Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Debajo de una mesa de billar de una casa en Agua Prieta, ciudad mexicana en la frontera con Estados Unidos, hubo alguna vez una puerta secreta que se abría con una palanca que aparentaba ser un grifo de agua. La puerta conducía a un túnel que pasaba bajo la cerca fronteriza y desembocaba —60 metros después— en una casa en Arizona.
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El túnel, construido a finales de los 80 por orden del ahora encarcelado jefe del cartel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien en ese entonces era conocido como “El Rápido” porque podía llevar drogas a Estados Unidos en un santiamén, fue el primero de muchos túneles construidos por los cárteles para contrabandear exitosamente toneladas de cocaína, heroína y cannabis por la frontera americana e introducirlas al mercado de drogas más grande del mundo.
Los túneles son solo una parte del arsenal de artimañas que se han utilizado para llevar drogas de un punto A a un punto B; se ha recurrido desde a submarinos y palomas mensajeras hasta a cajas de chiles y juegos de té moldeados con cocaína. Estas innovaciones han sido alentadas por una ley no escrita de la actual economía mundial de drogas: mientras mejor sea un país para reforzar sus fronteras y limitar el tráfico de drogas, más interesados estarán los narcotraficantes más exitosos. ¿Por qué? Porque tener un mejor control fronterizo significa mayor riesgo y también mayores ganancias.
“La paradoja de la guerra contra las drogas es que mientras más se esfuerzan los gobiernos por combatir el narcotráfico, más suben los precios de las drogas para compensar los riesgos que se corren al traficarlas”, escribieron el economista ganador del Premio Nobel Gary Becker y su colega Kevin Murphy en una crítica sobre la guerra contra las drogas publicada en 2013. “Eso genera mayores ganancias para los traficantes que evitan ser castigados. Los precios altos permiten que algunos traficantes ganen mucho dinero si logran que no los atrapen, si operan a una escala lo suficientemente grande y si pueden reducir la competencia con otros traficantes”.
La idea de mantener las drogas “fuera” de un país está construida sobre la manera en que las drogas se han producido y vendido tradicionalmente. Gran parte de la economía mundial de las drogas es realmente global: las plantas —ya sean coca, cannabis, peyote, amapola o cualquier otra— se cultivan y refinan en países de origen específicos, generalmente en los territorios nativos de las plantas. Luego se trafican a través de rutas conocidas y fronteras para llegar a consumidores de otras naciones, a menudo más ricas. Hoy la mayoría de las drogas incautadas por las autoridades nacionales son interceptadas en la frontera, no por la policía en las calles.
La batalla entre las autoridades y los narcotraficantes ahora es más una carrera armamentista que un juego de gato y ratón. La guerra global contra las drogas ha enriquecido el crimen organizado en todo el mundo; los esfuerzos para frenar el negocio de las drogas, a un costo financiero enorme, simplemente han terminado con la creación de más rutas para traficar, más drogas y más muertes. No es de extrañar que el narcotráfico sea el elemento vital del crimen organizado, y que el mercado del narcotráfico ahora tenga un valor global anual estimado de entre 426 y 652 mil millones de dólares.
Todo el concepto que sustenta el comercio mundial de las drogas —las autoridades controlan la frontera y los traficantes encuentran nuevas formas de evitarlas— está siendo desafiado por una nueva forma de hacer las cosas. A pesar de los niveles récord de producción de drogas de origen vegetal, y el progreso hacia la legalización o despenalización del cannabis en algunos países, una nueva versión del tráfico de drogas que gira en torno a un conjunto de sustancias cada vez más problemático está en ascenso.
Tanto expertos en políticas de drogas como las autoridades han registrado un auge de las drogas sintéticas, que a menudo imitan los efectos de las drogas a base de plantas, pero son producidas masivamente en fábricas químicas, comercializadas a través de internet y traficadas con frecuencia a través del sistema de correo global. Estas drogas elaboradas por el hombre incluyen sustancias conocidas, como las metanfetaminas, el MDMA, el LSD y la ketamina; una amplia gama de nuevas sustancias psicoactivas, que incluyen catinonas y cannabinoides sintéticos; medicamentos del mercado negro, como fentanilo y tranquilizantes, y análogos y sustitutos de los anteriores, que son impuros y a veces peligrosos.
