¿Sabías que ya existen orinales para las vacas?
Resulta que el ganado entrenado para ir al baño podría convertirse en una tendencia real dentro de la agricultura, según el equipo de científicos que entrenó a unos becerros para orinar en unas letrinas específicas. Este entrenamiento llamado “MooLoo” podría reducir la contaminación ambiental que genera la orina del ganado e incluso podría ayudar a combatir el cambio climático al reducir las emisiones de amoníaco de las granjas.
Videos by VICE
Estos nuevos hallazgos “son originales y revelan la oportunidad hasta ahora nunca explotada de aprovechar las capacidades cognitivas de los animales para ayudar a resolver problemas ambientales urgentes sin comprometer el bienestar animal”, según un estudio publicado el lunes en Current Biology.
La noción de que las vacas puedan ser adiestradas para ir al baño puede parecer una novedad inesperada para la mayoría de nosotros, pero para Jan Langbein, psicóloga animal del Instituto de Investigación de Biología de Animales de Granja en Alemania y coautora del estudio, los resultados “realmente no son una sorpresa” dadas las menospreciadas habilidades cognitivas del ganado.
“En cuanto a su capacidad de aprendizaje, estudios previos han demostrado que el ganado aprende de forma autónoma a operar varios dispositivos en el establo y que se mueve a determinados lugares después de recibir varios estímulos”, dijo Langbein en un correo electrónico.
“Parece que pueden aprender a asociar la micción con un lugar en particular, y pueden desarrollar la conciencia de una asociación entre su propia excreción y el recibir una recompensa”, continuó. “En la literatura disponible, encontramos evidencias que, desde el punto de vista neurofisiológico y de la teoría del aprendizaje, nos indican que es factible poder entrenar al ganado para que use una letrina”.
Con eso en mente, Langbein y sus colegas idearon un mecanismo experimental para ver si era posible entrenar a los becerros para que ignoraran su impulso de orinar al aire libre el tiempo suficiente como para que caminaran por un corredor interior que los condujera hasta un corral especial que sirviera de baño.
El experimento involucró a 16 becerros, divididos en dos grupos. Los animales fueron recompensados con premios, como miel y cebada triturada, cuando orinaron en las letrinas y se les salpicó suavemente con agua, a manera de disuasión, cuando orinaron afuera.
Dado que estos ejercicios se repitieron en el transcurso de algunas semanas, 11 de las 16 vacas aprendieron a ir al baño, incluso cuando se extendió la longitud de los corredores entre el área al aire libre y las letrinas. Finalmente, más de dos tercios de los becerros “mostraron un nivel de desempeño comparable al de los niños y superior al de los niños más pequeños”, según el estudio.
La orina del ganado es una fuente importante de emisiones de amoníaco, que puede causar daños ambientales al contaminar el suelo y el agua alrededor de las granjas. Además, los microbios dentro y alrededor de las instalaciones agrícolas convierten el amoníaco en óxido nitroso, que es un gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático provocado por los humanos.
“El amoníaco es un gas de efecto invernadero indirecto”, explicó Langbein. “Aproximadamente el 95 por ciento de las emisiones de amoníaco provienen de la agricultura, y una proporción considerable proviene de la ganadería, ya sea directamente del aire del establo o indirectamente de los purines. El amoníaco es responsable de una gran cantidad de deposición atmosférica [de nitrógeno], la cual a su vez conduce a la eutrofización del suelo y el agua”, lo que provoca “la acidificación del suelo y un daño directo a las plantas”.
A consecuencia de estos problemas, los distintos grupos agrícolas de todo el mundo han estado trabajando en métodos para mitigar las emisiones tanto a nivel local como mundial. El nuevo estudio muestra que las vacas entrenadas para ir al baño podrían tener un papel prometedor en este enfoque múltiple. Con ese fin, Langbein y sus colegas esperan desarrollar versiones automatizadas de su programa de entrenamiento MooLoo para hacerlo más eficiente y asequible.
“Estamos preparando un proyecto de seguimiento en el que queremos alcanzar los mismos resultados que logramos en condiciones experimentales, pero ahora en condiciones prácticas”, dijo. “Para ello, es necesario automatizar todo el proceso de formación. Debe haber sensores apropiados que detecten la micción y activen la entrega de una recompensa en caso de que las vacas orinen en la letrina”.
El éxito del experimento es también un recordatorio más de que las vacas son capaces de aprender y realizar tareas que requieren tanto sofisticación cognitiva como limitación física. Antes de clasificar a estos animales como tontos y lentos, considera que muchos de ellos pueden aprender a usar el baño a una edad mucho más temprana que los humanos.