Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.
Advertencia de contenido: este artículo incluye relatos de primera mano sobre abusos sexuales.
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En el invierno de 2015, Jane salió de la casa de sus padres, donde se encontraba pasando las vacaciones por el Día Acción de Gracias lejos de un ajetreado segundo año de universidad, y llegó a un lujoso hotel en una parte concurrida de la ciudad. Jonathan, el cazatalentos de la agencia de modelos con el que había estado comunicándose durante semanas, se reunió con ella en el vestíbulo. No estaba segura de comprometerse a participar en un filme “para adultos” y tampoco sabía lo que podría implicar; asumió que podría ser una película independiente con escenas sexuales o de lencería. Pero necesitaba el dinero para mantener a flote el negocio de sus padres y el cazatalentos finalmente la convenció de trabajar un par de horas y ganar unos cuantos miles de dólares. Él se mostró amable mientras la conducía a la habitación.
Jane (a quien Motherboard otorgó el anonimato por su seguridad) entró en la habitación del hotel donde un camarógrafo esperaba con su equipo listo para filmar la cama. Una maquilladora —una mujer mayor que ella— le preguntó qué hacía allí. ¿Cómo acabaste en esto? En retrospectiva, es uno de los varios momentos en los sintió que algo podría estar mal. Mirando hacia atrás, dijo que hubo varios. Al principio los descartó como si fueran nervios. La mujer salió de la habitación y Jonathan le dijo que se desnudara. Él le tomó fotos y dijo que se las estaba enviando por mensaje de texto a su jefe y le informó que debido a que tenía cicatrices en el pecho y celulitis en las piernas, reducirían su paga en varios miles de dólares.
“En ese momento estoy sentada allí, desnuda, en esta habitación de hotel, sola con estos dos hombres”, me dijo Jane. “En mi mente pensé que asistiría a una producción legítima, donde hay equipos de personas, no solo dos hombres extraños en una habitación de hotel. Estoy sentada allí, sin ropa, un poco asustada”. Jonathan reveló que no había otra modelo. Ella estaba allí para tener sexo con él frente a la cámara. Ambos sujetos le aseguraron que nunca nadie se enteraría de las cintas.
Le dijeron que tardaría unas horas. Entró al hotel a las 9 AM y no salió hasta las 4 PM.
Lo que sucedió en esa habitación cambió por completo la vida de Jane desde entonces: la ha perseguido durante toda su vida académica, hasta sus primeros trabajos después de la universidad, a través de todos los éxitos que ha obtenido y en todas las relaciones en las que ha estado. Jane es una de las 22 mujeres que demandaron a la fraudulenta productora de pornografía Girls Do Porn y ganaron millones de dólares en un juicio civil en 2020. Además, sus testimonios llevaron al FBI a imputar a los propietarios y operadores del sitio. El verdadero nombre de “Jonathan” es Rubén Andre García, quien se declaró culpable de los cargos federales de tráfico sexual en diciembre. Teddy Gyi, el camarógrafo, se declaró culpable de mentirle a Jane y a muchas otras mujeres sobre cómo se distribuirían los videos. Se supone que Michael Pratt, el copropietario de la compañía junto a Matthew Wolfe, huyó del país y está en la lista de los más buscados del FBI.
Solo unas cuantas mujeres —de los cientos que filmaron con Girls Do Porn desde 2009 hasta 2020— han hablado públicamente sobre su experiencia, y fuera de los testimonios para el juicio civil, incluso menos se han atrevido. Sus historias siguen el mismo patrón: respondieron a anuncios de modelaje en Craigslist y las obligaron a reunirse con los operadores en un hotel distante de sus hogares. Por lo general, la naturaleza pornográfica de la filmación permanecía oculta, o era descrita como un rodaje “para adultos” hasta que llegaban al hotel. Cuando Girls Do Porn revelaba su verdadero propósito, les mentían a las mujeres, diciéndoles que los videos solo serían vendidos en otros países, no que estarían ampliamente disponibles en línea.