El año pasado, varios hombres de Florida fueron condenados por tráfico de drogas, producción y lavado de dinero después de vender miles de píldoras de oxicodona falsificadas. Estaban haciendo tanto dinero, que les resultó difícil ocultar las ganancias, (uno de ellos compró varios autos de lujo, incluyendo un BMW, un Audi R8, un Aston Martin, un Bentley y un Maserati). Las píldoras falsas las habían fabricado con prensas de pastillas y fentanilo que ordenaban a China, lo cual los volvió millonarios, pues no tuvieron que incurrir en los costos y la infraestructura de las operaciones de drogas más tradicionales.
Este es el futuro del tráfico de drogas. El año pasado, en un blog en el sitio web de la Brookings Institution, Jonathan Caulkins y sus colegas explicaron cómo un cambio hacia productos sintéticos como el fentanilo podría “dejar de lado” a los contrabandistas tradicionales.
“No hay necesidad de tener empresas criminales sofisticadas con los medios para transportar material en grandes volúmenes a través de las fronteras internacionales, algo que normalmente implica violencia o corrupción”, escribieron. “Aunque se debe capacitar a los químicos y los agentes precursores son importantes, el conocimiento y la tecnología son apenas prohibitivos y — aún más importante— generalmente no mejoran al portar o usar armas de alto calibre. [El comercio sintético solo requiere] una pequeña fuerza laboral y un control territorial mínimo”.
Las drogas sintéticas —que pueden ser fabricadas en cualquier lugar, desde laboratorios en casa hasta grandes fábricas químicas— son más baratas y más fáciles de producir que la cocaína y la heroína porque no se depende del cultivo de las plantas. Las fábricas pueden pasar de elaborar una droga a otra en días —incluidos los químicos precursores legales utilizados en sustancias prohibidas—, adaptándose rápidamente a la demanda del mercado. Debido a la forma en que se producen y trafican, se pueden preparar, enviar y consumir relativamente rápido y son más asequibles tanto para proveedores como para clientes.
Thomas Pietschmann, analista de tendencias de drogas en la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, dice que “el aumento más marcado de incautación de drogas en las últimas dos décadas ha sido claramente de drogas sintéticas”. Agregó que si bien la popularidad global del cannabis significa que las drogas a base de plantas siguen siendo mucho más prevalentes que las sintéticas, las incautaciones de sustancias creadas en laboratorios se han disparado en comparación con las de drogas derivadas de las plantas.
Peter Andreas, profesor de Estudios Internacionales en la Universidad Brown y autor de Border Games: Policing the U.S.-Mexico Divide, lo expresa de manera más simple: “El futuro es sintético”. Andreas dice que esto tendrá todo tipo de repercusiones para los controles fronterizos. “Ya es extraordinariamente difícil bloquear un producto portátil, duradero y rentable como la heroína o la cocaína. Pero las drogas sintéticas más concentradas y potentes hacen que la confianza en la prohibición fronteriza como piedra angular del control de drogas sea aún más irracional. Centrarse más en la demanda que en la oferta se está volviendo más urgente que nunca”.
Una creciente mezcla de drogas baratas con efectos secundarios impredecibles está llegando al narco. En Grecia está por ejemplo la sisa, similar a la metanfetamina, y en Serbia está el pajdo, similar a la heroína. Las catinonas, conocidas comúnmente como sales de baño, al principio fueron populares entre los jóvenes del Reino Unido porque eran como la cocaína pero baratas y de compra legal en Internet, y ahora son más utilizadas por los pobres de Europa. También tienen muchos seguidores en Rusia, Georgia, Hungría, India y entre la comunidad romaní en Rumania (donde se les llama legale).
