La secta suicida canaria que creía que el mundo iba a acabar en 1998

Heide Fittkau-Garthe atma canarias

“El eje de la Tierra estallará y no quedará ni Europa ni Munich ni Mongolia. Será el 8 de enero en Tenerife, a las ocho. Tenemos que planear juntos los días finales”. Eso pensaba —y decía— Heide Fittkau-Garthe, psicóloga alemana afincada en Tenerife y lideresa de la secta Centro de Entrenamiento para la Liberación de la Energía Atma, denominado en otras crónicas Centro Holístico Isis. Así lo recoge el periodista Pablo Ordaz en una crónica de El País de 1998, el año en el que se la acusó de preparar un suicidio colectivo en el que hubieran fallecido 33 personas, entre las que había cinco menores.

Pero Fittkau-Garthe había llegado a la isla antes, en el 94 y tras vender todas sus pertenencias. Era psicoterapeuta y una vez asentada comenzó a expandir sus creencias, a impartir cursos de meditación y a predicar las bondades de la dieta vegetariana.

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La Vanguardia recogía, un día después de su detención, algunos datos y prácticas de la secta que, supuestamente, lideraba. “Es una doctora en psicología con consulta abierta en uno de los barrios más distinguidos de Hamburgo y organiza cursos de meditación y de terapia antiestrés para ejecutivos. Según el testimonio de sus caseros, la psicóloga se hace llamar Aída, porque asegura haber tenido este nombre durante una vida anterior, hace 5000 años, viste siempre de blanco y dice ser seguidora del brahmanismo”, arranca la pieza.



Y añade que, “en el piso de Hamburgo, la doctora recibía periódicamente a grupos de unas veinte personas, que pasaban allí varios días. Al principio eran mujeres y luego entraron hombres. El 12 de diciembre [de 1998, días antes del supuesto intento de suicidio colectivo] la doctora partió a Tenerife. A sus caseros les advirtió que prestaran atención al 8 de enero, porque ese día el amor se adueñaría del mundo. Según la prensa alemana, la doctora Fittkau-Garthe era conocida en los círculos de Hamburgo que se ocupan de la psicología, sin embargo también lo era de las organizaciones encargadas de vigilar a las agrupaciones sectarias”.

De las prácticas que llevaban a cabo en el seno del supuesto grupo sectario del Centro de Entrenamiento para la Liberación de la Energía Atma se sabe poco. De hecho, incluso la información publicada en medios en la época es contradictoria. Según un post en el blog católico Soto de la Marina de 2009, ese mismo año el diario La Opinión de Tenerife se habían publicado unas declaraciones de Ángela Gabriela Sieber-Kaiser, una de las integrantes de la supuesta secta, que solo hemos podido encontrar en el blog.

“La señora Fittkau opinaba que el acto sexual había que llevarlo a cabo efectivamente, y no sólo quedarse en acciones preparatorias”

En ellas la mujer hablaba de una de las prácticas que, presuntamente, se daban en su seno, el anillo del amor: “Consistía en que cada uno tenía que dormir con cada uno de los demás. Padre con madre, hijos con padres, como parejas del mismo sexo. Cuando digo dormir me estoy refiriendo a la relación sexual. La señora Fittkau opinaba que el acto sexual había que llevarlo a cabo efectivamente, y no sólo quedarse en acciones preparatorias”.

Por otro lado, en su libro Regulating Religion: Case Studies from Around the Globe, el sociólogo americano James T. Richardson hablaba de la “Atman Foundation” como un grupo escindido de Brahma Kumaris, que en su página web se autodenomina como una “organización sin ánimo de lucro que es parte de una red de asociaciones presentes en más de 100 países del mundo, con más de 8500 sedes” cuyo objetivo común es el de “ofrecer una educación en calidad de vida para el desarrollo del ser humano, con el fin de lograr una sociedad en armonía”. Desde 2001, la Asociación está declarada de Utilidad Pública por el Ministerio del Interior según anuncian en su web.

En su mención al grupúsculo liderado por la psicoterapeuta alemana, el profesor de sociología continúa diciendo que a nivel local se aclaró que la Fundación no tenía nada que ver con la Orden del Templo Solar, un grupo esotérico con el que también se les relacionaba, clasificado como secta y que, decían, captaba a sus miembros con la promesa de salvarse del cercano fin del milenio en los años previos al 2000, justo cuando operaba la Fundación Atma, y con la celebración del retorno de Cristo Dios. Entre 1994 y 1997, 74 miembros de la Orden del Templo Solar murieron en supuestos suicidios colectivos producidos en extrañas circunstancias.

