A través de la historia de Teresa (Mónica Del Carmen) y Montoya (Raúl Briones), mejor conocidos como la “patrulla del amor”, este documental recorre la intimidad de un sistema disfuncional. Ambos son policías en Ciudad de México, arriesgan su vida día a día junto a otros compañeros, rodeados de armas y adrenalina. En su caso, el amor es un refugio y la intimidad, un espacio que sumerge al espectador a un contexto hostil repleto de riesgos y precariedad.
“Una película de policías” es un documental dirigido por Alonso Ruizpalacios, quien pone a prueba los límites de la ficción rompiendo con la cuarta pared, combinando los hechos reales con los inventados, mezclando la profesión del actor con la profesión de un policía en un mismo espacio de diálogo. Vemos a esta pareja entendiendo el día a día dentro de uniforme y también los vemos actuar, ensayar y recrear.
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Este registro pone en jaque ciertos matices que la sociedad supone; la noche, la extorsión, la muerte y sobre todo la vida, dentro de un sistema precario y con pocas posibilidades de crecimiento. El juego escénico impacta en el retrato de un policía como parte de un engranaje histórico, político y social donde existen pocas opciones de elección.
Hablamos con Mónica del Carmen y Raúl Briones, protagonistas de la película, quienes nos cuentan sobre este proceso de trabajo en una cinta que se sumerge en la vida de la policía en México.
¿Es la primera vez que muestran en escena el proceso creativo de un personaje? ¿Cómo se siente hacer público este lado de su trabajo?
Raúl: Yo había tenido experiencias inmersivas en teatro, justamente con Mónica, ahí fue donde la conocí. Luego, muchas veces, hice mis propias bitácoras en audio, donde me grababa mis líneas, donde intentaba transmitir qué piensan los personajes, hacia dónde voy con el texto. Sin embargo, nunca en mi vida había tenido al personaje mirándome a los ojos y diciendo: “Interprétame”. Eso revolucionó absolutamente todo. Me cambió la perspectiva y el enfoque en mi trabajo.
¿Por qué?
Porque aquí teníamos dos tareas principalmente: la de habitar el espacio de las academias, como infiltrades, investigadores y avatares, para que las personas que miraran la película se pudieran meter a través de nosotres y al mismo tiempo, en la otra tarea, teníamos que pasar desaperdivides, entonces fue un gran desafío intentar ser ágiles para que en el momento en que pasaban un arma pareciera que ya había agarrado alguna vez una. Eso era muy confuso tanto para mí como para mis compañeros cadetes.
Mónica del Carmen: Creo que el proceso fue innovador incluso para nosotras como personas. Poder estructurar esos pensamientos, a través de una mirada muy sensible, llevaba el hecho de mostrarnos tal cual éramos. Por eso también en las bitácoras se nos percibe, a veces, cansados y exhaustos, como cualquier ser humano que entrena en la policía. Ese proceso jamás lo había vivido como actriz, el hecho de contar la experiencia propia, es la primera vez que me toca y es muy bello.
¿Cuál es su idea de la policía hoy? Después de haber pasado por este proceso de trabajo
Raúl: En mi caso se abrió un abanico de ideas. Es decir, las ideas se complejizaron. Entendí la enorme complejidad de la policía en México, entendí el proceso de humanizar a alguien que conocemos como algo ajeno, como cuando le pones un nombre a tu mamá y entiendes que esa persona tiene problemas, inseguridades, miedos, ha cometido errores. Ese proceso lo supe ver cuando transformé el uniforme en persona, ahí pude ver el cansancio real. El mío fue solo el de un mes y medio de trabajo. No fue el cansancio de 20 años en la corporación, no fue el cansancio de 15 años en un sistema que falla, donde se le cuelan un sin fin de problemáticas sociales que ya no tienen que ver con la policía.
Se abren un montón de factores complejos en la sociedad que convergen en la policía y eso me ayudó a entender que las instituciones son personas y sobre todo pensar quiénes son estas personas, quiénes son las personas prescindibles para el Estado, ¿por qué nos podemos sentir cómodos viendo morir a un policía? ¿Por qué nadie hace nada cuando esto sucede? Y esto no es una apología de la policía, es una apología de la humanidad.