Cómo es la vida de los perros policía que localizan drogas y cadáveres en México

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En el mundo se utilizan perros policía y México no es la excepción. En aeropuertos, retenes militares, cruces fronterizos, eventos públicos y hasta en el salón de clases, los agentes K9 (homófona de la palabra en inglés “canine” = “canino”) son una herramienta para enfrentar el tráfico de drogas y atender la secuela de crímenes y hechos delictivos que generan el consumo y la venta de estupefacientes.

Los binomios K9 ―conformado por un perro policía y su manejador, el cual da lectura a la conducta y lenguaje corporal del can― en la frontera de norte de México están entrenados en la localización de artefactos explosivos, armas, droga, fugitivos y personas desaparecidas. Para conocer el microuniverso de los agentes caninos que un día pueden delatarte si transportas cocaína y, al otro, localizar tu cuerpo extraviado, visité el Centro de Adiestramiento Canino de la Procuraduría General de Justicia y el campo de entrenamiento de la Coordinación de Operaciones Caninas de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Baja California, reconocida como la mejor a nivel internacional.

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A la mitad de un entrenamiento matinal en el desierto bajacaliforniano, a ocho kilómetros de la frontera estadounidense, platiqué con Fernando Paniagua Legaspi. Un agente policíaco que en 1986 se dedicaba a entrenar halcones y perros de cacería. Tres años más adelante, la Policía Judicial Federal ―actualmente Procuraduría General de la República― lo invitó a adiestrar a 36 perros que habían llegado de Alemania a la Escuela Técnica de Adiestramiento Canino, en la Ciudad de México.

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Fernando Paniagua con el agente canino Beto, preparándolo para seguir el rastro aromático de un prófugo en el campo de entrenamiento. El fugitivo era yo, escondido en un baño de madera. Sí me localizó. Foto por el autor.

VICE: ¿Qué raza deben ser los perros policía para pertenecer a la corporación?
Fernando Paniagua: Aquí en la corporación utilizamos pastor belga malinois, holandés, alemán y labrador. Pero básicamente cualquier perro entrenado puede servir para este trabajo. Hace tiempo estábamos en la vía pública realizando una demostración en donde una unidad canina inmovilizaba a un supuesto delincuente, que en realidad era un policía con un traje especial. De la nada salió un perro callejero que realizó el ataque exactamente como debía ser. Vimos que no tenía dueño y nos lo llevamos con nosotros. Lo incorporamos como unidad K9 y lo llamamos Caramba. Actualmente sigue en la corporación. Cuando nos preguntan qué raza, es decimos que pastor mexicano.

En otro momento, en Ciudad Juárez, Chihuahua, acompañé a un comandante a que se boleara las botas. Mientras me puse a tirarle una pelota al K-9 para que me la trajera. Un perro que permanecía acostado junto al bolero corrió por la pelota y se la ganó al agente canino, una, dos, tres veces. “¿Ese perro es de usted?”, le preguntó el comandante al bolero, pero éste contestó que no, que no era suyo. “Paniagua, súbelo a la patrulla, nos lo llevaremos para entrenarlo”, me dijo el comandante. Actualmente sé que tiene buen desempeño como unidad K9.

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Esencia que imita el olor de la cocaína, en este caso, con la que entrenan los agentes caninos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.

¿Cómo funciona y cómo se entrena la nariz de un perro policía?
Se piensa que el perro policía huele a través de los objetos, pero en realidad tiene la capacidad de percibir moléculas gasificadas que se desprenden de drogas, cadáveres y explosivos. Esas moléculas se filtran y permean las bolsas de plástico selladas, el metal, la madera y tanques de gasolina. El encargado de olfatear dichas moléculas es su órgano vomeronasal ―ubicado dentro de la nariz―, el cual manda una señal eléctrica cuando las percibe. También tiene la capacidad de separar las moléculas de olor que percibe, así como los humanos podemos ver muchos colores y planos de distancia en una imagen, un perro puede separar las distintas moléculas de olor que componen un aroma.

Sobre el entrenamiento, la base psicológica siempre es la misma. A los perros se les enseña que ciertas sustancias, que son muy fáciles de detectar para ellos, representan una recompensa si las alertan, este pago puede ser una pelota o un juguete. Sin importar la sustancia que deban detectar ―narcóticos, explosivos, cadáveres o acelerantes de incendios― todos tienen las mismas técnicas detrás. Lo que cambia es el protocolo de actuación. Un perro que va a trabajar en bandas de aeropuerto o en automóviles debe aprender ese protocolo de movimiento y un perro que va a localizar cadáveres debe aprender a trabajar en lugares abiertos y baldíos con diferentes ambientes.

