Artículo publicado originalmente por VICE India
Miles de personas se habían reunido en un patio lo suficientemente grande como para albergar idealmente solo a unos cuantos cientos, todos envueltos en un espectro de polvos coloridos que iban desde el rosa y el púrpura hasta el amarillo. Las mujeres tenían cubiertos los rostroscon con sus coloridos saris y con grandes palos de madera en las manos, enfrentaban burlonamente a un ejército de hombres agazapados bajo unos escudos. Los hombres, a su vez, emitían cantos provocadores que podrían haber sido inaceptables en cualquier otra circunstancia. No estoy seguro de lo que realmente sentían las mujeres, pero continuaron golpeando a los hombres juguetonamente mientras todos a su alrededor aplaudían, levantando sus teléfonos para tomar fotos, al tiempo que intentaban frenéticamente evitar que los rociaran con agua o polvo de colores mientras lo hacían.
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Todo ocurrió en el pequeño pueblo de Barsana, India, como parte de una celebración poco convencional del Holi —un festival hindú de primavera que celebra la llegada de la temporada de cosecha, así como el triunfo simbólico del bien sobre el mal—. Llenar tus puños con polvo de colores, tomar una bebida con base en el cannabis y jugar con pistolas de agua son prácticas comunes en todo el país el día de Holi, que en este año se celebra justo el día de hoy. Pero aquí, en especial, se celebra Lathmar Holi (lathmar significa literalmente “golpear con palos”). Continuar esta tradición arraigada en la mitología implica que los hombres canten canciones provocadoras y profieran halagos procaces a las mujeres, y que ellas, a su vez, deban responderles golpeándolos con unos palos. Esto se supone que es la recreación de una antigua leyenda hindú.
Según la leyenda, Lord Krishna (una deidad ampliamente venerada en el hinduismo) vino desde Nandgaon para visitar a su interés amoroso Radha en Barsana, pero profirió halagos procaces a las amigas de esta, quienes pastoreaban vacas, y ellas, sintiéndose ofendidas, se vengaron ahuyentándolo a palos del lugar.
La tradición se ha mantenido desde entonces, y este año también se extendió a dos fases en un período de seis días. Si bien la vibra que he presenciado es de júbilo, sé que no todo es diversión y juegos. Bajo el pretexto de ‘no te enojes, es Holi’, el festival ha provocado incidentes de abuso sexual en el pasado. También es posible ver cómo la gente se acerca de manera cuestionable a los turistas que visitan el festival y les dicen “¡Radhe! ¡Radhe!”, como una forma de ocultar tras la religión sus verdaderas intenciones. Incluso como hombre, me dijeron que fuera acompañado de amigos en lugar de ir solo. Toda esta cultura de las ‘burlas’ provocadoras es cuestionable, pero corre desenfrenada en el espíritu del Holi. Las mujeres que viven aquí, quizá ya lo internalizaron, y para ellas ya solo es parte de otra tradición que no deben cuestionar.
Sin embargo, a pesar de sus aspectos más oscuros, lo bueno de esta celebración es que es completamente inclusiva. Hasta en un pequeño pueblo como Barsana, las personas de todos los géneros, clases y castas son bienvenidas a participar en las festividades, lo que lo convierte en un importante ejercicio de inclusión. Aquí les dejamos unas fotos.
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Este artículo apareció originalmente en VICE AU.