Gritos celebraban que en Montevideo, Uruguay, los diputados aliados con el gobierno del presidente José Mujica aprobaron la semana pasada un proyecto de ley presentado por el poder ejecutivo, con el objetivo de romper con todos los paradigmas establecidos en el mundo y entre la ONU en relación a la producción y consumo de marihuana. Puedes leer la ley completa aquí.
Los gritos (¿ahogados por humo, tal vez?) indicaban que de aprobarse en el senado en un par de meses, Uruguay se convertiría en el primer país del mundo donde el estado será el que controle la producción, distribución y venta ––sí, venta–– de cannabis para uso tanto medicinal como recreativo en todo el país. Incluso ya se ha cerrado el precio de la hierba: $2.50 dolares por gramo.
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Ahora, la gran pregunta que se hacen muchos incrédulos es por qué el gobierno uruguayo está impulsando una iniciativa de esta calaña.
Los objetivos, en este sentido, serían dos: primero, quitar la marihuana de las manos del narcotráfico (que la idea de comprar a un camello deje de existir); y segundo, evitar que gracias a este mismo contacto con el mundo del narco, los uruguayos tengan acceso y/o incentivos para experimentar con otro tipo de sustancias, eventualmente más dañinas para la salud, sobre todo debido a su adulteración.
¿Significa esto que una vez que la ley sea aprobada, cualquier hijo de vecino podrá ir a Uruguay, pasar por una farmacia y después fumarse un peta en la plaza?
Bueno, no necesariamente.
Por ahora, los únicos que podrán comprar o cultivar marihuana serán aquellos que se hayan registrado como usuarios, que deberán ser mayores de 18 años y residentes del país. El objetivo de esta reglamentación es, justamente, evitar el turismo cannábico de los países vecinos.
Aun así, más allá de las farmacias, los consumidores de cannabis tendrán la posibilidad de cultivar la planta en sus hogares (como quien planta tomates) o asociarse a través de clubes de cultivo.
Pero esto también tendrá sus requisitos: los cultivadores personales podrán tener hasta un máximo de seis plantas en casa y 480 gramos de cosecha anual. Si fuiste un gran cultivador y te salió más que eso tendrás que tirarlo a la basura. Ahora, si la opción es la de un club de cultivo, será necesario que éste tenga un mínimo de 15 socios y un máximo de 45, y entre todos no podrán superar las 99 plantas.
También están apareciendo otras normativas, como por ejemplo que la máxima cantidad que una persona puede llevar consigo sean 40 gramos, o que las farmacias no podrán vender más de ese mismo límite, mensualmente, por persona. Uruguay está avanzando pero no es el único y tampoco lo tiene fácil.