Hay departamentos de policía que castran a sus perros porque se tenía el mito de que un perro castrado sería menos distraído, pero se ha demostrado que operativamente hablando no hace ninguna diferencia.

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¿Puede el K9 alertar droga que haya sido ingerida para su transporte?
No me ha tocado que un perro detecte drogas que alguna persona haya ingerido en cápsulas ni he sabido de un caso. Esto es porque los ácidos gástricos dificultan o destruyen las moléculas de olor gasificadas de la droga, entonces no hay forma de que las detecte, pero si se escapan porque los ácidos gástricos no las están destruyendo sí las puede marcar el perro; no digo que sea imposible sino que a mí ni me ha tocado ni conozco casos. Lo que sí me ha sucedido es que el perro alerte sobre drogas introducidas vía anal o que se metieron en la boca para ocultarlas.

¿Con qué tratan los narcotraficantes de ocultar el aroma de las drogas que trafican?
Con café, mostaza, detergente, cloro… lo que se les ocurra. He participado en decomisos de droga en donde pienso que es increíble que el perro las haya podido detectar. Está el caso de latas selladas al vacío que simulan contener chiles jalapeños cuando lo que contienen es marihuana y aún así alertan su presencia. En una ocasión uno de mis perros detectó paquetes de droga que se habían cubierto con grasa de víbora de cascabel; ese aroma en lugar de obstaculizarle que diera la alerta provocó una reacción en su lenguaje corporal que supe leer como positivo, lo cual llevó al decomiso. Si a ti como humano te entrenan para hallar el color morado en una superficie, no importa que junto a ella pongan una mancha negra, de todos modos tú podrás ver la mancha morada y también la negra, es lo mismo en los perros en cuanto al olfato.

En una ocasión, en Nuevo León, estábamos comiendo en un parque y al K9 lo dejé libre para que hiciera sus necesidades. Sin que se lo pidiera se metió debajo de una camioneta y alertó positivo de droga. La abrimos y debajo del tapete hallé la llave de encendido. Avisamos a la comandancia y dejamos vigilancia. Cuando una persona fue a recogerla, se le detuvo calles más adelante. La camioneta se trasladó a las instalaciones de la policía y se inspeccionó el tanque de la gasolina: eran ocho kilos de cocaína adentro de una caja de bronce, soldada, que estaba flotando dentro del tanque, o mejor dicho, puenteada con varillas para que quedara en medio y rodeada por gasolina. Es de reconocerse la creatividad, aunque ese tipo de engaños son para el humano porque para el olfato del perro no es un reto, el puede percibir el aroma a gasolina y el de cocaína; para su olfato uno no encubre al otro. Los humanos podemos oler una pizza, pero el perro olerá el pan, el salami, la salsa el tomate, el queso y el jamón.

¿Qué hay de cierto con que a un perro detector de drogas se les da a consumir un poco para su entrenamiento?
Es un mito ese tipo de técnicas. A un perro le das droga y su mente estará confusa y el entrenamiento que debe realizar para trabajar y certificarse le será imposible con un organismo envenenado. En ellos las drogas provocan choques anafilácticos ―reacciones alérgicas― que pueden ser mortales. Bajo el criterio de darle para que ingiera aquello que debe detectar, entonces a un K9 que detecta explosivos le daremos de comer dinamita y a un perro de PEMEX especializado en fugas de hidrocarburos le daremos gasolina para que detecte tomas clandestinas. Lo que les damos a oler para que entrenen son esencias que imitan el olor de un explosivo, de alguna droga o de cadáveres. Les llamamos “seudos” y los fabrica una empresa llamada Scent Logix-K9. Son con los que entrena la DEA (Drug Enforcement Administration, por sus siglas en inglés) y las agencias norteamericanas.

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Agente canino, Iker de la PGJE. Entre sus hallazgos más recientes está el cuerpo de una menor de edad asesinada y sepultada por su vecino adicto a la metanfetamina. Está también el caso de un menor de tres años asesinado por su padrastro y enterrado dentro de una bolsa junto a un bulevar en Tijuana. Y por último, el caso de una mujer al que un amigo, drogado con metanfetamina, descuartizó y arrojó sus restos en distintos puntos de la ciudad.

