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Esta universidad de Estados Unidos dará preferencia a los descendientes de esclavos

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La Universidad de Georgetown está preparada para expiar sus pecados — y lo primero que desea hacer es disculparse por el vergonzoso pasado proesclavista de la institución.

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El presidente de la universidad radicada en Washington DC, John J. DeGioia, proclamó sus disculpas la tarde del pasado jueves — e informó que la universidad va a emprender una serie de iniciativas para enmendar los errores del pasado.

Por ejemplo, la universidad planea establecer un instituto dedicado al estudio de la esclavitud, lanzar un programa de admisiones que favorezca el ingreso de los descendientes de esclavos y levantar un monumento en memoria de los esclavos que trabajaron en la universidad, y de todos aquellos que fueron comprados y luego vendidos para beneficio de Georgetown.

El comité está a punto de ofrecer la escolarización a todos los descendientes de los negros explotados que levantaron la economía y la agricultura estadounidense a cambio de ser tratados como perros.

Georgetown es una universidad privada consagrada a la investigación. Fue fundada en 1789 y es la institución católica y jesuita más antigua del país en la que se pueden cursar estudios superiores.

Una esclava negra reemplazará al presidente esclavista Jackson en los billetes de 20 dólares. Leer más aquí.

El año pasado DeGioia anunció la formación de su Grupo de Trabajo sobre la Esclavitud, la Memoria y la Reconciliación, “un proceso sostenible y a largo plazo cuya misión no es otra que dilucidar el papel que tuvo nuestra universidad en la imposición del esclavismo, y para desentrañar el legado que los esclavos dejaron en este país”, tal y como advierte la página web de la universidad.

Hoy en día, las plazas en la Universidad de Georgetown son muy codiciadas, como delata su costosa matrícula: cuesta 50.000 dólares al año. El actual éxito de la institución, en cualquier caso, podría referirse a una mañana de otoño de 1838. Por aquel entonces, los jesuitas eran dueños de cientos de esclavos, muchos de los cuales trabajan en los campos de tabaco que quedaban junto al cementerio jesuita de St Inigoes, en Maryland, a poco más de una hora del DC.

Aquella mañana de 1838, 272 personas — entre hombres, mujeres y niños — fueron vendidas por un total de 3,3 millones de dólares (en cifras de hoy), fueron embarcadas como ganado en un carguero de mercancías, y mandados rumbo a las plantaciones del sur.

Una cantidad significativa de aquel dinero amasado gracias a la venta de esclavos fue invertido en financiar la institución, que por aquel entonces estaba en bancarrota. Gracias a aquella inyección de dinero, Georgetown fue catapultada rumbo a un éxito cuyas mieles sigue saboreando a día de hoy.

Al menos otras 12 universidades han reconocido su pasado esclavista y han anunciado su voluntad de revisarlo.

Craig Steven Wilder, un historiador que trabaja en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT en sus siglas inglesas) ha comentado al New York Times que a él le consta que, hasta la fecha, Georgetown ha sido la única institución universitaria de Estados Unidos que ha ofrecido admisión preferente a los descendientes de esclavos.

Cuando el movimiento a favor de la raza y los derechos de los negros Black lives — una coalición que representa el 50 por ciento de la iniciativa #BlackLivesMatter — lanzó su plataforma pública el mes pasado, exigía, entre otras cosas, que se empiecen a tomar iniciativas que trabajen sobre los conceptos de raza y de educación superior, uno de los muchos frentes donde el racismo se sigue dando en la actualidad.

“La iniciativa emprendida por Georgetown representa el principio de lo que podríamos llamar “un cambio de paradigma”, opina el profesor Frank Leon Roberts, de la universidad de Nueva York. Roberts imparte un curso en la materia a la que se refiere el hashtag #BlackLivesMatter (las vidas negras importan). “Uno de los triunfos del flamante movimiento en defensa de las vidas de los negros ha sido crear una atmósfera política en la que las mismas ideas que no hace tanto parecían indignantes parecen ahora seguras y de lo más juiciosas”.

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