Los pobres son quienes también han empezado a fumar cannabinoides sintéticos, mejor conocidos como spice. Es una clase de droga que también se ha vuelto cada vez más tóxica debido a ajustes químicos para evitar la ley, y que ahora se usa como una alternativa barata a la heroína. Al igual que todas las drogas sintéticas, el spice es súper rentable, incluso para quienes están en mitad de la cadena. Un análisis de los vendedores de spice en línea en Europa realizado por el Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Adicciones encontró que los vendedores que gastan entre 6.700 y 8.900 dólares en ensamblar y vender sus productos podrían ganar hasta 176.000 dólares.
En Estados Unidos los ciudadanos más pobres y más vulnerables son quienes reciben involuntariamente una dosis mortal de fentanilo. La población rural pobre del país es la que tiene más probabilidades de consumir metanfetamina, que aumentó en popularidad porque puede fabricarse y venderse localmente, sin depender de los dealers de cocaína caros de la ciudad.
En Asia las píldoras de metanfetamina, conocidas como yaba o “droga de la locura” —que son una mezcla de 20 por ciento de metanfetamina y 80 por ciento de cafeína—, son las drogas basura para las masas: los trabajadores las utilizan para esforzarse más y durante más horas y los jóvenes para drogarse barato. En 2016, la presencia generalizada de la metanfetamina fue lo que provocó la guerra sanguinaria del presidente Duterte contra el tráfico de drogas en Filipinas. En China, un país con una larga historia de consumo de opio y muy poca transparencia de datos sobre el uso de drogas, analistas le revelaron a VICE que en los últimos cinco años el número de usuarios de heroína registrados ha disminuido, mientras que los usuarios de metanfetamina han aumentado. El problema de la metanfetamina se ha filtrado a Bangladesh en el oeste, a Japón al este y al sur a la República de Corea y Oceanía. El consumo de metanfetamina también está aumentando en Europa, específicamente en Alemania, Grecia, Noruega, Chequia y Eslovaquia.
La ONU advirtió que el aumento global de la metanfetamina —la droga sintética ilegal más común en el mundo— ha sido “sin precedentes” y “notable”, ya que las convulsiones por sobredosis a nivel mundial han crecido más de seis veces desde 2008. ¿Por qué? Por un lado, porque la metanfetamina es altamente adictiva. Pero también es mucho más fácil construir un laboratorio ilícito que comenzar una plantación de coca.
En algunas regiones, las drogas sintéticas están reemplazando a sus primos de origen vegetal.
En el Triángulo Dorado, la zona ilegal productora de opio del sudeste asiático, donde Tailandia, Laos y Myanmar se encuentran en los ríos Ruak y Mekong, los campos de amapola administrados por el Ejército del Estado Wa Unido han sido dejados de lado y reemplazados por una enorme red de laboratorios de metanfetamina en el estado Shan.
En enero del año pasado, la policía encontró 30 millones de pastillas de metanfetamina y 1.700 kilos de cristal junto con un poco de heroína y cafeína en polvo en una casa abandonada en el estado de Shan. Las drogas sintéticas son un producto más lucrativo y de mayor volumen para el Wa. Como resultado, según la ONU, Myanmar se ha convertido en el mayor productor de metanfetamina del mundo. En 2018, se incautaron 745 millones de pastillas de metanfetamina en la región, en comparación con 320 millones en 2016. Debido a la abundancia de la droga en el área, la metanfetamina es ahora la principal sustancia de preocupación en la mayoría de los países del sudeste asiático.
En Nigeria, India, Irak e Irán también se esta produciendo metanfetamina. La producción del último país ha provocado un aumento en el consumo de metanfetamina en Turquía y Rusia, y en Afganistán (el mayor productor de opio del mundo), donde los usuarios de heroína se están cambiando al estimulante sintético, al que llaman shisheh. En Europa, Holanda se ha unido a República Checa para convertirse en un centro de producción de metanfetamina. En mayo, las autoridades holandesas allanaron un laboratorio de metanfetamina en un barco fluvial que contenía 300 litros de aceite de metanfetamina.
