus ejemplares hacia el final del día, Simon pidió 150 copias, en lugar de las 20 o 25 que pide normalmente. El responsable de otro de los quioscos de la plaza confirmó que estaba vendiendo los ejemplares de Charlie Hebdo más rápido que siempre.
Según Simon, nadie lo había llamado para que le guardara un ejemplar pero a varios compañeros sí les había sucedido. El 14 de enero de 2015 Simon vendió 1000 ejemplares del número de los “Supervivientes”.
Las ventas del semanario han sido estables desde la tragedia de hace un año —cada número vende alrededor de 100 000 copias, una cifra considerablemente superior a las 30 000 que se vendían antes del atentado— y cuenta actualmente con casi 183 000 suscriptores.
Baptiste, un hombre de 28 años que entró al quiosco de Simon, aseguró que pese a que no compra la provocadora revista cada semana, sí lo hace regularmente desde el atentado.
Según Baptiste la revista “cambió” tras la mascare. Ahora se puede percibir en sus páginas cierto “desaliento”. “Eso es exactamente lo que me cuentan los lectores”, corroboró Simon, admitiendo que nunca ha sido seguidor de Charlie Hebdo.
Hay otros muchos que consideran que la revista perdió su voz después del brutal atentado, y no sólo porque algunos de los ilustradores más emblemáticos de la publicación fuesen asesinados aquel 7 de enero. Según consideran algunos, las discusiones internas sobre la política editorial y financiera del semanario también habrían afectado a la redacción.
Sin embargo, cuando uno hojea las páginas del especial dedicado al aniversario, la revista no parece haber perdido su humor mordaz ni su espíritu provocador. Como siempre, el número está plagado de referencias satíricas a todas las religiones, de desafíos a varios tabúes y crítica aguda a figuras políticas. En una de las ilustraciones se ve a un personaje (que hace pensar en Mahoma) sentado frente a un caballete, pintando un autorretrato. “He empezado a trabajar en autorretratos”, proclama el personaje. La leyenda que aparece bajo la ilustración dice : “¡Un año después, las mentes han cambiado!”.
Otras intervenciones se mofan del flamante estatus de Charlie Hebdo como uno de los nuevos íconos internacionales de la libertad de expresión. Este asunto lo mencionó Luz, nombre artístico del ilustrador que sobrevivió, en una entrevista exclusiva concedida a VICE News. Luz abandonó la revista poco después.
La parte de atrás de la revista, que generalmente cuenta con una compilación controversial de “las portadas que casi te pierdes”, muestra a militantes del Estado Islámico renovando su suscripción a Charlie Hebdo. La caricatura está subtitulada: “Un acto noble del Estado Islámico, aun cuando atraviesa dificultades financieras”.
Pero además la irreverencia que la caracteriza, la revista está llena de mensajes de apoyo de diferentes figuras públicas; entre ellas, el ministro de Cultura francés, Fleur Pellerin, quien escribe: “Charlie hace apología a la insolencia como virtud y al mal gusto como piedra angular de la elegancia”.
El número arranca con un desgarrador relato del atentado, redactado por los sobrevivientes. La pieza está ilustrada con una caricatura inspirada en La última cena,de Leonardo da Vinci. En esta, el antiguo jefe de redacción, Stéphane Charbonnier, más conocido como Charb —y una de las víctimas del atentado del año pasado— les dice a sus colegas: “En serio, créanme: nos vamos a divertir mucho más juntos”.
Más escalofriante resulta el mapa en el que se detalla el lugar de la oficina en que estaba cada miembro de la redacción durante el atentado. El nuevo jefe de redacción de la revista, Riss, firma el editorial —un furibundo alegato por el secularismo— que va acompañado con la imagen de un tanque de Charlie Hebdo aplastando a un terrorista.
La edición especial cuenta también con dibujos hechos por niños y con artículos dedicados a la radicalización y a la ineficacia de la clase política —que “lo sabe todo, pero no entiende nada”— tras la matanza. El semanario también aborda el tema de la sátira religiosa y traza una proyección pesimista del futuro de la misma, puesto que considera han faltado reacciones inteligentes a los atentados de enero y noviembre.
En las páginas centrales del especial se incorpora un desplegable con dibujos elaborados por los ilustradores asesinados. En uno de ellos, firmado por Wolinski, se ve a una mujer que luce una camiseta dedicada a la “Ley 1905” —la ordenanza legal francesa que proclama la separación de la iglesia y del estado—, y que lleva tatuada en sus nalgas la leyenda: “Ni Dios, ni maestro”.
Los periodistas empiezan a desplegarse por los quioscos de la plaza de République, un escenario donde, según Simon, se les ve muy a menudo, especialmente después de que la plaza se convirtiera en el lugar de encuentro de los franceses tras los atentados. Este domingo se celebrará un homenaje ahí para recordar a las víctimas de la mascare de hace un año.
Sigue a Étienne Rouillon en Twitter: @rouillonetienne