Ocurrió en las Fiestas de la Vendimia y el Vino de Valdepeñas. Un cielo añil, como los zócalos de sus calles encaladas, caía sobre La Mancha. Y caía con la contundencia con la que solo pueden caer los cielos sobre La Mancha, tierra sobria y austera en el suelo para no robarle ni un ápice de protagonismo a lo que hay si uno mira hacia arriba: los cielos más hermosos del mundo.
El caso es que uno de esos cielos caía sobre la pequeña plaza de toros de la calle del General Margallo, en Valdepeñas. Allí estaba la Familia Mellado y otro puñado de habitantes de la localidad ciudadrealeña cuando, tras la agonía y la puntilla, al ir a sacar al toro del albero, el tiro de mulillas se rompió y se hizo imposible sacar al animal. Entonces algún iluminado que andaba por el lugar (en España siempre hay un iluminao en todos los lugares) decidió que la Ambulancia, dispuesta a las puertas de la plaza para emergencias podía hacer las veces de mulillero.
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Y así fue. Y aquí comienza la historia (reconstruida por VICE) de la familia Mellado. Del padre de la Familia Mellado. Porque todos somos el comentarista de este vídeo de la ambulancia arrastrando a un toro en Valdepeñas.
LA INDIGNACIÓN
Probablemente el padre de la Familia Mellado argumenta, cada vez que discute sobre tauromaquia, que “el toro de lidia no existiría si no existieran las corridas” y que “ese animal vive mejor que él”. Seguramente a él le guste ver desangrarse a un animal en su cara porque le gusten los animales. Él ama a los animales, y si no que se lo pregunten a la Nana, la cocker spaniel que tiene en casa desde hace 10 años y a la que, aunque no ha parado de ladrar ni de tratar de morderse el rabo en una década, deja subir a la cama cuando la parienta se va al spinning los sábados por la mañana.
Y como amante de los animales y defensor, además y como se puede notar por su indignación en la pieza, de la causa pública que es, el padre de la Familia Mellado monta en cólera cuando ve lo que en la plaza acontece: un vehículo sanitario va a arrastrar al animal por la arena para sacarlo porque no había otra manera más eficaz, tras la rotura del tiro de mulillas. Como cuando sacaron al chico obeso en camión de mudanza porque no cabía en una ambulancia pero al revés, vaya.
LA DENUNCIA PÚBLICA
Entonces el padre de la Familia Mellado, que sospechamos por el contenido de la pieza que ha ido con sus chiquillos y su cuñado a la plaza, hace lo que sabe que tiene que hacer en estos casos: sacar el móvil y grabar. Para que el mundo conozca el drama de ese toro, que habría sido arrastrado igual, pero eso sí, no por trabajadores públicos y seguramente precarizados. Porque al padre de la Familia Mellado le importa de verdad.
“Vamos, esto en la vida. Ya está en Facebook”, anuncia el padre de la Familia Mellado mientras arranca su directo en la red social. “Vergonzoso, esto es vergonzoso. En Valdepeñas, una Ambulancia que se trata de llevar un toro, corrida de Jesús Martín (alcalde de Valdepeñas). Vergonzoso, un robo para la gente, un robo. Que va, ¿al Gutiérrez Ortega (Hospital Valdepeñas), ahí lo matan al toro? Porque está vivo”, continúa detallando el padre de la Familia Mellado, que por sus dotes narrativas bien podría robarle el puesto al Ibai, uno que comenta el LoL y el Fortnite y que casi con seguridad es el ídolo de sus chiquillos.
“La gente está indigná. Normal, normal. ¿Esto no va al psiquiátrico? La ambulancia del psiquiátrico, eso es”, prosigue, compartiendo con sus followers su indignación porque, aunque el padre de la Familia Mellado sea probablemente esa clase de taurino que esgrime como argumento que “el animal vive mejor que él y si no existiera la tauromaquia el toro de lidia ya se habría extinguido”, no le hace ni pizca de gracia que sea una ambulancia pagada con el dinero de todos la que lo arrastre por la plaza hasta salir de ella.
LA FAMA EN FACEBOOK
Pero de repente, el padre de la Familia Mellado se da cuenta de lo que está ocurriendo más allá de la plaza, más allá de la realidad tangible de un toro sufriendo bajo un cielo añil y unos trabajadores públicos obligados a participar en un espectáculo sangriento. “Aiba, aiba, cómo tengo el móvil: 65 notificaciones”, se sorprende. “Esto me hace famoso a mí ahora. 20.000 duros he ganado hoy. 150 notificaciones, o me meten en la cárcel o gano dinero”, se ríe el padre de la Familia Mellado, que olvida de repente el drama para jactarse del triunfo de su retransmisión en directo.
LA MORALEJA
El padre de la Familia Mellado se emociona tanto con el engagement que está consiguiendo con su vídeo denuncia que se le corta la emisión. Nunca sabremos qué ocurrió con el toro, ni con la ambulancia ni con los trabajadores que la conducían, que probablemente (o no) serían antitaurinos pero que se vieron obligados a arrastrar al toro porque no había otra manera de sacar al animal de la plaza.
Nunca sabremos lo que ocurrió después bajo ese cielo azul añil, el más bonito del mundo, el de La Mancha, porque el padre el padre de la Familia Mellado empezó a preocuparse más por el alcance de su denuncia en redes que por la denuncia en sí, se puso nervioso y le dio a “finalizar retransmisión en directo”. Lo que sí sabemos, además de que su frescura, su emoción, su incapacidad de quedarse callado mientras graba y sus habilidades como comentarista son admirables, es que todos somos él. Todos usamos las redes para reivindicar causas más que justas para después dejarlas atrás y vanagloriarnos de la fama conseguida a través de ellas.
Todos somos el padre de la Familia Mellado, justicieros de las más diversas causas en las redes, causas que denunciamos en público de corazón, porque nos importan, nadie duda de que nos importen. Pero nos olvidamos de ellas en seguida, en cuanto conseguimos un puñadito de likes que hacen, de repente, que la causa justa se esfume de nuestras cabezas y de paso a la alegría y el orgullo del deber del justiciero en redes cumplido. Y de paso a los cinco minutos de fama a los que todos tenemos derecho, como predijo Warhol, gracias a la viralidad.