El fentanilo se ha infiltrado en una porción cada vez mayor del suministro de heroína de América del Norte y ahora también es el mezclador oculto en los opioides recetados. La devastación que está causando el fentanilo en América del Norte está bien documentada.
Los cárteles mexicanos anticiparon la toma de posesión de las drogas sintéticas, y ya pasaron de producir cannabis y heroína a fabricar la mayor parte de la metanfetamina de Estados Unidos, así como a producir e importar la mayor parte de su fentanilo. En febrero, Deborah Bonello, de VICE, describió cómo en Sinaloa, el estado natal del Chapo, los productores han pasado del cultivo de opio a la fabricación de fentanilo porque es más barato y su relación potencia/peso hace que sea más fácil de ocultar y contrabandear.
Sin embargo, para medir la verdadera escala de esta industria en expansión, debes ir al caldero de las drogas sintéticas del mundo, un país donde puedes conseguir un menú casi ilimitado de drogas ilegales, productos farmacéuticos y precursores químicos que puedes pedir a granel sin cuestionamiento alguno: China.
El 3 de enero de 2015, Bailey Henke, una estudiante de policía de 18 años, murió después de fumar fentanilo con amigos en un departamento en Grand Forks, Dakota del Norte. Fue la segunda muerte de este tipo en seis meses en Grand Forks, una pequeña ciudad a 128 km al norte de Fargo, en un momento en que la crisis del fentanilo apenas comenzaba a revelarse. Una búsqueda de dos años para dar con los proveedores llevó a los detectives locales hasta una red oscura internacional de drogas con sede en China, que fabricaba una variedad de drogas sintéticas y utilizaba el sistema de correos para introducirlas de contrabando a Estados Unidos.
A través de una red de proveedores estadounidenses, los investigadores rastrearon el fentanilo hasta Zaron Bio-Tech, una compañía de Shanghai a través de la cual se enviaron “enormes cantidades” de la droga por correo a través de Canadá, según el Gobierno americano. Las drogas se fabricaron en cuatro laboratorios y se vendieron a distribuidores por Internet. Para ocultar sus transacciones financieras, los proveedores utilizaron cuentas en el extranjero y terceros para mover dinero, así como aplicaciones de comunicación encriptadas para discutir sobre negocios. Fue un tráfico de drogas en el que las fronteras internacionales pudieron no haber existido.
A pesar del crecimiento del tráfico de drogas en línea y por correo en la última década, este caso marcó un precedente en la evolución de esta nueva era de contrabando de drogas. En 2017, los presuntos jefes del grupo criminal, Jian Zhang (apodado “Hong Kong Zaron”) y Yan Xiaobing, se convirtieron en los primeros individuos con sede en China en ser designados como Objetivos de Organización Prioritaria Consolidado (CPOT, por sus siglas en inglés) por el Gobierno de Estados Unidos. Los dos siguen en libertad, aunque 32 de sus cómplices en los Estados Unidos y Canadá han sido acusados o encarcelados. También se encuentran en libertad el segundo par de proveedores chinos que se convertirán en CPOT: Fujing Zheng y su padre Guanghua, acusados de fabricar y enviar fentanilo y otras 250 drogas sintéticas a al menos 25 países y 37 estados de Estados Unidos desde sus negocios en Shanghai.
El Gobierno de Estados Unidos ha identificado a China como la “fuente principal” no solo del fentanilo que ha creado la crisis de sobredosis en el país, sino también de los precursores químicos utilizados por las pandillas mexicanas para fabricar metanfetamina. Lo mismo ocurre con los laboratorios de metanfetamina en el Triángulo Dorado: todos están equipados con precursores químicos chinos, que terminan regresando a China en forma de metanfetamina. China también es una fuente clave de píldoras falsas, y es donde se producen la mayoría de las nuevas sustancias psicoactivas del mundo.
