Peanut Butter Wolf, uno de los DJs y diggers más importantes de California, y fundador del sello Stones Throw —esa imprenta donde vio la luz el Donuts de J Dilla—, dijo de Veronica Vasicka: “Ella ha llevado la antorcha de la música electrónica rarita por lo menos desde que tenía diez años”. Vasicka piensa que se refiere a que ella tuvo acceso a su primer sintetizador a los diez años.
Hay muchos retratos de esta también fotógrafa neoyorquina, hija de un checo y una uruguaya, rodeada de viejos sintetizadores análogos, secuenciadores y cajas de ritmo. Sí, son suyos; sí, los sabe utilizar. Pero ser una DJ activa que pasa gran parte de su tiempo mezclando por aquí y por allá, (además de ser la directora de los sellos Minimal Wave y Cititrax), hace que rara vez tenga tiempo de ponerle las manos encima a las máquinas; si acaso lo hace, es para producir un edit para alguno de sus sets.
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Un momento ¿dijiste minimal wave? ¿Esto quiere decir que Veronica bautizó a su sello utilizando el nombre de un subgénero musical? De hecho, no. Vamos por partes. Si eres relativamente nuevo en el mundo del techno y entraste a este, digamos, a través de las últimas generaciones de productores y DJs, (personajes como Helena Hauff o Silent Servant y sus canchanchanes de Sandwell District); entonces sabes que estos clanes tienen particular aprecio por los sonidos crujientes y en definición Trinitron de toda esa música electrónica perdida, grabada por proyectos casi anónimos generalmente en casete, entre 1978 y 1988, y que no era ni techno ni new wave ni industrial.
Esto, así como el auge de grupos contemporáneos que recogen toda esta estética, incluso sellos enteros que se basan en la misma (Xeno & Oaklander, Automelodi, Zanias, Boy Harsher o el extinto Wierd Records), no podría explicarse sin la labor que ha realizado Vasicka desde la primera mitad de la década pasada, quien no solamente es una digger aguerrida —ella se ve a sí misma como “detective de la música”.
Fotógrafa de profesión, su labor fue fundamental para la creación y el funcionamiento de la radio por Internet East Village Radio. Estuvo al aire a partir de 2003 en su show Minimal Wave; un par de años más tarde echó a volar el sello del mismo nombre para reeditar el EP de Openheimer Analysis, un par de maniquíes británicos que con puras máquinas forjaron canciones llenas de brillo a principios de los ochenta, las cuales no merecían caer en el letargo permanente del olvido y gracias a Vasicka, más de veinte años después se volvieron joyas de culto del ¿dancefloor minimal wave? ¡arrgh! ¿No dijimos que eso de “minimal wave” como género no existía?
Calma, desenredamos ya esta madeja de las nomenclaturas ociosas. De hecho, lo hará Veronica. Todo este furor que ella desató por cierto tipo de sonido, hizo que tanto las nuevas generaciones como los junkies de la época original del casset, que hoy tienen más de 35 años, comenzaran a etiquetar toda esta música como minimal wave, sin importar que se tratara de cosas rescatadas de los años ochenta o de bandas y proyectos dosmileros haciendo nuevos remakes —a veces, la única diferencia entre lo que algunos llaman minimal wave con la música new wave es lo rudimentario de la producción; como podemos escuchar en Turquoise Days, un proyecto que, de tener más recursos técnicos, pasaría por new wave. Pero si nos ponemos analmente retentivos y técnicamente muy propios, eso que llamamos con gran pompa y parando la ceja “minimal wave”, en realidad… no existe. O no existía hasta Veronica.
Que Vasicka lo explique. Ella dice cuando habla de la creación de su sello:
Realmente me interesaba la música minimal hecha estrictamente en sintetizadores analógicos, y también la cold wave, una versión del post-punk europeo basada en sintetizadores. Entonces, decidí que mi show Minimal Wave era una buena manera de combinar el aspecto electrónico minimal con la música [cold] wave, donde las guitarras entran en juego.
Wave, cold wave. ¡Eso hace sentido! Los que crecimos en los 80 y 90, y éramos entonces afectos a la electrónica, oscura o no, sabemos que era un término que los europeos usaban para hablar de la electrónica marginal en general, oscurona en particular—dark wave—, tuviera o no guitarras. Se podía aplicar lo mismo a Kraftwerk que a Love is Colder than Death, quienes oscilaban entre el encanto neo medieval y el synthpop.
Pero vaya, ¿qué son las etiquetas sino palancas para mover al elefante cuando se atora buscando un disco? No somos la policía de la diversión. Si ahora hemos de replantear el rumbo y reacomodar los anaqueles para facilitarnos las cosas, bienvenido minimal wave como subgénero. En realidad, este texto no es más que un ejercicio para caer en cuenta de la importancia de una mujer en el panorama de la música actual, y de cómo nunca hemos sido capaces de asimilar todo lo que se produce en determinado momento en cuanto a música grabada se refiere. Por eso, cada cierto tiempo sentimos esa necesidad de frenar, volver atrás, redescubrir, revalorar, reeditar. Pedir a gritos la “muerte de lo viejo” y pretender vivir únicamente del sabor del mes, nos hace quedar como tarados cuando los acervos musicales de otras épocas, por lo menos desde los sesenta, son cada vez más apabullantes.
¡Gracias Veronica por (re)inventar el minimal wave!
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Verónica Vasicka tocará este viernes 15 de junio en el Foro Normandie de la CDMX.
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