En 2007 Kris Mole se propuso recorrer todas las capitales europeas sin dinero. Le tomó casi seis meses viajar 15 712 km. Durante ese tiempo casi se muere de hambre, dio un discurso inspirador improvisado para la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comerciales (AIESEC, por sus siglas en francés) y se comió un plato de pasta mientras un hombre se masturbaba a su lado. Todo, con el objetivo de recaudar fondos para la investigación contra el cáncer.
Obviamente que un chico se vaya a mochilear por ahí no es nada nuevo. Sin embargo, que un chico decida deliberadamente pasar unos meses sufriendo es algo distinto a lo que se ve entre las miles y miles de fotos de viajeros en redes sociales. Me reuní con él para saber más sobre su experiencia.
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VICE: Hola, Kris. ¿Por qué hiciste el viaje?
Kris Mole: Básicamente quería viajar y no tenía dinero. También fue por esa tradición inglesa de hacer algo loco por patrocinio. Una noche borracho le dije a un amigo que iba a hacerlo, y una semana más tarde tenía un pasaje a Suecia. No estuve ni cerca de planearlo como debería haberlo hecho.
Sabías que el viaje iba a ser una lucha, pero ¿cuáles fueron tus mayores problemas?
Encontrar un lugar cálido para dormir, obviamente, y no poder comprar comida. Cuando estaba en el avión me di cuenta de que ni siquiera podía comprar una botella de Coca-Cola… menos, un tiquete de tren desde el aeropuerto hasta Estocolmo, donde había quedado de encontrarme con mi anfitrión de CouchSurfing. Después de Estocolmo tendría que llegar a otras 26 capitales. Fue la primera vez que pensé: ‘Mierda, ¿qué estoy haciendo?’.
¿Ese fue un pensamiento recurrente?
Lo tuve todos los días después de eso, pero el orgullo me mantuvo en pie. Mi familia y amigos me habían dicho: “Vas a estar de vuelta en una semana, en diez días máximo”. Puedo decir con honestidad que hubiera preferido morir en una autopista en algún lugar a volver a casa y decirle a la gente que había fracasado.
¿Osea que esa fue tu única motivación durante seis meses?
Más o menos, pero es raro lo normal que se volvió todo. Me levantaba una mañana en Berlín, por ejemplo, y sabía que ese día tenía que llegar a Polonia como fuera, al igual que cuando uno se despierta y sabe que tiene que comprar pan y limpiar el suelo ese día. Era casi como un trabajo. Sin embargo, hubo días particularmente difíciles. Uno fue cuando traté de irme de Varsovia a Vilnius, en Lituania. Yo había hecho la primera parte de Europa del Este con una chaqueta enorme y estaba más o menos preparado.
Después me fui al occidente, a Francia, España y Portugal, y estaban en primavera. Andar en camiseta estaba perfecto, así que me deshice de la chaqueta y de toda la ropa abrigada esperando hacer la última etapa del viaje bajo el sol. Cuando llegué a Polonia estaba un poco más frío, pero aún soleado. Cuando me desperté al día siguiente, había casi un metro de nieve. Eso fue un gran problema.
Terminé echando dedo en plena tormenta de nieve. Tenía tanta hambre, frío y cansancio, que tuve un momento de locura en el que decidí caminar 300 kilómetros. Finalmente logré que alguien me llevara, pero el individuo me dejó en medio de un camino forestal, en la oscuridad de la noche y todavía había tormenta. Era como una especie de intersección, pero sin luces. Los carros me pasaban por el lado y yo tenía puesta ropa oscura. Me caía todo el tiempo en la nieve. Hubo un par de situaciones como esa, pero esa fue la ocasión en que estuve más seguro de que iba a morir.
¿Cuántas veces te montaste a un tren sin pagar?
No sé exactamente, pero fácilmente fueron más de 30.
¿Qué hiciste con todas las multas?
La primera vez que me pidieron el pasaporte, me di cuenta de que no tenía escrita mi dirección, así que escribí la única que me sabía de memoria: Tottenham Hotspur, en Londres. Creo que la única multa que logró llegar a mi casa fue la de una compañía de trenes alemana, un año y medio después de mi regreso.
¿Con qué frecuencia tomaste trago en el viaje?
El alcohol ayudó mucho; realmente es un instrumento para la socialización. Cada vez que llegaba a la casa de un anfitrión, me ofrecían un trago. A veces no había comido durante un par de días, pero tenía 24 años y no iba a rechazar alcohol gratis.
La bondad de los extraños prevalece. ¿Te quedaste alguna vez en la casa de alguien extraño?