Y a medida que estos capos encuentran nuevas formas de saltarse el control fronterizo, las autoridades estadounidenses se encuentran en gran medida incapaces de responder. Estados Unidos no tiene un acuerdo de extradición con China, y no tiene influencia sobre Beijing como la tenía sobre el Gobierno colombiano en el intento de atacar a sus principales traficantes de cocaína. Estados Unidos no puede enviar tropas y equipos militares a China para luchar contra los narcotraficantes. Y mientras Trump siga abordando de la forma incorrecta a China, menos probable será que ayude a reprimir a personas como Hong Kong Zaron. En el nuevo tráfico de drogas, absorber a China podría resultar más fructífero para detener las drogas que ingresan a los Estados Unidos que construir un muro mexicano.
La segunda economía más grande del mundo, una nación que, irónicamente, se vio obligada a importar opio británico o ser bombardeada por barcos de guerra durante las guerras del Opio a mediados del siglo XIX, pronto podría convertirse en el mayor exportador ilegal de drogas del mundo.
“[China] es el hogar de una de las industrias químicas más grandes y mal reguladas del mundo”, explicó un informe RAND de 2019 sobre política de drogas en Asia. “La falta de supervisión regulatoria permite a las empresas sin escrúpulos comercializar y exportar potentes drogas sintéticas, como el fentanilo. … [Es] un entorno ideal para ocultar la producción y exportación de psicoactivos sintéticos, incluidos los opioides”.
El informe dice que las exportaciones químicas de China representan un tercio de todos los envíos mundiales. Dice que el Gobierno de Estados Unidos estima que hay 400.000 fabricantes y distribuidores de químicos en China, “algunos de los cuales operan ilegalmente y producen una variedad de químicos, incluyendo precursores de drogas y compuestos usados frecuentemente para fabricar sustancias psicoactivas”. Jeremy Douglas, representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, dice que la corrupción generalizada de la industria en China está contribuyendo a la fabricación y exportación ilícitas de drogas sintéticas y precursores.
Parte del auge se reduce a los márgenes de beneficio de las drogas sintéticas, que son significativamente mejores. El análisis en el informe RAND encontró que para los proveedores de drogas ilícitas “la potencia y el precio del fentanilo lo convierten en una alternativa económicamente más atractiva a la heroína”. Dijo que, según la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos, “un kilogramo de fentanilo, después de ser presionado en pastillas, podría generar entre 10 y 20 millones de dólares en ventas minoristas. Después de tener en cuenta el mínimo de 3.500 dólares por kilogramo de producto de China comprado en línea, los distribuidores se sienten atraídos por la rentabilidad de la droga. En comparación, la heroína vende al por mayor de 50.000 a 80.000 dólares por kilogramo y es una fracción de la potencia, generando una ganancia de quizás 200.000 dólares”.
A diferencia de los productores de coca o amapola en Colombia y Afganistán, las compañías químicas chinas anuncian abiertamente sus productos en sitios web en inglés, con descuentos para compras a granel. También venden kits de píldoras de fentanilo que incluyen prensas de píldoras, agentes adhesivos, cubiertas y colorantes químicos.
“Es impresionante lo operacionalmente simple que es para un solo individuo introducir tanto fentanilo en el mercado usando China e Internet”, tuiteó Bryce Pardo, investigador asociado de políticas de RAND Corporation. “A este ritmo, con varios años de disminución de la esperanza de vida en Estados Unidos, no es irracional clasificar esto como una intoxicación masiva”.
Con las drogas a base de plantas, los usuarios tienen que preocuparse por la pureza y la dosis, pero generalmente te llega la planta que pediste. En el mundo de la química de las drogas sintéticas es imposible que el usuario promedio sepa en qué se ha gastado su dinero, a menos de que lo pruebe.