Si bien el sitio Girls Do Porn ha sido eliminado, sus videos retirados de Pornhub y las acciones legales han resultado en condenas, la historia de Jane muestra que los crímenes que Girls Do Porn cometió continúan causando estragos: los videos y el acoso la persiguen en internet hasta el día de hoy. A menudo, no son las plataformas de porno o los sitios de streaming los que infligen el mayor daño, sino los principales sitios como YouTube, Twitter y Reddit, donde los usuarios etiquetan a las universidades y compañías donde trabajan estas mujeres para exhibir los momentos más oscuros de sus vidas.
“No entendía cómo alguien podía hacer eso”.
Después de que García envió las fotos y acordó recortar su paga, Jane se excusó para ir al baño, donde se dio cuenta de que sorpresivamente había comenzado su período. Se sintió aliviada: ahora tendrían que reprogramar la cita, pensó, así que podría marcharse. Cuando volvió a salir del baño, su ropa ya no estaba. Se disculpó y les explicó que tendrían que realizar la filmación otro día.
“Hay preocupación en sus rostros. Me acerco a ellos y me preguntan, ‘¿Qué hiciste?’ Están llorando. ‘¿Qué hiciste, qué hiciste?’”.
García estaba enfurecido. “Me toma del brazo y yo sigo desnuda en ese momento”, dijo. “Me lleva al baño. Y está siendo agresivo conmigo. Su amabilidad, su actuación de chico bueno que había mostrado al principio, desapareció. Toma una esponja —una de esas esponjas para pintar del tamaño de un puño o más pequeña, amarilla y redonda— y no me pide permiso, fue una violación total. Abre mis piernas mientras estoy parada allí y la empuja por mi vagina. Hasta donde puede empujarla”.
Recuerda que García dijo entonces: “Está bien, estamos listos para grabar” y regresó a la habitación. “Estoy parada allí, en completo estado de shock”, señaló. “Me sentí como si me hubieran violado en ese momento. No entendía cómo alguien podía hacer eso”.
Durante el juicio civil, los abogados de Girls Do Porn la interrogaron a ella y a las otras demandantes sobre por qué no se marcharon. Si estaban tan incómodas, ¿qué las mantuvo en la habitación del hotel?
“En ese momento, cuando empujó eso dentro de mí, pensé… no podía… ¿cómo se supone que me marchara si él está dispuesto a hacer eso?” dijo Jane. “Estoy desnuda, tienen mi identificación, tienen mi billetera. Tienen mi ropa; la ropa que estaba en las sillas ya no está. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Salir corriendo sin pertenencias, sin teléfono, en medio de la calle?”.
García y Gyi apresuraron a Jane con la firma de los documentos y le dijeron repetidamente que nada de lo que filmara allí ese día llegaría a sus amigos y familiares. Todo iría a las manos de “coleccionistas” privados, dijeron, en tiendas de DVD para adultos en Australia y Nueva Zelanda. Ella hojeó los contratos mientras ellos se impacientaban más, diciéndole que ya había perdido mucho tiempo.
Pasaron las siguientes horas filmando sexo agresivo, sin ningún tipo de comunicación más allá de las críticas a su desempeño. Durante una sesión legítima de porno, los límites y el consentimiento son un proceso contractual acordado, en el que todas las partes involucradas establecen lo que sucederá y lo que no sucederá, y en qué punto deben detener y reanudar las escenas, ya sea temporalmente o durante todo el día de filmación.
“Ninguna compañía legítima de porno opera de la forma en que presuntamente lo hacía Girls Do Porn. No es un caso atípico en el procedimiento operativo de la industria del porno, es una serie de delitos despreciables que fueron filmados y explotados con fines de lucro”, contó a Motherboard Alison Boden, directora ejecutiva de Kink.com, en octubre de 2019, mientras se llevaba a cabo el juicio civil. “Creo que el caso de GirlsDoPorn dice mucho más sobre nuestra sociedad que sobre la industria del porno”.
“Hubo algunos momentos en los que pensé, por favor, necesito parar, necesito que nos detengamos, porque sentía mucho dolor”, contó Jane. “Les dije, no puedo continuar más… En ese momento podría no haber dicho nada. Podría haberme quedado muda. Mi voz no fue escuchada en absoluto”.