La persona más rara fue un tipo en Luxemburgo, un francés. Llegué a su casa por CouchSurfing y se masturbó sobre mí. Bueno, no literalmente, pero se metió la mano por el bolsillo del pantalón y comenzó a masturbarse mientras yo me comía la pasta que me había preparado. Eso fue un poco incómodo.
¿Te terminaste la pasta?
Sí, tenía hambre.
Teniendo en cuenta los millones de personas que tratan de encontrar refugio de la violencia y las atrocidades en sus países, ¿cómo te sientes de haberte podido mover por Europa tan fácilmente?
Sí, cuando veo lo que está pasando ahora me parece irónico. Te hace ver lo cagado que está el mundo. Tuve la oportunidad de hacer lo que hice sólo por el lugar donde nací y el pasaporte que tengo. Sobre todo en Europa del Este a la gente le daba miedo tratarme mal por las posibles repercusiones. Sé que es un cliché, pero el privilegio de ser un europeo blanco me ayudó mucho.
Publicaste un libro sobre el viaje, ¿qué respuesta ha tenido?
En Yahoo fueron muy amables. Recibí un correo electrónico de un periodista diciendo que había visto el libro y que quería cubrirlo para Yahoo viajes. Me pareció que era una idea brillante para hacerle publicidad. La cosa es que el periodista omitió que el objetivo del viaje era recaudar dinero para una organización de beneficencia, y básicamente quedé pintado como un vagabundo que trataba de viajar por Europa gorreándole a la gente.
Resulta que las personas que leen Yahoo viajes son el tipo de personas que ven Fox News. En un par de comentarios me tildaron de “maldito refugiado sirio” o “sucio refugiado afgano”. Incluso unos sugirieron que era un terrorista de ISIS.
Sí, me di cuenta de que hay un fuerte problema de racismo.
Sí, hubo varios incidentes durante el viaje. A veces mi pasaporte británico no era suficiente y hacían investigación adicional. Cuando me preguntaban de dónde era, les respondía “de Inglaterra” e insistían “No, ¿de dónde eres?”. Me pasó cuando estaba en la frontera entre Francia y España, en Hendaya, donde hay problemas con los separatistas vascos. En la mañana que estuve ahí, vi un póster con fotos de un grupo de terroristas vascos. Todos se parecían a mí. Todos parecían mis hermanos. Yo estaba sentado en la estación esperando el tren como si nada y de pronto se me acercaron cuatro policías armados y me quitaron el pasaporte. No creían que fuera inglés. Escanearon el pasaporte y lo mandaron a su oficina para que me investigaran. Después de un rato me dejaron ir pero seguían sin creerme.
¿Qué le aconsejas a las personas que quieren viajar gratis?
Que utilicen CouchSurfing o páginas similares, como Hospitality Club. Que traten de encontrar personas que piensen de forma similar y que estén dispuestas a recibirlos. Sean optimistas y participativos. Recuerden que estas casas no son hoteles; son intercambios culturales. Pidan aventones. En ese viaje casi no pedí aventones porque no estaba acostumbrado pero desde entonces lo hago con frecuencia. Investiguen. Lean Hitchwiki para ver qué consejos les pueden dar las personas que han hecho el mismo recorrido. Si van a arriesgarse a viajar en tren sin pagar, tengan confianza, preparen una buena mentira y que no les de pena usarla. No se sientan mal, le están robando a una empresa enorme que no pierde nada si una persona viaja gratis. Y no lo hagan por tacaños, háganlo porque en serio lo necesitan. Ah, y recuerden, es posible que los saquen del tren. A mí me pasó varias veces.
¿Crees que ese viaje cambió tu forma de ver la vida?
Cuando emprendí mi viaje creía que todo el mundo era una mierda y que toda la gente era egoísta. Y cuando regresé, llegué pensando “Todos son increíbles”. Me sentía un poco hippie. Ahora ya encontré un equilibro y sé que hay gente muy agradable y gente muy corrupta.
¿Tienes otro reto en mente?
Sí, uno que otro. Planeo irme de viaje en un año pero esta vez con más presupuesto. Nunca volvería a viajar sin dinero a ninguna parte del mundo porque fue lo más difícil que he hecho. Bajé casi 12 kilos y no soy muy gordo que digamos. Además, estaba a la merced de personas desconocidas: si nadie me ayudaba, no tenía cómo sobrevivir. La próxima vez me gustaría ser yo el que ayude.
Kris escribió un libro sobre su experiencia llamado Gatecrashing Europe. Puedes comprarlo aquí.