Y cuando las autoridades prohíben una planta, ahí se acaba todo. Sin embargo, prohibir las drogas sintéticas significa prohibir fórmulas químicas específicas, lo que ha producido un juego tóxico donde la química de una droga se modifica para eludir la ley, haciendo que el producto resultante sea cada vez más tóxico e impredecible. Estas drogas tóxicas son en realidad el subproducto inevitable de la prohibición porque, como sucedió con el transporte de whisky en lugar de cerveza en la era de la Prohibición, hay más ganancias en las drogas que tienen una alta relación potencia-peso.
El fentanilo y sus análogos son algunas de las sustancias más potentes jamás desarrolladas. Es por eso que pueden enviarse por correo, ya que pequeñas cantidades pueden convertirse en grandes ganancias. El carfentanilo, un análogo del fentanilo que ingresó a la corriente mundial de drogas después de que China ordenó una represión del fentanilo, se usa para desmayar a los elefantes y es 10.000 veces más fuerte que la morfina. Está clasificado como arma química por la Convención de Armas Químicas.
La nueva era del narcotráfico encaja perfectamente en el nuevo orden mundial. Al igual que los alimentos procesados, las drogas plásticas son para las masas y las reales para los ricos. En la Europa rica, un 50 a 70 por ciento de cocaína pura se vende en aproximadamente 87 dólares; en la Europa pobre, una combinación de drogas sintéticas y agentes de corte de un laboratorio chino se consigue por menos de la mitad del precio.
Esta floreciente industria ilegal de drogas sintéticas también abarca la fabricación y venta en el mercado negro de productos farmacéuticos desviados o falsificados: una amplia gama de analgésicos, estimulantes y tranquilizantes utilizados como productos baratos por ciudadanos pobres o por personas en países sin atención médica adecuada. Los expertos en salud están haciendo sonar la alarma sobre el daño causado por los sintéticos recetados; por ejemplo, el tranquilizante Xanax en Estados Unidos y en el Reino Unido, y el estimulante Captagon, una tableta hecha de anfetamina y teofilina, un estimulante similar a la cafeína, en el Medio Oriente. En general, es un mercado gris que vale casi tanto como todo el tráfico ilegal de drogas.
“La revolución sintética no es un cambio impulsado por el consumidor; todo lo contrario”, dice Mike Power, autor de Drugs 2.0. “La mayoría de los usuarios de heroína no elegirían el fentanilo, ya que los efectos son de menor duración y menos agradables, además de que los riesgos de muerte son mucho mayores. Asimismo, nunca ha habido una droga que reproduzca adecuadamente los efectos de la cocaína. Y los cannabinoides sintéticos se han afianzado solo entre los miembros más pobres de la sociedad, mientras que los dispensarios de cannabis boutique están cobrando precios deslumbrantes por muy poco”.
Para las autoridades, todo esto es una gran pesadilla. A medida que el tráfico de drogas se fragmenta, se vuelve más difícil entenderlo. La aplicación de la ley estaba fallando gravemente con el tráfico de drogas de la vieja escuela, pero el comienzo de la nueva era lo ha convertido en un problema aún más incómodo. La incapacidad de las fuerzas fronterizas de Estados Unidos para contener la cantidad de fentanilo que ingresa al país, incluso ante una cifra de muertos tan grande, es un testimonio de esto.
Si estas tendencias continúan, la producción, la venta y el consumo de drogas sintéticas podrían eclipsar el de las drogas de origen vegetal. Las fronteras se volverán aún menos relevantes para los traficantes y sus ganancias, al tiempo que comprometen la capacidad de las fuerzas del orden público para monitorear o regular el suministro de drogas a través de incautaciones en las fronteras. Todo esto hará que el mercado de las drogas refleje cada vez más el de otros bienes de consumo, y como cereza en el pastel, las drogas solo se volverán más mortales. Y mientras pasa el tiempo solo nos queda una pregunta: ¿cuánto tiempo estamos dispuestos a soportar los costos de una economía mal regulada, dañina y violenta, mientras que avanzamos hacia una distopía de basura psicoactiva tóxica, antes de dar el paso hacia una regulación adecuada?