Degradada y exhausta, la filmación terminó por la tarde y García insistió en acompañarla fuera del hotel. “Mientras salimos, la próxima chica está entrando”, dijo. “Nos cruzamos e hicimos contacto visual. Si la volviera a ver, no olvidaría su rostro. Se veía exactamente como yo: una chica bonita, de aspecto muy inocente. Y quería gritarle. Quería gritar: ‘Corre por tu vida, no entres allí’. Pero no pude hacerlo”.
Se fue a casa y no se atrevió a contarle a nadie lo sucedido.
“Les estoy pidiendo que cumplan con sus reglas”.
Después del rodaje, Jane intentó regresar a su vida. Volvió a la escuela. Las cosas parecían normales. “Tenía miedo, pero no podía compartirlo con mis amigos o familiares, o con ninguna persona”, dijo. “Tuve que mantenerme en silencio y seguir con el resto de mi vida”.
El mundo fuera de aquella habitación de hotel siguió su curso, hasta que un día a mediados de enero, durante un evento comunitario del campus que Jane había ayudado a organizar, se dio cuenta de que había perdido a su mejor amiga entre la multitud.
“Voy a buscarla y ella está sentada con otro de nuestros amigos y están mirando sus teléfonos. Hay preocupación en sus rostros. Me acerco a ellos y me preguntan, ‘¿Qué hiciste?’ Están llorando. ‘¿Qué hiciste, qué hiciste?’”. Le mostraron sus teléfonos: un video de Girls Do Porn donde aparecía ella, en esa cama, en esa habitación. Cayó al suelo. Fue como si una bomba estallara dentro de su cabeza.
“No hubo voces”, dijo, “No escuché nada. Estaba en estado de shock. Definitivamente estaba teniendo un ataque de pánico, pero no hay palabras para describirlo, es como si estuvieras drogada. Todo está de cabeza… Estaba tratando de hacer que mis palabras salieran y fue como si no tuvieran sentido. Solo había un vacío”.
Sus amigos la tomaron de los brazos y la llevaron lejos del concurrido evento. Las notificaciones de su teléfono explotaron con miles de mensajes de texto, mensajes de Facebook, pings de Instagram, correos electrónicos y tuits. “Obviamente ahora, después de los hechos, entiendo que promocionaron cada episodio”, relató Jane. “Enviaban el enlace del video a la gente y encontraban a las personas adecuadas en las listas de amigos [de las víctimas] en Facebook o en sus lugares de origen, o en las universidades a las que asistían… incluso si se lo envías a un solo chico de tu escuela, se vuelve viral”.
La evidencia del juicio civil mostró que los operadores de Girls Do Porn expusieron intencionalmente datos que facilitaban la identificación de las mujeres. Uno de los sitios dedicados a esta actividad era PornWikiLeaks, propiedad de los operadores de Girls Do Porn desde noviembre de 2015 hasta junio de 2016. La página albergaba los nombres completos de las modelos, además de sus domicilios, números de teléfono, direcciones de correo electrónico y las cuentas de redes sociales de sus familias.
“Durante los días siguientes estuve literalmente bajo vigilancia de prevención del suicidio, tratando de explicarles a mis amigos cercanos de todas partes lo que había sucedido y que no había ocurrido de esa manera, que no había tratado de filmar una película porno que sería distribuida a millones de personas en internet, o para que todo el mundo la viera”, explicó Jane.
El decano de su universidad la llamó preocupado. Ella renunció a puestos de liderazgo comunitario y caminó de clase en clase con la cabeza agachada. Pero sus amigas, sus “porristas”, dijo Jane, la alentaron a luchar contra la vergüenza y el escrutinio público, y poco a poco, en el transcurso de varios meses, la profunda vergüenza que había sentido se transformó en algo más.
