Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Joaquin Phoenix venía dando poderosos discursos sobre el racismo sistémico y la crisis climática, lo hizo en los premios BAFTA y los Globos de Oro, por supuesto, los Oscar no sería la excepción.
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“Silencio, chicos”, murmuró justo después de subir al escenario. Era la oportunidad para que brillara, una vez más, y redimiera el hecho de que la película The Joker ganara otro premio. Podría haber hablado de la desigualdad de género, o reiterar lo inquietante que es que solo un actor de color haya sido nominado este año, pero en cambio, decidió hablar sobre… ¿inseminación artificial?
“Creo que nos hemos desconectado mucho de la naturaleza y muchos de nosotros somos culpables de tener una perspectiva egocéntrica del mundo, creernos que somos el centro del universo”, dijo Phoenix. Nos adentramos en la naturaleza y acaparamos sus recursos. Nos sentimos con derecho a inseminar artificialmente una vaca, y cuando da a luz le robamos a su bebé, aunque sus gritos de angustia son inconfundibles. Y luego tomamos la leche, destinada para su ternero y la ponemos en nuestro café y nuestro cereal. Y creo que tenemos la idea de que el cambio personal significa sacrificar algo, renunciar a algo, pero los seres humanos, en nuestro mejor momento, somos creativos e ingeniosos. Y creo que cuando usamos el amor y la compasión como nuestros principios, podemos crear e implementar sistemas de cambio que sean beneficiosos para todos los seres vivos y el medio ambiente”.
Para ser justos, Phoenix tiene razón: tratamos a los animales terriblemente y la agricultura industrial es deprimente. Pero con este discurso logró transmitir ese mensaje de una forma muy extraña.
Aún así, bien por ti, Joaquin, por alzar la voz sobre la lucha más grande contra la injusticia en su conjunto, y usar tu plataforma para al menos decir algo significativo.
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