Pero todo esto; las conjeturas y el breve proceso judicial, el descubrimiento de que en Canarias podría estar operando una secta —otra, pues desde los 80 estaban instalados en La Gomera los miembros de El Cabrito, una secta liderada por el pintor austriaco Otto Mülh, que abogaba por el amor libre y sin limitaciones morales o ataduras— vino tras la noche del 8 de enero del 98.

“Les había asegurado que una nave espacial recogería sus cuerpos de las laderas del Teide para llevárselos al ‘más allá’”

“Los sectarios querían poner fin a sus vidas y a las de sus hijos porque creían que el fin del mundo se iba a producir a las 8 de la tarde del día 8 de enero de 1998 (hora insular). La gurú del grupo les había asegurado que una nave espacial recogería sus cuerpos de las laderas del Teide para llevárselos al ‘más allá’, según informaron las autoridades de la isla en rueda de prensa”, narra una crónica de La Vanguardia de aquella jornada. La única detenida como presunta responsable de aquello fue la líder.

“El resto”, continúa la pieza, “todos ellos alemanes excepto una española, están bajo custodia como testigos y víctimas al mismo tiempo. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía llevaban tres días apostados frente a la consulta de la psicóloga, en la calle Enrique de Anaga del barrio de la Salud de la capital tinerfeña, controlando las posibles entradas y salidas de los adeptos. La Interpol y la policía alemana habían dado el aviso a sus colegas españoles, que decidieron intervenir poco antes de las dos de la madrugada de ayer”.

Los miembros de la secta fueron asistidos psicológicamente y las autoridades policiales dijeron de ellos que eran “víctimas antes que otra cosa”. Sin embargo, en las horas posteriores al supuesto suicidio colectivo frustrado, todos ellos mostraban preocupación por lo que le pudieran pasar a su líder, que estaba, según ellos, “tocada por la mano de Dios”.

“Uno de los policías que intervino en la operación llegó a contar: ‘No habían dejado nada a la improvisación. Todos vestían túnicas amplias, iban descalzos y escuchaban una música muy suave, como de meditación. Tenían unas cacerolas enormes llenas de comida vegetariana’. En la puerta, además de los cuatro coches propiedad de la psicóloga, había otros vehículos alquilados para desplazarse al Teide. Allí, una nave espacial debía recoger sus espíritus —sus cuerpos ya estarían rígidos para entonces— y trasladarlos hasta el planeta Cielo”, contaba el periodista Pablo Ordaz en el diario El País.

Las reuniones que, durante años organizó supuestamente Heide Fittkau-Garthe, a las que asistían sobre todo ciudadanos alemanes, tenían una duración de nunca más de una semana y costaban unas 50 000 pesetas. Los asistentes llegaban con billete de vuelta cerrado y, según recoge la crónica de La Vanguardia, también lo hicieron así el día en el que, presuntamente, pensaban suicidarse en las faldas del Teide. Aunque en esa ocasión no pensaran regresar.

“El soplo que alertó a las autoridades vino de la hija de una de las víctimas, Claudia Reminger, que puso a Interpol al corriente de las intenciones de su madre y otros compañeros en ese extraño viaje”

La policía incautó aquella noche un supuesto veneno, material gráfico y algunas prendas usadas durante ceremonias. El registro se produjo en el inmueble de tres plantas de la psicoterapeuta en la isla, que fue ingresada en prisión preventiva días después, acusada de presuntos delitos de asociación ilícita e inducción al suicidio y asesinato en grado de tentativa. Pero poco más tarde se le concedió la libertad bajo fianza y a finales de enero del 98 el juez ordenó la devolución de su pasaporte, así como de la mayor parte de sus posesiones embargadas. Se había descubierto que tenía más de 300 millones de pesetas recaudadas, algunas de ellas en bienes que sus adeptos habían puesto a su nombre.

El soplo que alertó a las autoridades vino de la hija de una de las víctimas, Claudia Reminger, que puso a Interpol al corriente de las intenciones de su madre y otros compañeros en ese extraño viaje, que ahora queda como una anécdota más de entre tantos grupos que proclamaron que, con el cambio de milenio, llegaría el apocalipsis: el caso quedó cerrado por falta de pruebas con las que inculpar a Fittkau-Garthe o demostrar que lo suyo era, en efecto, una secta. Según dice ella misma en su cuenta de Facebook, sigue viviendo en Canarias y tiene un blog desde el que sigue difundiendo sus inquietudes y lecciones y, si no le han suplantado la identidad, también una cuenta de YouTube. Su historia o, más bien, la de sus adeptos, inspiró a Lucía Etxebarría para escribir una novela: El contenido del silencio.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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