“Y entonces comencé a volverme extremadamente vengativa”, dijo Jane. Se dedicó a rastrear a los hombres que abusaron de ella. Intentó ponerse en contacto con García y Gyi; el número de teléfono de García estaba desconectado, pero Gyi respondió después de varios intentos. Ella le dijo que estaban destruyendo su vida. Él le dijo que no podía hablar del tema y colgó. Como no la ayudaron, Jane estaba por su cuenta. Montada en cólera, dijo, se dedicó a rastrear instancias de su video publicado en internet, reportándolo a las plataformas que lo alojaban como pornografía no consensuada.
“Hasta el día de hoy, han pasado cinco o seis años y obviamente la situación ha mejorado con el tiempo, pero el acoso no se ha detenido”.
Después de meses de intentar borrar sus videos de internet por su cuenta, contrató un servicio dedicado a encontrar sus videos en línea y emitir avisos de eliminación de contenido de acuerdo con la Ley de Derechos de Autor para Medios Digitales en el Nuevo Milenio. No fue suficiente, pero le dio algunas pistas: la persona que dirigía el servicio le dijo que habían visto que varias modelos de Girls Do Porn estaban solicitando ayuda recientemente y le recomendó que hablara con Carrie Goldberg, una abogada especializada en porno de venganza. Goldberg estaba trabajando en un caso con los abogados de San Diego Brian Holm y John O’Brien, construyendo un caso a partir de los testimonios de mujeres que fueron obligadas a filmar pornografía para Girls Do Porn. Jane se unió al caso en 2016, y en 2020, un juez dictaminó que Pratt, Wolfe y otros conspiradores habían cometido fraude y las habían obligado a filmar mediante engaños. Jane y otras 22 mujeres merecían millones de dólares en reparaciones.
Desde que se graduó de la universidad, ha trabajado con clientes en compañías financieras y ha sido reconocida a nivel nacional por su éxito. Pero las cosas no han terminado para Jane. “Todavía estoy lidiando con el asunto”, contó. “Hasta el día de hoy, han pasado cinco o seis años y obviamente la situación ha mejorado con el tiempo, pero el acoso no se ha detenido”.
La gente hace videos de YouTube que la identifican como modelo de Girls Do Porn y etiquetan sus lugares de trabajo con enlaces a los videos en las redes sociales. En Reddit proliferaron los videos que revelaban los nombres verdaderos de las modelos. Alguien se lo envió por correo electrónico a su jefe, quien luego no pudo mirarla a los ojos, dijo. La empresa se mostró comprensiva, pero cambió su vida en el trabajo. Ahora tiene miedo de obtener reconocimientos públicos o de alcanzar logros profesionales que le generen demasiada atención a su nombre.
Según Jane, la plataforma donde se cometen más abusos en su contra es Twitter. Cada vez que comienza un nuevo intento de revelar su información o hay un aumento en el acoso, se propaga rápidamente en Twitter, donde la gente etiqueta a la compañía donde trabaja y publica capturas de pantalla de ella desnuda en el video, o enlaces al video alojado en distintos sitios porno.
“Durante dos días me dedico a revisar los términos de búsqueda, tratando de contactar a Twitter y comunicarme con su línea de apoyo, copiando, pegando y redactando correos electrónicos y explicaciones, y enviando la decisión del Departamento de Justicia y del juez sobre el caso”, explicó. “Repasar ese contenido horrible, una y otra vez, todo el tiempo… es demasiado estar mirándolo y revisándolo, una y otra y otra vez”.
En 2017, Rob Kardashian publicó porno de venganza en Twitter y la plataforma fue criticada por dejar que permaneciera activo durante 30 minutos. Cuatro meses después, Twitter lanzó nuevas pautas de su política de medios para tratar de detener la propagación del porno de venganza. En el caso de Jane, el proceso para reportar videos ha tardado hasta siete días para que la plataforma elimine el contenido, días en los que las publicaciones se vuelven aún más virales y se propagan sin control.
“No le estoy pidiendo a Twitter que elimine el enlace del éter o de todo el internet. Les estoy pidiendo que cumplan con sus reglas”, aclaró.