¿Cómo es la búsqueda de un cadáver?
Siempre se parte de un aroma de referencia que el K-9 busca para recibir su recompensa. La cadaverina y la putrescina, por ejemplo, son aromas que genera el cuerpo al entrar en descomposición. Los laboratorios fabrican imitadores exactos para entrenamiento canino. También hay seudos de cada una de las estadías del proceso de descomposición, incluso los hay de los distintos tipos de tejidos y añejamiento. Antes se entrenaba con carne de cerdo, pero es incorrecto ya que si quieres localizar cuerpos humanos debes entrenar con olores humanos.

Conozco el caso de Andy Rebmann, entrenador de la Policía Estatal de Connecticut y consultor del FBI ―Federal Bureau of Investigation―. Él tiene su binomio K9 localizaron un cuerpo a una profundidad de entre 12 y 15 metros. Lo que hizo fue recurrir a un pozo de agua que estaba deshabilitado en los alrededores para detectar moléculas que por ahí se estuvieran escapando; ahí fue donde el canino alertó. El cuerpo tenía enterrado 15 años de antigüedad, era un homicidio.

Todo este tiempo he escucha que das las órdenes a los K9 en francés, ¿por qué no lo haces en español?
El francés es un idioma dulce y con sonidos cargados a las vocales. El perro atiende mejor las vocales que las consonantes. Si yo le digo: “Siéntate, échate”, el sonido vocal es muy igual, en cambio si le digo, assis (sentado), couché (acostado) debout (párate), l’avant (delante) es más fácil para él. También se le puede enseñar en notas musicales do (sentarse), re (echarse). Otra cosa es que si le hablas al perro en el idioma que entienden los criminales tienes una desventaja operativa; me ha tocado conocer a corporaciones policíacas que entrenan en náhuatl para que no se entienda lo que dice; los estadounidenses entrenan en alemán por la anterior razón y porque es un idioma muy cortante, rápido y seco que los perros entienden fácilmente: sitzt (sentado), hoch (arriba). Son como 15 o 20 comandos que debe uno aprenderse para controlar el comportamiento del K9.

¿Cuándo finaliza la trayectoria de un perro policía?
Un perro policía tiene una edad laboral de siete años en promedio. Si comenzaron a los dos años se retiran a los nueve. Uno de los perros estrella de la corporación es Héktor, uno de los mejores a nivel internacional, el cual se jubiló en el 2016 con más de 60 trofeos ganados en Estados Unidos; ahora vive conmigo.

En general, al jubilarse, los perros se quedan con sus entrenadores, al menos en esta corporación ese es el sistema. Si por alguna razón no pudiera quedárselo, se pondría en adopción con algún elemento de la unidad canina que el perro ya conozca. Si esto no fuera posible, se buscaría alguien de la unidad canina del estado o se manda al sistema estatal penitenciario, que son tierra de nadie con espacios muy grandes en donde el perro se queda suelto sin ser molestado, pero sería una lástima, ya que estaría en una especie de soledad, por eso lo mejor es que se quede con su manejador y conviva con la familia. Por supuesto las decisiones que ese perro tomará serán consecuencia de su experiencia y la suya siempre será policial.


Aula en donde el binomio K9 ensaya el Operativo Mochila, especializado en detección de drogas de la PGJE.


Esencia que imita el olor de la cocaína, en este caso, con la que entrenan los agentes caninos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.

Bronx, de la PGJE, alertando de la presencia de metanfetamina en uno de los cajones del archivero. Posteriormente recibió su recompensa, un juguete Kong de caucho.


Fernando Paniagua con el agente canino, Beto, preparándolo para seguir el rastro aromático de un prófugo en el campo de entrenamiento. El fugitivo era yo escondido en un baño de madera; sí me localizó.


Los trajes de adiestramiento pesan entre 15 y 20 kilos. Un hueso humano se rompe alrededor de las 150 libras de presión. La mordida del pastor belga, Bronx, es de arriba de las 450 libras.


Agente canino, Iker de la PGJE. Entre sus hallazgos más recientes está el cuerpo de una menor de edad asesinada y sepultada por su vecino adicto a la metanfetamina. https://www.excelsior.com.mx/n…
Está también el caso de un menor de tres años asesinado por su padrastro y enterrado dentro de una bolsa junto a un bulevar en Tijuana.
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Y por último, el caso de una mujer al que un amigo, drogado con metanfetamina, descuartizó y arrojó en distintos puntos de la ciudad sus restos.
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“Los mejores perros en agilidad, obediencia, protección y rastreo, montan a las mejores hembras para tener buena crianza y que los perros que nazcan tengan las cualidades necesarias para realizar su trabajo”, explicó Fernando Paniagua.