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Preguntas que siempre quisiste hacerle a una sobreviviente de mutilación genital femenina

Fa Abdul

Artículo publicado originalmente por VICE Asia.

Fa Abdul es el epítome de una mujer musulmana cosmopolita. Es escritora, productora de teatro y directora de un programa de televisión para niños en Malasia. También es una sobreviviente de la mutilación genital femenina (MGF).

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Eso la convierte en una de las más de 200 millones de niñas y mujeres que viven hoy en el mundo y que han sido sometidas a una MGF, la “extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos u otra lesión en los órganos genitales femeninos por razones no médicas”, según se describe por la Organización Mundial de la Salud.

No es difícil saber por qué el mundo quiere que la MGF desaparezca. Es inútil, viola gravemente a las mujeres y perpetúa la profunda desigualdad entre los sexos. En los últimos 30 años, las tasas mundiales de MGF se han reducido en un 14 por ciento gracias a las nuevas leyes y la defensa dedicada. Sin embargo, Malasia todavía no llega a esto. Los médicos locales defienden la circuncisión femenina como una práctica religiosa fomentada por el Islam, mientras que los funcionarios del gobierno lo llaman una “obligación cultural” que está aquí para quedarse.

Hablé con Fa sobre lo que sintió al ser cortada y lo piensa acerca de que más personas decidan qué hacer con el cuerpo de las mujeres sin su consentimiento.


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VICE: ¿Nos podrías contar de tu experiencia?
No recuerdo haber sido circuncidada de niña. Me enteré cuando tenía nueve años durante la circuncisión de mi hermano. Fue entonces cuando pregunté si yo también estaba circuncidada. Mis tías me dijeron que había sido circuncidada cuando tenía apenas unos meses. Curiosa, pregunté si era por la misma razón por la que mi hermano estaba siendo circuncidado, por razones de higiene y limpieza. Dijeron que las mujeres son circuncidadas para que no se conviertan en mujeres salvajes, para que sean buenas chicas.

Según mi madre, la persona que me circuncidó es un “mak bidan” (“partera” en malayo) y no un médico. El procedimiento se realizó en casa, mi madre no pudo recordar si tenían el equipo adecuado.

¿El procedimiento logró lo que se suponía?
No creo porque crecí teniendo deseos sexuales normales. Soy una persona muy abierta. Creo que todos se masturban. Entonces, si fui circuncidada para suprimir mi sexualidad, no logró su objetivo ya que a la edad de 10 años ya me estaba masturbando.

¿Mantuviste esta tradición cuando nació tu hija?
No pensaba mucho en la circuncisión femenina hasta que di a luz a mi bebé a la edad de 21 años. No quise tomar la decisión yo por todos los cambios que ocurrían en mi cuerpo y en mi vida, así que dejé que mis parientes mujeres se encargaran de eso.

Cuando llegó el día, mi exesposo y yo llevamos a nuestra hija a la clínica con una doctora. Entonces empecé a preocuparme y le hice más preguntas. Ella explicó: “No es nada. Solo vamos a cortar sus labios”.

Me pidieron que cargara a mi hija y a mi exmarido le pidieron que le mantuviera las piernas separadas para que no se moviera. La doctora nos mostró una aguja y nos aseguró que sería rápido y no sería doloroso. Ella cortó sus labios, mi hija lloró, cayó una gota de sangre y eso fue todo. Terminó en unos pocos segundos.La doctora dijo: “Ya está. Puedes sacar a tu bebé”.

¿Aún te duele?
Yo no siento nada y platiqué abiertamente con mi hija y tampoco siente nada. Ella es tan funcional sexualmente como cualquier otra mujer que no haya sido circuncidada.

¿Te quedó cicatriz?
Cada mujer tiene una vagina diferente, así que realmente no sé cómo comparar la mía con otras.

¿Esto afecta tu habilidad para llegar al orgasmo?
Mis orgasmos están bien, gracias.

¿Crees que esta práctica es opresiva para las mujeres musulmanas?
El punto de vista de muchas personas es que si no te lastima y no te afecta a ti, ¿cuál es el problema de hacerlo? Yo creo que es completamente innecesario.

Estamos en el siglo 21, tenemos el reto de estar informados, de educar y debatir. Para nosotros seguir ciegamente una cultura por generaciones sin saber por qué lo estamos haciendo o si nos está beneficiando de alguna manera … nos quita poder.

¿Cuándo te diste cuenta de que había algo malo con esta tradición?
Ya era muy tarde. Tenía alrededor de 34 años y estaba pasando por un divorcio amargo al tratar con el tribunal de la Sharia. Me hizo preguntarme si mi religión garantiza un camino sin problemas para que una mujer se libere del matrimonio como se indica claramente en el Corán. Mi divorcio no fue fácil.

Eso me abrió la puerta para cuestionar otras cosas, como el hijab que usé durante los últimos 20 años de mi vida. Todo comenzó a tener sentido para mí. Perdí la confianza en algunas de las prácticas de la Sharia en nuestro país. Me quité el hijab. Comencé a cuestionar muchas cosas, incluida la circuncisión femenina. Cuando tienes ese momento de iluminación y empiezas a cuestionar las cosas, dejas de ser oprimido. Empiezas a dirigir tu propio barco y no dejas que las creencias culturales ciegas determinen cómo vives tu vida.

¿Crees que la MGF debería ser un crimen en Malasia?
Prohibirlo completamente podría ser contraproducente. Muchos todavía creen que es una práctica cultural religiosa o muy necesaria. Una prohibición general llevaría a muchos a buscar la circuncisión femenina en otros lugares, lo que tendría un efecto peor, como hacer bidanes en las aldeas utilizando equipos antihigiénicos.

Es mejor para los médicos y los eruditos religiosos educar al público de que esto no es un acto religioso, sino una práctica cultural sin evidencia de suprimir los sentimientos sexuales femeninos. Debemos renunciar a esta práctica. Los padres deben educar a sus hijas sobre el comportamiento moral y sexual aceptable en lugar de circuncidarlas y luego esperar que esto evite problemas de conducta. Deberían hacer eso en lugar de someterlas a una mutilación.

Esta entrevista fue editada por su extensión y claridad.