YouTube también ha ignorado reportes que ella y su equipo legal han emitido para la eliminación de los videos que revelan su nombre y lugar de trabajo. La pornografía no está permitida en YouTube, ni tampoco el acoso o la intimidación, pero las personas vuelven a publicar secciones “seguras” de los videos de Girls Do Porn, generalmente entrevistas con las mujeres antes de las sesiones, mientras todavía están vestidas y sentadas en la cama. A pesar de que no muestran desnudez o sexo, con frecuencia se divulga la información personal de las mujeres que aparecen en ellos, ya sea en los comentarios o en los títulos, y algunos videos muestran fotos personales de ellas en las redes sociales. Un video que presentaba comentarios misóginos sobre Girls Do Porn impuestos sobre imágenes de videojuegos y capturas de pantalla de cuatro mujeres acumuló casi dos millones de visitas, y los datos de las mujeres que aparecían en el video fueron publicados en los comentarios.
En un video de YouTube, alguien puso el nombre legal de Jane en el título y realizó un montaje con capturas de pantalla que mostraban su historial de empleos en LinkedIn, su dirección de correo electrónico personal e instrucciones para buscar su nombre en Google para encontrar más videos porno sobre ella. El video permaneció en YouTube durante cinco meses; Jane había intentado eliminarlo mediante varios reportes, pero YouTube no actuó hasta que Motherboard le señaló a la plataforma que era una video que revelaba la información personal de Jane. Actualmente ha sido eliminado por violar la política de YouTube sobre contenido sexual.
Charles DeBarber, analista de privacidad de Phoenix Advocates & Consultants, se especializa en eliminar porno no consensuado en internet. DeBarber contó a Motherboartd que YouTube es la plataforma menos receptiva con la que ha lidiado y cuando trató de ayudar a Jane a eliminar el video, la plataforma ignoró múltiples reportes.
“Lidiar con YouTube es gritar ante el vacío”, dijo. “No dan una respuesta si revisaron el asunto. Es una de las campañas públicas de humillación contra una víctima de un delito sexual más degradantes que he visto. Mi cliente fue atacada y deliberadamente expuesta en las comunidades de internet en el centro de su carrera. YouTube no está cumpliendo sus propios términos de servicio”.
YouTube eliminó varios otros videos en los que se revelaban datos de las modelos de Girls Do Porn en las imágenes o en los comentarios después de que Motherboard pidiera comentarios a la plataforma. “Nuestra política de acoso prohíbe el contenido que presenta sexualización no deseada”, dijo un portavoz de YouTube en un comunicado. “Eliminamos los cinco videos que Vice nos señaló de acuerdo con esta política”.
Según el informe de transparencia de YouTube, en el último trimestre de 2020, la plataforma eliminó 65.000 canales, 77.000 videos y 136 millones de comentarios por ciberacoso, “la gran mayoría de los cuales fueron detectados por primera vez de manera automática”, dijo el portavoz.
Después de todo este tiempo, las publicaciones de personas que comparten su video para Girls Do Porn aún se etiquetan en las redes sociales con los nombres de las compañías para las que ha trabajado con anterioridad. La idea de que esta experiencia traumática también haya empañado el trabajo de sus antiguos compañeros le molesta.
“Simplemente me indigna que sigan lastimando a otras personas por mí, o porque esto me ocurrió. Porque esta gente repugnante se aprovechó de mí, ahora se están aprovechando de mi éxito”, comentó. “Es realmente difícil ver la diferencia entre cómo piensa la gente y cómo te mira. Y tu propia mente es tu peor enemigo porque piensas lo peor”.
“Ninguna persona en esta situación ha ‘ganado’ jamás, incluso si sus demandas civiles o penales fueron exitosas”, dijo DeBarber. “Es muy fácil culpar a las víctimas; mucho más fácil que ayudarlas. Me pregunto cómo es que más de la mitad de mis clientes podrían volver a confiar en alguien”.
Desde entonces, Jane ha cambiado de trabajo y teme que estos intentos de divulgar su datos la persigan allí también. “Es estúpido, está mal y es como una gran avalancha de miedo a punto de suceder”.